Tenía algunos sistemas que estaban deteriorados. El desgaste había dejado sus huellas.
Muchos elementos habían perdido eficacia y parecía que su vida útil se acortaba.
Había caído en una casi total obsolescencia, pues en comparación con otros, ya no daba el rendimiento esperado, y cuando esto ocurre, el abandono es inminente.
Además un percance estropeó, no hace mucho tiempo, más de un elemento básico.
Había sido bello, útil y robusto, pero ahora el tiempo había provocado desgaste, deterioro y obsolescencia.
Iba a costar reparar todo aquello.
¿Estado de ruina? Para declarar el estado de ruina se requiere valentía.
Sin embargo, había que tomar una decisión: abandono, restauración integral o dejar que cayera de puro viejo.
Después de mirarle a los ojos pensé ¡Pobre cuerpo enamorado!
Pensé que hablaba usted de la conservación de los edificios, del mantenimiento de las instalaciones.
ResponderEliminarJ. Aubert
"Para declarar el estado de ruina se requiere valentía"
ResponderEliminarqué genial
Cuando el amor nos invade pasamos a ser muñecos antropomórficos, cáscaras vacías que apenas logran sostenerse en pie.
ResponderEliminarY cuando el amor nos mutila ya no somos tan solo objetos caducos, ahora somos modernos títeres aplaudidos por público sordo que no escucha nuestro quejido baldío.
Como siempre, una emoción lírica como pocas querido y admirado Francesc.
Carmensabes
ResponderEliminarCuando el amor nos invade se enciende un fuego perverso de virutas exóticas produce dolor y solo sirve para calentar alguna secreción interna.
Y si el amor nos mutila entonces quizás habrá que declarar el estado de ruina.
De todas maneras creía estar convencido que hablaba de la conservación de los edificios.
Salud
Pues sí, Concepto-aparte, cuando me he encontrado en el brete de tener que declarar un estado de ruina he tenido que coger al toro por los cuernos, he tenido enfrentamientos. Te aseguro que el edificio daba pena y no digamos si era el cuerpo enamorado el que estaba en estado ruinoso.
ResponderEliminarSalud