Hay
lugares inhóspitos que los tenemos muy cerca, son desiertos que se encuentran
en las calles de nuestras ciudades. En las dunas cambiantes habitan algunos
seres desdentados que hablan solos en las encrucijadas, dialogan con escorpiones
y alacranes. Soledad y estrépito en las plazas abandonadas, donde los buitres de
vuelo perdido van al acecho de los cadáveres de los caminantes, aquellos que
osaron emprender la travesía.
Los
oasis son cada vez más exiguos y los dátiles de sus palmeras han perdido el
dulzor. El rumor de las aguas se hace inaudible.
Abandono
el bullicio y durante unos días buscaré oasis frondosos, más allá del
simbolismo de los balcones, lejos de celadas y lazos que atan más que unen.
Me
voy durante una temporadita al desierto traslaticio, donde la alusión se halla
sepultada por las arenas.