sábado, 30 de septiembre de 2023

Gilles

Gilles (1721). Jean-Antoine Watteau

 

Gilles

 

L’aleteig de les aus negres

projecta un anell d’ombres

damunt la terra quieta.

Un miratge de siluetes opaques.

 

La trompeta de Gilles

estén el seu so enmig

dels moviments nerviosos

d’espigues de blats i julls.

 

La trompeta de Gilles ofereix

un ritual de compassos distants

i un judici de sons que guarda

el secret dels poetes.

 

Gilles interpreta una partitura

de navegació per un mar

d’arbres llunyans que ofega

tota esperança i judici sonor.

 

A contrallum, el so

de la trompeta de Gilles

es propaga amb el vent de gregal

que bufant guareix l’existència,

 

o no,

potser es guareix amb l’experiència.


F.C.


Traducción 

 

Gilles

 

El aleteo de las aves negras

proyecta un anillo sombrío

sobre la tierra quieta.

Un espejismo de siluetas opacas.

 

La trompeta de Gilles

extiende su son en medio

de los movimientos nerviosos

de espigas de trigo y cizaña.

 

La trompeta de Guilles ofrece

un ritual de compases distantes

y un juicio de sonidos que guarda

el secreto de los poetas.


Gilles interpreta una partitura

de navegación por un mar

de árboles lejanos que ahoga

toda esperanza y juicio sonoro.

 

A contraluz, el sonido

de la trompeta de Gilles

se propaga con el viento de gregal

que soplando sana la existencia,

 

o no,

quizá, se sana con la experiencia.


F.C.

 

viernes, 29 de septiembre de 2023

Románico




Románico

 

Una oscuridad de muros gruesos se desploma,

los sillares pesan como el miedo.

Las imágenes nos contemplan impávidas

con un espanto de piedra hierática.


Las vírgenes son desproporcionadas

y muestran en toda su dimensión,

sus manos y sus rostros de ojos grandes

y un silencio de bocas pequeñas.


La superficie de las paredes son el lienzo

pétreo de martirologios ensangrentados

y Majestades de colores planos.


Ego sum lux mundi, no hay otra luz:

es un dogma sobre los capiteles toscos.


 

F.C. 

miércoles, 27 de septiembre de 2023

Barricadas



¿Cuál es el misterio de las barricadas?, ¿el contrapunto? Sí, el contrapunto que se esconde en las sombras geométricas de los tejos recortados.

La ciudad y el tumulto son un misterio lejano, aunque desde la ventana intuimos barricadas, aquel contrapunto de calles sólo está en la imaginación de unos compases elegantes.

                     François Couperin: Les Barricades Mystérieuses

martes, 26 de septiembre de 2023

Casitas de chocolate


Joan Rubió i Bellver (1870-1952)  dos imágenes de la Casa Golferichs 

 


Muchas obras de la arquitectura modernista nos recuerdan las tradicionales “Mones de Pasqua” que son estos pasteles que tradicionalmente se consumen en Cataluña el día de Pascua.

Son pasteles adornados con huevos, muñecos y casitas de chocolate. Son casitas que parecen la representación de la casa de la bruja.

Muchos edificios modernistas se parecen a estas casas de la bruja y esto da miedo -las brujas dan miedo-, pero lo peor del caso, es que muchos de estos edificios “brujeriles” fueron proyectados por arquitectos famosos que se dedicaron también a la política y esto, aun siendo una actividad insignificante, también da miedo, mucho miedo.

 

Josep Puig i Cadafalch  --  Casa Amatller

 

 Josep Puig i Cadafalch -- Casa Serra

 

 

Josep Puig i Cadafalch -- Casa Terrades (Casa de les Punxes)


Entre los más cualificados encontramos a Josep Puig i Cadafalch (1867-1956) que fue presidente de la Mancomunitat de Catalunya, cargo equivalente a lo que hoy es la presidencia de la Generalitat; también el arquitecto Lluís Domènech i Montaner (1850-1923) que fue diputado y presidente de la Lliga de Catalunya.

 

Lluís Domènech i Montaner -- Casa en Canet de Mar


 Lluís Domènech i Montaner -- Pabellón Hospital de Sant Pau

 

En mi opinión, las actividades políticas no alcanzan la altura de un zócalo modernista.


Una persona cabal puede dedicarse a la arquitectura o a hacer pastelillos, pero lo de la política ya es otra cosa. Los pasteles pueden endulzarnos la vida, pero la política nos la amarga. 

domingo, 24 de septiembre de 2023

Postrimerías

L'Odyssée. (1850). Jean-Auguste-Dominique Ingres


El clima, la historia, la acción humana, la cultura y el arte hacen que los pueblos sean lo que son.

Europa es como es, debido, entre otras cosas, a la influencia que el arte ha ejercido en su desarrollo.

Somos las postrimerías de Dante, de Miguel Ángel, de Bach y de tantos otros que con su obra han configurado lo que ahora somos.

Pienso, sin embargo, que si aquellos artistas nos conocieran y vieran quienes somos sus postrimerías, les entraría una especie de amargura existencial que renunciarían a su arte.

No sé si existencial, pero, mí también me entra una amargura, cuando salgo a la calle y veo el panorama urbano y cuando observo el deterioro social y cultural de esta Europa vieja y dolida.

Cruzo el umbral y aparece ante mí un nubarrón de indigencia cultural que desvanece los hexámetros, las suites y las elegías.

Aquí no están los “Cantos” de Leopardi, ni la sombra de la Victoria de Samotracia:

Bach, Brahms, Pergolesi, Mozart, Tomás Luis de Victoria, Händel, Purcell, Mendelssohn… son constantemente expelidos por los huracanes caribeños.

Giotto, Bronzino, Rafaello, Jacques-Louis David, Miró, Botticelli, Cimabue, Ingres... se derrumban por la acción sísmica de un terremoto de grafitis.

Petrarca, Cervantes, Conrad, Lope de Vega, Pla, Rilke, Kavafis, Shakespeare… se esparcen como las pavesas del incendio tremendo del bosque de la ignorancia.

Huracanes caribeños, terremotos de grafitis, incendios de bosques, este es el clima que va cambiando la historia y las postrimerías.

viernes, 22 de septiembre de 2023

Inteligencia artificial

 

Raíz 33. (1965) Martín Chirino

 

Creo que de momento no debemos temer al acoso de la inteligencia artificial.

He comprobado que todas las respuestas o textos que me ha proporcionado esta herramienta informática está plagado de errores, de falta de rigor, de plagio de textos equivocados, de inducción a la publicidad, de frivolidad, de aseveraciones gratuitas y otras cuestiones que no hacen más que llenar el mundo de basura digital. Así pues, ningún miedo, de momento, a una inteligencia tan chapucera. 

Seguramente, esta herramienta se irá perfeccionando, como también se perfecciona la barbarie humana. Por ahora, veo en la inteligencia artificial una especie de intrusión en la inteligencia natural y una intromisión en nuestra cotidianeidad y con ella una forma más de asustar al personal.

Habitualmente desconfío de aquellas actividades que se anuncian con sus iniciales, en este caso, observo que se refieren a la inteligencia artificial como la "AI”. Opino que esta reducción obedece a la gandulería o a la desidia de alguien que, por no escribir el nombre completo, se vale de las iniciales. En mi colegio me decían que debíamos evitar, en lo posible, las abreviaturas, que esto es cosa de mala educación.

Bien pues, de momento errores y mala educación es lo que veo en la inteligencia artificial. No me cierro al avance que pueda suponer el desarrollo de inteligencias artificiales o automáticas, como no me cerré al avance de los diseños asistidos por ordenador (programas CAD) o por los correctores de texto, pero sí que estoy en alerta ante esta potente herramienta, temo que anule nuestra capacidad de pensar. Ya tenemos precedentes y ejemplos de anulaciones, ahí están la pérdida de capacidad de cálculo mental provocada por la maquinitas de calcular o la casi incapacidad de consultar un mapa debido al uso indiscriminado de los GPS (otro instrumento que se anuncia con sus iniciales). De momento precaución, más adelante ya veremos.

martes, 19 de septiembre de 2023

El paseante

Pere Pruna (1904-1977)



El paseante, al que ahora algunos le llaman el flâneur, pasea y mira.

Pasear y mirar es un ejercicio es muy productivo y lo digo ahora con visión de arquitecto: no hay nada más aleccionador que la forma.

El buen flâneur es un lector de las formas: mira y deduce, mira y calcula, mira y reflexiona sobre la historia, y todo esto lo hace de una manera amable sin complicarse demasiado con especulaciones y deja que sean las formas las que se expliquen.

He paseado y mirado mi ciudad, esta Barcelona que tanto miro y tanto amo.

Es una ciudad de gran vitalidad que tiene tantas fachadas como caras, tantas graciosas como horrorosas, tanta virtud formal como pecado de vanagloria. Tiene tantos puntos de interés como otras ciudades cosmopolitas, Barcelona no es más virtuosa ni más pecadora que las demás; es una ciudad que se ha mirado demasiadas veces el ombligo. Un ombligo de cuadrícula como el Eixample o un ombligo de un falso gótico que espanta.

La suciedad de los grafitis, el deterioro de la convivencia, la agresión del paisaje urbano, son más o menos parecidos a lo que vemos en otras urbes.

He conocido la Barcelona industrial. En mi infancia y adolescencia viví en un barrio donde todo eran fábricas, desde fundiciones de acero, a fábricas textiles (decenas y decenas), fábricas de lejía, de máquinas de escribir y de galletas... De manera que conocí aquel esplendor barcelonés de gran producción y mucha explotación, con un aire contaminado, con unas chimeneas que no cesaban de vomitar humo.

Unos decíamos, este humo nos matará y otros decían, este humo nos da vida.

Esas eran las contradicciones de aquella Barcelona fabril y productiva y eran también la desgracia de algunos que se creían más que los demás.

Ahora hay otras contradicciones, Barcelona no es nada del otro mundo. Ya me conformo con que sólo sea de este mundo y me gustaría que estuviera más limpia.


Nota: he puesto una imagen de una pintura de Pere Pruna, un pintor que conocí en aquellos tiempos de humos de fábrica. Un gran artista muy admirado por mi amigo Miquel Cartisano.

domingo, 17 de septiembre de 2023

Montesquieu

A menudo vuelvo a los textos de la Ilustración.


SD·Edicions ha publicado en su colección “El Siglo de las Luces” unos títulos muy interesantes donde encontramos textos de Louis-Charles Fougeret de Monbron, Voltaire, Claude-Adrien Helvétius, Nicolas Edme Rétif (o Restif) de la Bretonne, Louis-Sébastien Mercier, Denis Diderot, el barón d’Holbach.


Leo estos textos y recuerdo el Ensayo sobre el gusto y las Cartas persas de Charles Louis de Secondat, señor de la Brède y barón de Montesquieu (1689- 1755).


Allí Montesquieu decía:


Bueno es saber que cuando un hombre tiene cierto mérito en España, [...] ya no trabaja. [...] El que se está sentado diez horas al día logra una mitad más de consideración que el que descansa cinco horas, porque la nobleza se adquiere en las sillas.

 Montesquieu, Carta LXXVIII, Rica à Usbek.

viernes, 15 de septiembre de 2023

Edvard Munch

El niño enfermo (1925). Edvard Munch 


Edvard Munch (1863 - 1944), es el arquetipo formal de los expresionistas, un mundo de grito y angustia, de muerte y vida. Su obra truculenta y atroz está, actualmente, rodeada de árboles amables que proyectan su sombra sobre los niños que juegan en los jardines de Oslo.

Su obra, su grito, su horror se han convertido en iconos comerciales. Aquello que fue un extremo del arrebato expresionista es hoy una imagen imprimida en los carteles o sobre las camisetas de protestones viejunos.

Munch fue un pintor que nos conduce al infierno con una autoridad abrumadora. Es un artista que domina la persuasión, sabe pulsar la fibra sensible del espectador, poniéndola en simpatía con la cuerda de su corazón atormentado por aquellos años devastados de la Europa de principios del siglo XX. Tiempos de sufrimientos, dolor y muerte, en que, sin embargo, Degas, Bonnard y Renoir nos ofrecían figuras que danzaban y flores que crecían en el jardín de la Europa atormentada.

No sé si Degas, Bonnard y Renoir exclamaban como don João de Deus Ramos: “Basta de tanto sufrir” ¿Por qué, tanto dolor? se preguntaba don João cuando arrancó las flechas de San Sebastián, las flechas que el santo tenía clavadas en el corazón en aquella estatua barroca ensangrentada.

Probablemente, Munch contestaba haciéndonos notar que el desastre estaba aquí, bajo el sol o entre las nieblas de las ciudades que morían. Decía el artista noruego que se había acabado el tiempo de las flores y que no quería pintar los colores de la realidad sino el alma crispada que se esconde detrás de las ventanas o en las alcobas de la muerte y el sexo.

¡Qué difícil!, ¿por qué tanto dolor? Una Europa central y un Norte atormentado y patético de mujeres vampiro, de calaveras y de fe asolada.

Visjon 1892. Edvard Munch


La obra de Munch nos muestra un escenario donde intuimos el drama de Johan August Strindberg, su teatro de la crueldad, su manía persecutoria y en cierta manera, su personalidad esquizoide; entrevemos el drama mercantil y realista de las muñecas rotas de Henrik Johan Ibsen; y, en medio de todo, el trasfondo amargo y existencialista de Søren Aabye Kierkegaard.

Arte e ideas atormentadas se sumaban al dolor y la muerte de un tiempo y un espacio cruel. Una Europa en que el expresionismo era la plañidera de la desesperación.


El “grito” de Munch queda grabado en nuestra memoria, como sus palabras:


Un día, al atardecer, caminaba yo por la carretera,

a un lado se encontraba la ciudad, y debajo de mí, el fiordo.


El sol se ponía,

las nubes estaban teñidas de rojo como si fueran de sangre.

 

Tuve la sensación de que toda la naturaleza se ponía a gritar, me pareció que podía sentir un grito verdadero. Tuve que pintar aquel cuadro, pintando las nubes como si fueran de sangre real. Los colores gritaban. El resultado fue el grito.

El grito (1893)


Este fue el grito de Munch, una expresión que fue una desesperación y que hoy nos complace. Cambian los tiempos y las personas, pero en todos los tiempos ha habido personas que han gritado y otras que han pintado flores.  

miércoles, 13 de septiembre de 2023

Cancelación

 
Sin título (1982). Benet Rossell


Ocurre a la mayoría de los mortales, que cuando algo no nos conviene o no está de acuerdo con nuestras creencias, tendemos a olvidarlo, apartarlo de nuestra vista, cancelarlo.

Este rechazo, que muchas veces es una cuestión de intolerancia, sólo podemos corregirlo con la observación directa y sin la carga de los prejuicios. Así procede el método científico y así debería proceder todo aquel que intenta relativizar.

Pisamos el presente y desde él juzgamos y cancelamos. Es difícil sustraerse de esta visión presentista. La educación y los medios de comunicación limitan una necesaria reflexión crítica del tiempo histórico.

El puritanismo, la exagerada influencia de la inteligencia emocional y lo políticamente correcto han ido sustituyendo el pensamiento racional y la crítica sistemática propia del librepensamiento.

Actualmente, el discurso presentista se ha convertido en tendencia general, recurre al prejuicio y cancela las opiniones y acciones que no concuerdan con los valores morales presentes, los predominantes y, porque no decirlo, acciones e ideas que no concuerdan con los intereses del poder establecido.

Juzgamos a autores y a artistas del pasado según la moral actual: Caravaggio y Benvenuto Cellini eran unos pendencieros, Picasso un machista, Cervantes era un ludópata, Wagner un antisemita, Carlo Gesualdo un asesino, etc.

Según la moral actual, ninguno de ellos era políticamente correcto, seguramente hoy, algunos puritanos –sobre todo de izquierdas– les montarían un escrache a las puertas de sus casas.  

La historia siempre es contemporánea, decía Benedeto Croce. En efecto, siempre contemplamos el pasado con nuestra mirada actual. El pasado se deposita en nuestra mente como una historia contemporánea.

Con este presentismo juzgamos y cancelamos. Ya no se debate, cuando algo no nos gusta, se cancela y ya está. Todo intercambio de ideas, toda discusión o duda sistemática se cancela.

La cancelación levanta hogueras digitales donde se queman los textos clásicos, desde la Odisea hasta Dante y queman todo lo que la sensiblería y el puritanismo actuales consideran moralmente equivocado.

La cancelación ha empezado con las obras del pasado y se prepara para cancelar el futuro. Ya están en estado de alerta ante cualquier idea o propuesta educativa que pueda incomodar a los alumnos que acuden a las aulas dispuestos a someterse a la manipulación de maestrillos canceladores.

lunes, 11 de septiembre de 2023

El pregón de las chicharras

 


Lo sabía Popper y los neopositivistas del Wiener Kreis que en 1936 se disolvieron definitivamente.

Entonces, siguiendo el signo del tiempo, el discurso de la lógica de la ciencia pasó a formar parte de la dispersión del siglo de la muerte.

Es el pregón de las chicharras. La cuestión es el artificio mediático.  Apelan a la ingenuidad y a la incultura general y enuncian argumentos inviables, manifiestamente reprobables.

Poco importa que el asunto contenga una inviabilidad de orden racional, los responsables políticos apelan a los sentimientos manipulados de aquellos que creen que un delirio es un programa de gobierno.


domingo, 10 de septiembre de 2023

Festival Wagner. Bayreuth 2023

Gerhard Richter


Desde 1876 se celebra el Festival Wagner en Bayreuth. Como es habitual, este año, además de Parsifal, se ha representado la Tetralogía de El anillo de los nibelungos:

-El oro del Rhin

-La Walkiria

-Sigfrido

-El ocaso de los dioses


Pues bien, algo extraordinario ha ocurrido este año en Bayreuth.


Los tiempos cambian, también las personas. El rigor decae, se pierden las formas de antaño y decae la puntualidad. Esto de que decaiga la puntualidad en Bayreuth, en una cuidad alemana, puede suponer una hecatombe.


En la representación de El ocaso de los dioses, las tres fanfarrias que habían de sonar en el entreacto, anunciando el comienzo de acto segundo, se retrasaron y sonaron casi dos minutos tarde.


En El ocaso de los dioses (Götterdämmerung) caen los dioses y este año, además, ha caído la puntualidad ¡La puntualidad alemana!


¿Será un mal presagio?, ¿será la premonición de un conflicto bélico? ¡Oh, qué horror!


Quizá no haya para tanto. Total, los dioses que caen, la impuntualidad, la pérdida de rigor, las buenas maneras, la buena organización, el drama wagneriano, los nostálgicos, la mitología de Rhin, la ostentación de las fanfarrias..., no sé, quizá deberían hablarlo con Nietzsche.

 

Casi dos minutos de retraso no son motivo para provocar una nueva guerra mundial, pero sí que provocarán más de una dimisión en Bayreuth.

sábado, 9 de septiembre de 2023

La feria del cerdo


 

En Riuellots de la Selva hay expertos matarifes, chacineros y charcuteros. 

Cada año, en este pueblo de la provincia de Girona, se celebra la gran feria del cerdo, la FIPORC, que este 2023 ha cumplido 10 años.

Es la fiesta del cerdo. Naturalmente del cerdo muerto, descuartizado y convertido en butifarras, lardones, jamones, filetes de lomo a la brasa, callos, carrilleras y toda clase de embutidos.

Del cerdo se aprovecha todo. Del cerdo se come todo, pero como es de suponer, nadie se lo come todo de una sola tacada.

Además de los visitantes de la FIPORC, diariamente llegan a Riudellots de la Selva más de 25.000 cerdos para ser sacrificados y transformados en suculentos productos alimentarios. Este dato del número de cerdos, que he obtenido de una revista local, me parece exagerado.

Riudellots de la Selva es el segundo pueblo de Europa donde se matan más cerdos, donde se hacen más butifarras. Todos los habitantes de Riudellots parece que hagan butifarra.

La feria se celebra en febrero. Aquello es una exaltación del puerco: exquisitos embutidos, mortadelas, tocinos, bayonas, chicharrones… todo dispuesto en tenderetes donde los visitantes pueden degustar los manjares grasientos que escandalizan a los intolerantes veganos que comen tofú con sabor a jamón.

Estas jornadas gastronómicas y culturales se completan con concursos de dibujo y manualidades relacionadas con el mundo del puerco, en los que participan los niños y niñas, que así van aprendiendo, y también participan sus padres animalistas y personas de toda condición. 

jueves, 7 de septiembre de 2023

Exaltación y vehemencia

 

Las victorias deportivas, los mítines políticos, las arengas militares, los discursos patrióticos o los himnos enardecidos suelen provocar una euforia y arrebatado que a mí, me producen una tremenda repugnancia.

Con tales expresiones o acontecimientos, muchos se sienten interpelados por la irracionalidad y reaccionan con exaltación y vehemencia.

Expresan un entusiasmo ruidoso, menean sus cuerpos, levantan los brazos, gritan como energúmenos. Las masas entusiasmadas, no piensan y gritan; se abrazan y toquetean, intercambian calores, baba, sudor y otras secreciones corporales. Se besan con ardor: besos oportunistas, besos directos, indirectos y circunstanciales.

En el fragor se repiten consignas y cánticos y allí, nadie piensa, nadie piensa, nadie piensa.

Con esfuerzo, puedo entender la satisfacción que a algunos les provocan los logros deportivos o la retórica de un discurso más o menos impetuoso, pero lo que no consigo entender son las muestras desmadradas de entusiasmo. Me repugnan.

Delante de tanto ímpetu arrebatado sólo presiento un peligro. El exceso animal, la irracionalidad bruta, la bestialidad del ser humano incompleto.

¡Qué no se besen tanto, que no intercambien tanto moco y tanta sustancia salivar, que no se apretujen…!, que es innecesario y que se enteren que todo esto está propugnado por los mismos que fomentan la incultura.

miércoles, 6 de septiembre de 2023

Aislamiento y misantropía

José Guerrero – “Creciente amarillo” 


 

Como otras veces, he pasado unos días alejado, he desconectado más de un mes. Desconecto a menudo, aun sabiendo que corro el peligro de un aislamiento. Mi vínculo con la realidad se reduce a constatar, una vez más mi estricta dependencia de la materia, la que me otorgan mis sentidos, lejos de la información tendenciosa que nos proporcionan los medios.

La falta de rigor, la manipulación y el cúmulo de errores que observo en los medios de comunicación, provocan en mi ánimo una profunda desconfianza que no hace más que agudizar mi misantropía.

Procuro, con esfuerzo, desprenderme de prejuicios y evito los tópicos y lugares comunes que nos invaden. Me enerva la incultura y la sensiblería ñoña que recorre las redes sociales, las aulas, los platós de televisión y las memeces que se repiten y se repiten.

Sé que este distanciamiento y mis reflexiones pueden agriar mi carácter, hacerme insensible a las acciones y rodeos de quienes continúan cautivos de la imprecisión. Sin embargo, pienso que esta circunstancia les proporciona una insensibilidad que les hace inmunes, quiero decir, que les hacen menos propensos al padecimiento.

Quizá el origen de mi misantropía sea que siempre he sido más volteriano que rousseauniano y he creído que el mal estructural reside en el meollo íntimo de la condición humana.

No creo en el bon sauvage –es un mito, un tópico del pensamiento europeo– ni creo en el “logos” de las Indias Galantes, allí, aunque Jean-Philippe Rameau no se lo crea, también hay un mal estructural primigenio, allí también hay motivos para el aislamiento, la misantropía y el desdén.

El propio Jean-Jacques Rousseau se aisló en el Hermitage de La Chevrette de Madame D’Épinay y allí, el filósofo sufría de incontinencia urinaria y de arrebatos y rechazo de sus congéneres.