En
tiempos de posguerra, cuando deben realizarse trabajos duros, cuando la
intolerancia muestra su cara más siniestra, cuando la pobreza es una realidad
palpable, cuando la dentición de las gentes tiene más oscuros que claros, cuando
se invoca demasiado a Platón, cuando los mocos dibujan pinceladas debajo de las
narices infantiles, cuando el fanatismo proclama utopías inexistentes y exige
sacrificios inútiles, cuando la Patria se escribe con letra capital, cuando la
superstición se aprovecha de quienes pasan hambre, cuando los que mandan exhiben un arsenal de símbolos, cuando el
hambre es consecuencia del expolio, la corrupción y la barbarie, cuando todo esto ocurre se
necesita una alimentación adecuada para soportar tanto dolor. Comida de
resistencia y alimentos viejos.
Altramuces
Nabos
Boniatos
Repollos
Caldo
de gallina vieja
Castañas
Granadas
Leguminosas
con tocino
Pan
de hogaza.
Pasan
los malos tiempos y la cocina se suaviza, incluso algunos se sienten
responsables de lo mal que comen los demás y se tornan austeros y se alimentan poco.
Pero
cuando se hace alarde de gastronomía y la comida pasa a ser un espectáculo ¿no
será que se pretende esconder una miseria latente?