En diversas ocasiones he dicho que no
acabo de entender la música americana o directamente he afirmado que no me
gusta.
Advierto que lo
que expongo sobre la música americana es una opinión estrictamente personal y
manifiesto mi total respeto a todos aquellos que les gusta aquella música de
las tierras que se extienden desde los fríos de Alaska hasta el cabo de Hornos.
Naturalmente, hago
algunas excepciones y rescato la obra de dos o tres compositores.
En cuanto a los compositores estadounidenses, me gusta, por encima de
los demás, la obra del John Cage (1912-1992), la aprecio por su
modernidad, su radicalidad y su trabajo de experimentación; destaco su ASLSP (I-VIII) para piano y también su Music for piano (85 piezas).
Con reparos puedo acercarme a la obra de George Gershwin
(1898-1937), este compositor que quiso estudiar con Nadia Boulanger pero que ésta lo rechazó, y que también fue rechazado por Maurice Ravel. Tanto la Boulanger como Ravel
argumentaban que Gershwin estaba demasiado influenciado por el jazz, y esto, a
la larga, perjudicaría su obra musical. Acepto su Rapsodia in blue y Un americano
en París de 1928, pero no aguanto su Porgy
and Bess, esta especie de musical pesado, ñoño y sentimentaloide.
Tampoco me gusta nada la música de Charles Yves (1874-1954) aunque esté considerado uno de los “American Originals”. Ni siquiera me agrada su Sonata
Concord. Por su forma de tratar el piano, parece no haber entendido las
lecciones de su padre que era un director de una banda de una ciudad pequeña.
No coincido con lo que dice algún crítico cuando habla del acercamiento de Yves a la música folclórica
americana, ¿qué música folclórica?, ¿cuál es la música folclórica americana,
será la de los sioux o la de los apaches? En todo caso habrá que consultárselo a
los de National Geographic.
Del resto de la música norteamericana podría salvar un o
dos músicos de jazz, lo demás ni lo comprendo ni mi gusta. No me gustan los
minimalistas, me parecen efectistas, comerciales y practicantes del “aparencialismo”
que no llegan siquiera a la síntesis de sus composiciones. Tampoco me gusta Samuel Barber ni Aaron
Copland, ni la música pastosa de los compositores de Hollywood.
No soporto
la música popular americana, ni el rock, ni el skifflel, ni el booguie-booguie;
no aguanto el country, rechazo el góspel, el
funk, el heavy metal, el punk, la música disco, el house, el techno, el grunge
y el hip hop. Y no me gustan los estilos
regionales, tales como el zydeco, klezmer and slack key.
El Tajín. México Prehispánico
Dejo los yanquis y bajo hacia el sur. Allí, podría detenerme en la obra del mejicano Silvestre Revueltas (1899-1940), era un modernista convencido. Pondría un poco de atención en su Sensemayá que parece acercarse a Claude Debussy, esto y nada más de Revueltas. El sentimiento nacionalista mejicano hizo mucho daño. Ya se sabe los nacionalismos siempre hacen daño a las gentes y al arte. No me gustan los sones tradicionales mejicanos como el jarabe tapatío, el huapango, las rancheras y los corridos. Todo esto puede entretenernos, pero, en mi modestísima opinión, no pasa de esto, un puro entretenimiento eficaz y placentero.
Ya en el Caribe, debo decir que su diversidad de ritmos no
me interesa lo más mínimo. Puedo salvar las habaneras, las guarachas y las
guajiras y nada más. Proclamo, casi de forma solemne, que no me gustan nada la rumba, la
salsa, el merengue, que me desagradan el chachachá, el merecumbé, la chapeta,
la cumbia, el son, el calipso, el mambo y hasta el rey del mambo. Me resultan
insoportables el ska, la bachata, el reguetón, el vallenato, la conga y hasta el
baile de la conga.
Dragones Coruja (Brasil)
Ya en el cono sur, en Brasil, con admiración, salvo la
música de Heitor Villa-lobos, es excepcional. Todo lo demás del Brasil no me
interesa nada, ni Tom Jobim, ni Chico Buarque, ni João Gilberto, ni la samba ni
la bossa nova. No me interesa el tropicalismo, la brega, el baião,
el rock brasileño, la ciranda, la música gaucha brasileña, el funk carioca. No
me interesan las Mamonas Assassinas, ni Cascata y Leonel Azevedo, tampoco las Paquitas,
Fábio Junior, Milton Nascimento, Deborah Blando, Massacration, Tiririca, Tonico y Tinoco, Kátia Cega, etc.
Pintura rupestre. Cerro Colorado Córdoba -Argentina)
En Argentina tiene especial predicamento la obra de Astor Piazzolla. A mí, sin embargo, este compositor no me gusta nada, ni siquiera aguanto sus Estaciones porteñas. Hay en Argentina una larga tradición milonguera y tanguista que a mi entender no tiene otro interés que la letra de sus canciones, pero, desde el punto de vista musical, no veo más que un ritmo de marcha trasladado de Europa al país del Plata.
NOTA.
Todo lo que he opinado se refiere a las obras musicales y no tiene nada que ver con aquellas gentes tan vitales del continente americano, hombres y mujeres que disfrutan con la música. Mis opiniones están condicionadas por mi eurocentrismo y por mi limitado conocimiento musical y que han marcado mi manera de ser. Debo decir que en mi mundo musical europeo, limitadísimo también, encuentro compositores que no me gustan y muchos géneros musicales que me molestan.