La montaña de Oisin, Sean Scully / Museo de Montserrat
No creo que sea por efecto de la pandemia, ni tampoco por un exceso de lectura de textos teóricos, el caso es que contemplo una evolución del lenguaje hacia formas inesperadas, a veces delirantes y a veces veleidosas que me pillan desprevenido.
Jamás había habido tanto mensaje y comunicación al alcance de todos y quizás, debido a la gran facilidad de difusión que ofrecen las redes sociales, esta evolución avanza con gran rapidez mientras aumenta, a la misma velocidad, la pobreza de vocabulario.
He aquí algunos aspectos de la evolución lenguaje que observo últimamente. Hay más, pero me limito sólo a estos:
Determinantes posesivos. En el lenguaje habitual que hoy podemos oír en la calle, en los supermercados y muy especialmente en la publicidad, observamos un abuso exagerado de determinantes posesivos:
Contrate su hipoteca hoy mismo.
Deposita tu basura en la puerta de tu vecino.
Presente de indicativo. No hay más que observar la jerga de muchos informadores y las discusiones de los tertulianos que salen en televisión para darse cuenta de que no saben utilizar los tiempos verbales. Parece que el pretérito indefinido ya está proscrito, también algunas formas de futuro y del modo imperativo. Utilizan el presente de indicativo para casi todo, para narrar algo que ya pasó o para explicar algo que pasará:
Anoche, en el botellón, voy y veo a mi “ex” como bebe a morro de una botella de ginebra.
En otoño empiezo un curso sobre la localización de chacras y energías positivas.
Diminutivos. Con voluntad de hacerlo todo más ñoño de lo que es, muchos se empeñan en utilizar el diminutivo cuando quieren expresar algún sustantivo o cualidad negativos.
La maestrilla da “penita”.
Kevin está “enfermito”.
Lenguaje inclusivo. Dejo aparte cualquier consideración sobre el uso del “otras, otros, otres” y no entro en la polémica de cómo debemos hablar de una forma inclusiva y respetuosa sin hacer el ridículo; sólo una observación: nunca se utiliza la forma doble (femenino-masculino) cuando se habla de sustantivos o cualidades negativas. Oímos, los consejeros y las consejeras, pero jamás oímos los ladrones y las ladronas, tampoco los corruptos y las corruptas; oímos los jueces y las juezas, pero no oímos los prevaricadores y las prevaricadoras.
Oír y escuchar. Más que oír, parece que hoy todo el mundo escucha con más o menos atención. El verbo oír apenas se utiliza:
Escucho la sirena de la ambulancia.
Me molesta escuchar los ruidos corporales de mi vecino.
Estas cosas no se escuchan, se oyen y molestan.