Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944) era un espíritu arrebatado, un poeta de retórica desenfrenada que quería asombrar al mundo con sus gestos extravagantes y quería comunicar a tutti quanti su visión acelerada del futuro, quería comunicar la velocidad y el futurismo.
Su automóvil se estrelló de un topetazo y aquel coche flamante y extraordinario que conducía fue a parar a la cuneta. Inmediatamente el poeta reaccionó de manera arrebatada y proclamó el futurismo, su visión profética la decretó en estos cinco puntos:
1. Queremos cantar el amor, el peligro, el hábito de la energía y de la temeridad.
2. El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía.
3. La literatura ha magnificado hasta hoy la inmovilidad del pensamiento, el éxtasis y el sueño; nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.
4. Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo; un automóvil rugiente que parece correr sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia,
5. Queremos alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la Tierra, lanzada ella misma por el circuito de su órbita.
Este manifiesto lo difundió a través de la prensa y encandiló a los futuros fascistas y a aquellos que veían en la guerra un remedio y una forma de evolución humana, los que creían que la guerra era un catalizador del progreso de la civilización.
No se quedó callado Marinetti, creía que el mundo se reactivaría súbitamente y quedaría avivado por una limpieza extraordinaria y viril, y "dale que te pego", Marinetti continuó:
Queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio a la mujer. De hecho, el arte no puede ser sino violencia, crueldad e injusticia.
Estas palabras demenciales se publicaron en Le Figaró el 20 de febrero de 1909. Marinetti no quería meterse en política, pero algunos políticos se metieron de lleno en su discurso.
Avanzaron los días a la velocidad que entusiasmaba a los futuristas y llegó el estallido, el choque de 1914, la desgracia y el dolor.