Albert Gleizes (French, 1881–1953). L'Homme au hamac, 1913
Josep Pla es un gran escritor, en mi opinión el mejor escritor de Cataluña. Esto parece comúnmente aceptado, aunque algunos prefieren no reconocerlo y cuando opinan sobre su monumental obra lo hacen frunciendo el ceño y hablan de él con la boca pequeña intentando que no se les oiga demasiado.
He leído toda su obra y me he preguntado por qué un sector de la población reniega de él. Me lo he preguntado a mí mismo y a algunos “entendidos” que no me han sabido dar razones convincentes que justificaran su rechazo.
Aluden a su conservadurismo, a su rechazo de los nacionalismos. Unos dicen que era monárquico, otros que fue espía franquista… Total, siempre utilizan argumentos ideológicos que nada tienen que ver con la literatura y que casi siempre ponen en evidencia que mi interlocutor no conocen la obra de Pla y, aún así, se atreve a opinar y a proscribir.
Su obra molesta a muchos. Pla dice las cosas claras. Es la voz de alguien que piensa libremente; observa la realidad con una atención poco frecuente y una sensibilidad extraordinaria.
Pla es un antipatriota
que molesta a la derecha y a la izquierda. Irrita a los independentistas y a
los xenófobos. Y los molestados, principalmente en Cataluña, se rebanan los
sesos para encontrar argumentos contra su persona y lanzan sus invectivas escondiendo
la mano o el puñal que llevan debajo del gabán.
Josep Pla es un materialista, está convencido de que ningún credo político puede redimir al bicho humano, en este sentido es un misógino. Concede una importancia capital a la comida, cree que las actitudes humanas y los sentimientos humanos se deben a causas físicas. Es un autor muy culto que criticó la vagancia y la burocracia sin contemplaciones.
Ahí está el quid de la cuestión: pone en evidencia la vagancia y la pereza. Esto es lo que les molesta.
Pla molesta a gandules, a los holgazanes, a los que cobran sin dar un palo al agua, a los que fingen trabajar, a los que nos hacen creer que su labor burocrática es un bien positivo, a los que ponen su empeño en confundir vagancia con descanso, critica a los que nos dicen cómo tenemos que descansar. Critica la burocracia y las políticas de la vagancia.
Quienes critican al escritor del Empordà, si fueran sinceros, encontrarían que la crítica que hace Josep Pla de la gandulitis es la verdadera razón que les irrita.