Bodegón con cajitas de dulces (1621)
Juan van der Hamen y León
Debo pagar tributo a los argonautas,
a los jardines peinados de Versalles,
a los almohadillados estrictos del palacio
de Pitti, a los surtidores de Bóboli
y a los acantilados de octubre.
Me sé deudor de la luz cínica
de los candiles, de la claridad privada
dell’Infinito -jardines añorados
de Recanati-, de la ventana abierta
que da a la plaza y del viento gregal,
que aún conserva el frío estático
de las columnas de Ictino y Calícrates.
Deudas eternas que los días no borran,
que están impresos en los pétalos
de los crisantemos de mi memoria.
Ciertamente, siempre estamos en deuda con alguien. Yo, al menos, se que jamás podré cuadrar el libro de Caja.
ResponderEliminarMe gusta el poema.
No recuerdo haber leído este poema en ningún libro tuyo, ¿o se me ha pasado desapercibido?
Amigo Miquel, somos deudores, lo que sabemos, lo sabemos por alguien. Nada nos ha llegado por ciencia infusa.
EliminarEl poema es inédito, no está en ningún libro mío.
Salud
He visto el cuadro de arriba y he pensado en la luz, en como la trata el pintor, como juega con ella de manera tan acertada. Luego he visto Ictino y Calícrates y he pensado en las líneas rectas del Partenón en su parte superior y las curvas de sus columnas y como ambas, rectas y curvas, dan un equilibrio y potencia (no se si es la palabra adecuada) al conjunto y como estaba en Grecia me he acordado de Pericles y de cómo debe actuar un estadista. Para acabar me he ido a Fidias cuyas obras se cotizaban a precios astronómicos entre los romanos cinco siglos más tarde. Quizás no hay nada realmente nuevo después de griegos y romanos, no se, pero ha sido un "paseo" agradable.
ResponderEliminarUn saludo
Gracias Daniel, celebro que hayas tenido un agradable paseo.
EliminarEl equilibrio del arte clásico es lo que más admiro y no es extraño que se refleje en mis escritos.
Saludos
A los que inventaron eso que llamamos civilización y que luego heredamos y nos sacaron de la barbarie.
ResponderEliminarUn saludo, Francesc.
Amgo Cayetano, la civilización ha recibido constantes ataques de la barbarie. El arte y la razón están para decantar la balanza del lado del progreso.
EliminarSalud
La belleza que a lo largo de la vida has contemplado, esa que te ha hecho feliz tantas veces no te quiere deudor, existe cuando la miras y es así como pagas su precio.
ResponderEliminarAbrazos
Amiga Marga, un balance de activo y pasivo con la belleza debe hacerse con sumo cuidado, ya sabes que Rilke decía:
Eliminar"Pues lo bello no es nada
sino el principio de lo terrible, lo que somos apenas capaces de soportar,
lo que sólo admiramos porque serenamente
desdeña destrozarnos."
Sin embargo, Christian Bobin aconsejaba:
"La belleza es una forma de hacerle frente al mundo, de mantenerse ante él y de oponer a su furor una paciencia activa."
Trampearemos, pues, y disfrutaremos de los bienes de lo bello.
Abrazos.
Gracias quiero dar al divino
ResponderEliminarlaberinto de los efectos y de las causas
por la diversidad de las criaturas
Que forman este singular universo,
por la razón, que no cesará de soñar
con un plano del laberinto,
por el rostro de Elena y la perseverancia de Ulises,
por el amor, que nos deja ver a los otros
como los ve la divinidad,
por el firme diamante y el agua suelta,
por el álgebra, palacio de precisos cristales,
por las místicas monedas de Angel Silesio,
por Schopenhauer,
que acaso descifró el universo,
por el fulgor del fuego
que ningún ser humano puede mirar sin un asombro antiguo,
por la caoba, el cedro y el sándalo,
por el pan y la sal,
por el misterio de la rosa
que prodiga color y que no lo ve,
por ciertas vísperas y días de 1955,
por los duros troperos que en la llanura
arrean los animales y el alba,
por la mañana en Montevideo,
por el arte de la amistad,
por el último día de Sócrates,
por las palabras que en un crepúsculo se dijeron
de una cruz a otra cruz,
por aquel sueño del Islam que abarco
mil noches y una noche,
por aquel otro sueño del infierno,
de la torre del fuego que purifica
y de las esferas gloriosas,
por Swedenborg,
que conversaba con los ángeles en las calles de Londres,
por los ríos secretos e inmemoriales
que convergen en mí,
por el idioma que, hace siglos, hablé en Nortumbria,
por la espada y el arpa de los sajones,
por el mar, que es un desierto resplandeciente
yuna cifra de cosas que no sabemos
y un epitafio de los vikings,
por la música verbal de Inglaterra,
por la música verbal de Alemania,
por el oro, que relumbra en los versos,
por el épico invierno,
por el nombre de un libro que no he leído:
gesta Dei per Francos,
por Verlaine, inocente como los pájaros,
por el prisma de cristal y la pesa de bronce,
por las rayas del tigre,
por las altas torres de San Francisco y de la isla de Manhattan,
por la mañana en Texas,
por aquel sevillano que redactó la Epístola Moral
y cuyo nombre, como él hubiera preferido, ignoramos,
por Séneca y Lucano, de Córdoba,
que antes del español escribieron
toda la literatura española,
por el geométrico y bizarro ajedrez,
por la tortuga de Zenón y el mapa de Royce,
por el olor medicinal de los eucaliptos,
por el lenguaje, que puede simular la sabiduría,
por el olvido, que anula o modifica el pasado,
por la costumbre,
que nos repite y nos confirma como un espejo,
por la mañana, que nos depara la ilusión de un principio,
por la noche, su tiniebla y su astronomía.
por el valor y la felicidad de los otros,
por la patria, sentida en los jazmines
o en una vieja espada,
por Whitman y Francisco de Asís, que ya escribieron el poema,
por el hecho de que el poema es inagotable
y se confunde con la suma de las criaturas
y no llegará jamás al último verso
y varía según los hombres,
por Frances Haslam, que pidió perdón a sus hijos
por morir tan despacio,
por los minutos que preceden al sueño,
por el sueño y la muerte,
esos dos tesoros ocultos,
por los íntimos dones que no enumero,
por la música, misteriosa forma del tiempo.
JLB
Extraordinaria nómina, Selva.
EliminarTodos tenemos un catálogo íntimo que guardamos en lo más profundo de nuestro entendimiento y que nos acompaña en nuestra comprensión del mundo:
unos conciertos de Brandemburg en Fiésole, el paseo bajo las pérgolas del jardín cerrado, la puerta requemada de los Leones, el Oratorio de Navidad, Giorgione en l’Accademia, la desproporción de unas manos de mármol, los almohadillados de Giulio Romano, el Kol Nidrei, las tardes de Rethymnon, Panagia Kerà y el aroma de sus olivos, Schubert aunque fuera resonando entre ornamentos modernistas, el éntasis de las columnas de jónicas, la ausencia de basa del dórico, la precisión del cálculo diferencial, la emoción ante una la prodigiosa técnica de una entubación que salva una vida, el Miserere Mei Deus de Allegri, las manchas lejanas, la “dona i l’ocell”…
Lo dice mi amiga Odette, ya tuvimos momentos de felicidad.
El chirriar de la noria del tiempo y la resignación nos ofrecen un presente de visiones renovadas.
Deuda :según en que concepto es impagable ,es una deuda eterna pero gratificante como esa deuda moral que le debemos a las obras bien hechas en el amplio sentido de la palabra...
ResponderEliminarPor eso el respeto es siempre necesario y el ego el justo.
Un abrazo feliz finde
Amiga Bertha, creo que las mejores deudas son las impagables, aquellas que son eternas y que cuando las adquirimos nos causaron un placer que aún perdura.
EliminarAbrazos
He disfrutado enormemente con tu poema, casi plegaria, de ese re-cordis -volver a pasar por el corazón- de todo lo que nombras, y por tu reconocida humildad desde tu misma grandeza. Mi sincera enhorabuena por estos versos.
ResponderEliminarTambién ha sido emocionante recordar el poema de Borges que nos acerca Selva.
Abrazos.
Gracias Pitt, celebro que te hayan gustado estos versos.
EliminarEn este poema quiero decir que me rindo ante la belleza que ofrece la realidad tangible. Soy deudor, sólo aspiro a depender estrictamente de la materia, no me interesa el oropel, ni las bambalinas. Me pierdo y no alcanzo a comprender los mundos simbólicos, sólo busco la profundidad en la piel; quiero el equilibrio, sin él, los edificios se caen.
Me desesperan los energúmenos que gritan, echo a correr para que la vehemencia no me alcance. Me interesa mantener un estado de salud positivo y razonable, y comer bien y la conversación con las personas que quiero.
Abrazos
Las deudas impagables son quizás las que nos proporcionaron más felicidad que ninguna otra. Cada uno sabe cuál es la suya. Desdichado quien no tiene ninguna.
ResponderEliminarSalud Francesc.
Anna Babra.
Estas deudas impagables nos tranquilizan porque sabemos que no las vamos a pagar nunca, ja, j@, ja. Otra cosa son aquellas que afectan al bolsillo, las que tenemos que pagar, estas sólo te tranquilan cuando las pagas.
EliminarAbrazos
Me siento deudor de todos los autores de belleza. Te hallas entre ellos...
ResponderEliminarUn abrazo
Amigo Luis Antonio, afortunado aquel que tiene deudas de belleza y las reconoce.
EliminarQué cosas dices, Luis Antonio, no me tomes por acreedor, ya sabes que soy poca cosa.
Abrazos