Me
guardo mucho de juzgar el comportamiento moral de un artista u otro. ¿Cómo voy
a opinar sobre los actos personales de Wagner o de Gesualdo? No me importa lo que hacían en sus vidas privadas. Su comportamiento
es una cuestión moral y no existe ninguna autorización artística para juzgar su
conducta.
Me
interesa la obra de los artistas y no voy a dejar que su comportamiento
personal enmascare su acción creativa y mucho menos visto con una moralina o una óptica
que no coincide con la de la época en que ellos vivieron.
Creo
que se hace un gran agravio a la historia del arte cuando se juzga un
trabajo artístico a partir de las hazañas personales del artista.
Opino lo mismo. No me interesa ni la ideología, ni la vida privada, ni los hechos de gente como Dalí, Picasso, Joaquín Sabina o Woody Allen, me interesa -o no- el resultado práctico de la puesta en práctica de su talento o de sus habilidades como artistas.
ResponderEliminarUn saludo, Francesc.
Amigo Cayetano, es mejor no conocer la ideología ni la vida privada de los artistas, lo que interesa y perdura es su obra.
EliminarSaludos
Eso está claro y, además, de una época a otra
ResponderEliminarcambian los criterios morales.
Véase si no el cambio de nombres en las calles, que más valía que tuviesen números. (¿Los números son inocentes?)
Amiga Viky, con el paso del tiempo todo cambia, también los criterios de valoración del arte, evidentemente también la moral. No podemos juzgar un comportamiento de ayer con una moral de hoy mi
Eliminarotorgarnos una superioridad de criterio para juzgar una determinada moral de un tiempo que no hemos vivido.
Urge cambiar los nombres de las calles: poner nombres neutros (Piedra, agua, aluminio, pluma, pezuña, antena, hueso, pollo, huevo, señora, botijo...) o numerar las calles, además así nos permitiría una ordenación más clara.
Saludos
Completamente de acuerdo con tu apreciación.
ResponderEliminarPero no solamente sucede en la pintura, en la música o en la poesía, sucede incluso con la política.
Sin ir más lejos, no encontrarás a pintor más denostado que Pere Pruna en Catalunya; ni a Zuloaga en Euskadi. No sucede lo mismo con Celine en Francia, al que no se le hacen homenajes, pero nadie ha osado decir que era un mal escritor por tener unas y no otras ideas.
Sucede que, cuando el pastel a repartir es tan paupérrimo, los que tienen el cuchillo, olvidan con perversa excusa ideológica a los escritores que siendo buenos en su oficio opinan diferente al credo que impera.
Un abrazo
Me encanta este toro que nos has puesto hoy.
Amigo Miquel, a menudo y de una forma más o menos explícita, el poder aplica criterios ideológicos para juzgar las obras de arte, los comportamientos de los artistas, o de cualquier otra mujer u hombre significados históricamente en el arte, en la ciencia, en la técnica, en la filosofía, etc. El poder dominante aplica criterios de conveniencia según los intereses, pare ello se vale de mentiras, tergiversaciones, medias verdades y filfas.
EliminarEsto, además de embrutecer la inteligencia, lleva consigo la pérdida de ecuanimidad, el prejuicio y la manipulación histórica. Con esta perversión manipuladora se elaboran planes de estudios, se adoctrina a los maestros y profesores y se dictan las consignas pertinentes a los medios de comunicación.
Sólo el conocimiento y el librepensamiento nos pueden liberar de la acción manipuladora del poder. Ahí está la cultura como el antídoto contra el veneno de la adulteración y mangoneo ideológico.
Abrazos
A veces es la crítica destructiva la que anima estos comportamientos, la moralina o sacar su obra de su contexto histórico y eso es deleznable y, sobre todo, no aporta nada a la interpretación de su obra, pero también está la parte que responde a querer desentrañar el misterio que rodea a todo artista, y hacerlo recurriendo a la confesión, la correspondencia privada, las fotos, el análisis psicológico, el recuerdo de quienes le frecuentaron, cosa que también resulta fútil, como si conocer al mago les permitiera entender su magia.
ResponderEliminarÓscar Domínguez tiene mucha obra referida a la tauromaquia, todo muy picassiano.
Salud.
Amigo Pitt, juzgar una obra de arte tomando como criterio el comportamiento del artista es una idiotez, es rebajar el arte a la categoría de charla de chulitos de saloncito.
EliminarÓscar Domínguez tiene un cubismo muy dinámico. Me gusta.
Saludos
Buenas tardes, personalmente no pudo estar más de acuerdo con esta entrada.
ResponderEliminarNormalmente el que juzga una opinión, una obra de arte o demás en función del emisor o del autor de la misma, suele ser bastante idiota, porque no escucha, no mira, no entiende, solo etiqueta, el pobre no vale para más. Además cuenta con la desventaja cerril de que ya le han dicho la etiqueta que tiene que poner el jefe de su "rebaño", el pobre cenutrio ni tiene que pènsar en la etiqueta que hay que poner al autor, ¿para que le va a escuchar, observar o intentar aprender?.
Cuando a uno le preguntan si le gusta esto y te empieza a contar que escuchar eso es cosa de nazis, puedes llegar fácilmente a la conclusión de que nunca lo ha escuchado y de lo que es peor, es muy posible que nunca lo escuche.
Esto hace años, cuando no había tantos medios para informarte era entendible, casi perdonable, hoy ya no se. Ver a personas que no preocupan de escuchar, mirar, entender, ser curiosos con todo lo que tenemos a nuestro alcance, la verdad es que no lo entiendo, se parecen demasiado a esos de las madrasas y los rosarios pretéritos.
La música, el arte, la literatura, la arquitectura (con su permiso), para mi no tienen ideología, tienen buenos y malos intérpretes. Claro esta que algunos a falta de ingenio, sabiduría o talento bien se arropan en la ideología . Pero para beneficio de la Humanidad, no duran, porque no transmiten, así lo veo yo, que todavía voy "desasnandome" por el mundo.
Un saludo.
Amigo Daniel, las ideologías, las críticas morales sobre la personalidad del artista, los intereses comerciales, las creencias más o menos esotéricas y otras majaderías sólo sirven para ensuciar la percepción de la obra de arte: rechazar la obra de Wagner porque su música gustaba a los nazis es una imbecilidad, detestar la obra de Caravaggio o de Cellini porque eran unos pendencieros es una sandez inconmensurable, decir que Carlo Gesualdo era un mal artista porque era un mal sujeto es no haber entendido nada de nada.
EliminarTodas estas actitudes cargadas de moralina son una muestra de incultura.
Saludos
Eso, dices bien, lo que perdura es su obra. Qué nos habríamos perdido si, por ejemplo, Caravaggio hubiera vivido hoy en día. Hubiera sido lacerado sin misericordia alguna. Quien dice Caravaggio dice tantos otros.
ResponderEliminarPor otra parte, creo que lo ha dicho alguien más arriba, pero insisto en ello: ya no solo es una cuestión de vida privada, es cuestión también de ideologías. Se aplaude y se premia al que cumple con eso que llaman "políticamente correcto" y se desdeña e ignora al que está fuera de ese maniqueo esquema. Y así nos va. Esto es un erial.
Sí, GranUribe, esto que parece que está muy claro, que no debemos anteponer el comportamiento personal del artista a su obra; esto que todos tenemos meridianamente claro, de que las moralinas enmascaran el obra del autor, todo esto, digo, parece que se olvida. Los medios de comunicación, la escuela, muchos de los críticos de arte, los maestros, etc. todos nos cuentan las hazañas y trivialidades de los artistas, que aún siendo divertidas o morbosas nada tienen que ver con el arte. Además la mayoría de estas consideraciones morales ejercen un acción manipuladora de la historia, véase la nefasta y horripilante película de Amadeus, donde presenta a Mozart como si fuera un tontín y a Salieri como si no fuera otra cosa que un envidioso inepto.
EliminarUf! qué desgracia que tengamos que aguantar a tanto imbécil con carnet.
Salud
Buena reflexión. No son pocos los que condicionan el valor de la obra con la vida personal de su autor. Cosa que no debería hacerse...
ResponderEliminarSaludos
Amigo Luis Antonio, incluso en gran parte de la crítica especializada vemos con estupor como se consideran más las anécdotas y la ideología del artista que su obra.
EliminarSaludos
La obra habla por sí misma y expresa todo lo que el artista ha querido comunicar. Luego, las peripecias vitales son asunto de entretenimiento social, chascarrillos de los que ningún artista se libra, pero como bien dices, no está ahí lo sustancial.
ResponderEliminarAbrazos
Claro que sí, Marga, nos basta con la obra y nos sobra la anécdota personal del artista.
EliminarAbrazos
y qué hay de Neruda, a lo menos difícil de explicar..., y de Vargas Llosa, el de hoy será que es el mismo que escribió La ciudad y los perros, discrepo con la propuesta, no puedo admirar la obra de un torturador.
ResponderEliminarYo no sé lo que hay detrás de las obras de muchos artistas y casi nunca me interesa nada de lo que pueda haber. Lo que sí tengo muy claro que a mí no me corresponde juzgar comportamientos.
EliminarSaludos
la convivencia exige acordar una ética de máxima, por ejemplo no practicar la antropofagia. Sin ese paraguas explícito y no explícito el Hombre no podría vivir en comunidad nómade o sedentaria. Es respecto de esa que queda pautado lo que sí y lo que no es moralmente aceptado. No es aceptado que a la muerte de un vecino por Covid el barrio coma sus restos. El arte es una manifestación del hombre para el Hombre, ergo no es posible pasar de juzgar, tomar partido. No creo sea posible admirar un lienzo pintado con sangre del vecino ni admirar cánticos de gente obligada a cantar o morir. El Hombre existe en tanto exista un semejante, no puede pasar del otro, no es una elección, es ontológico. Eso es bueno, no cabe duda que exige compromiso.
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