Muerte de la Virgen. 1606. Caravaggio
Como cualquier otra manifestación humana, el arte se va
adaptando al orden de los tiempos. Nada sobrevive sin una adecuada adaptación.
El arte utiliza los materiales y los medios tecnológicos de que dispone en un momento determinado. Con todo ello, el artista elabora su “expresión artística”.
Esto no significa que los
medios o materiales tradicionales queden arrinconados. El lienzo, el bloque de
piedra y los pentagramas continuarán y se adaptarán al signo del tiempo y
convivirán con las nuevas tecnologías: el video-art, el happening, las
instalaciones, el arte sonoro, la performance, el sempler, los hologramas, la
inteligencia artificial…
En definitiva, el arte se adapta y transgrede. Se puede transgredir tanto con las formas tradicionales de expresión, como con las nuevas tecnologías.
My bed, 1998. Tracey Emin
La música, el ballet, la escultura, la pintura, la arquitectura nos han proporcionado obras magníficas cuya potencia transgresora ha significado un avance notable en la historia arte, que es como decir en la historia de las civilizaciones. Alguien ha dicho que la historia del arte es la historia de las transgresiones.
El arte ha transgredido y preservado lo más valioso que tiene el ser humano. Diríamos que el arte es el cofre donde se guardan los tesoros más preciados de la civilización. Miguel Ángel, Bach, Leonardo, Bellini, Cellini, Cézanne, Stravinski, transgresores todos, cuyas obras quedan guardadas en el cofrecillo del arte.
Estoy convencido de que las formas de expresión derivadas de las
nuevas tecnologías, también nos proporcionaran obras transgresoras
que servirán para avanzar por este sendero de zarzas y amapolas.
Veo,
sin embargo, un peligro en la utilización de las nuevas tecnologías en cuanto a la transgresión se refiere. El
happening, la performance, las instalaciones… son medios que ofrecen una
enorme posibilidad de transgresión y al mismo tiempo una grandísima posibilidad de
construir un espectáculo de luces y colores donde el oropel del artista y la
frivolidad imperan sobre la expresión formal.
Encontramos
ejemplos de utilización de las nuevas tecnologías que no son más que un discurso
burdo, más rebuscado y vanidoso que transgresor. Y lo encontramos
muy a menudo en certámenes, exposiciones, encuentros artísticos.
El
artista cae en el ridículo, en un ridículo de hologramas, de inteligencia
artificial y de sonoridades ruidosas. ¿Es culpa de los medios de expresión? No,
absolutamente no, pero aseguro que las nuevas tecnologías enmascaran con mucha facilidad la
chabacanería.
SÓLO
UNA LÍNEA MUY FINA SEPARA LO TRANSGRESOR DE LO CHABACANO.