Fue
Art Nouveau en los países galos, Modern Style entre los anglosajones, Jungendstil en las tierras germánicas, Nieuwe Kunsten en los Países Bajos, Sezession en la Viena imperial, Liberty en Italia, Modernisme en Cataluña que luego se extendió por España en las
diversas formas de modernismo como el melillense, el madrileño, el valenciano o
el alcoyano.
Todas
fueron manifestaciones de un romanticismo tardío, de un decorativismo con tintes nacionalistas, algunos de ellos
fundamentalistas sospechosos.
Aquellos
modernistas creían romper con el pasado y decían “el futuro ya ha comenzado”,
pero, se caracterizaban por mirar hacia atrás, unas veces hacia remotas
mitologías y otras veces su mirada pueril y plácida se extendía sobre la Edad
Media. Pero lo sorprendente es que además miraban hacia otro lado. Era una mirada
extraviada.
No
se trataba sólo de buscar una inspiración en tiempos pasados, sino que
además la buscaban en lugares alejados.
Así,
por ejemplo, encontramos que las fuentes de inspiración del modernisme se sitúan en la Edad Media y
buscan modelos imaginarios entre las brumas del norte. Les gustan los dragones
y los dioses escandinavos.
Los
espíritus modernistas de Barcelona se encandilaban con la mitología wagneriana.
Se entusiasmaban con las leyendas artúricas y la Materia de Bretaña.
Estos
románticos nacionalistas, andaban perdidos en el tiempo y en el espacio. Su
mirada extraviada se complacía con las princesitas pálidas y con las frías
nieblas septentrionales.
Portal (Dresden). Arquitecto Friedrich Wilhelm Hertzch
Sus compañeros decorativistas, de la Sezession vienesa o los del Jungendsil bávaro también andaban con la mirada extraviada. Ellos eran del norte y contemplaban el sur. El remoto sur, donde el sol abrasa la Puerta de los Leones. Miraban hacia Micenas y hacia Creta.
En
la decoración germana de la Sezession y del Jungendstil, en el diseño de carteles y en la cerámica, hallamos una abundante iconografía cretense: toros
estilizados, dioses azules, pulpos del Paleocastro, delfines, efebos con
cintura de avispa, peces negros, cascos con plumas y esvásticas sospechosamente
precursoras.
Aquellos
modernistas germanos copiaban la indumentaria de las diosas de Cnosos, los
vasos de Kamares. En Viena y en Múnich decoraban oficinas bancarias con
columnas lacadas en rojo y oro. Aquello parecía un palacio minoico redivivo.
En
las fiestas de disfraces de Renania y en los Kunsttheater rememoraban al famoso Príncipe de los Lirios de Cnosos
luciendo el penacho de plumas, las diosas de las serpientes y las damas de
azul.
Esta
“cretomanía” duró hasta 1914 cuando ya había comenzado la Gran Guerra.
La Primera Guerra Mundial se llevó por delante modernismos y toda clase de romanticismos tardíos.
Aparecieron otros estilos artísticos renovados que se encargaron de expresar el dolor y la barbarie del siglo XX. Algunos de estos estilos se dedicaron a exaltar los regímenes totalitarios que más tarde dieron lugar a la otra gran conflagración, la Segunda Guerrra Mundial.
La Primera Guerra Mundial se llevó por delante modernismos y toda clase de romanticismos tardíos.
Idylle. Gustav Klimt
Aparecieron otros estilos artísticos renovados que se encargaron de expresar el dolor y la barbarie del siglo XX. Algunos de estos estilos se dedicaron a exaltar los regímenes totalitarios que más tarde dieron lugar a la otra gran conflagración, la Segunda Guerrra Mundial.
Aquí,
el diseño y la efervescencia modernista también se fue abandonando. Las señoras
modernistas del l’Eixample de Barcelona fueron sustituyendo sus joyas de
Masriera por colgajos y broches Art Decó y
posteriormente Noucentista.