Els tres micos místics.
Imagen, Francesc Cornadó
NO VER,
NO OÍR,
NO HABLAR. Se trata de no ver por prudencia, no oír los cantos de sirenas y evitar el ruido y finalmente, no decir nada y callar por discreción.
NO OÍR,
NO HABLAR. Se trata de no ver por prudencia, no oír los cantos de sirenas y evitar el ruido y finalmente, no decir nada y callar por discreción.
El cafarnaum, la pachanga y el jolgorio distraen. Sólo con
el control sensorial, la contención y una buena dosis de escepticismo
conseguiremos la concentración necesaria para verlo todo con mayor claridad.
No es aislamiento, no es mística, es prudencia y sobre todo
discreción.
Ahora, las virtudes de los tres monos
sabios -no ver, no oír, no hablar- nos las proporcionan las multinacionales,
previo pago de las correspondientes cuotas y el sacrificio de nuestra intimidad.
Nos sustituyen la realidad del paisaje por la realidad de la
pantalla. Nos lo ponen fácil, pagando, eso sí.
No es preciso cerrar los ojos, no necesitamos taparnos los
oídos con cera blanda, ni hace falta que nos pongamos un bozal para callar.
Ahora disponemos de una realidad paralela que nos permite asistir a una puesta
de sol en la pantalla. En el ordenador podemos escuchar infinidad de melodías y
además ponemos permanecer callados, pues si dijéramos algo, el ordenador tampoco
nos escucharía.
Con la nueva mística de la pantalla, todos seremos más discretos, a
costa de haber perdido la capacidad de observación de la realidad.