jueves, 28 de abril de 2016

La melancolía reflexiva de Lorenzo el Magnífico

Piero di Lorenzo de Medici retratado por Domenico Ghirlandaio

A pesar de su magnificencia Lorenzo di Piero de' Medici (1449-1492) -detto anche il Magnifico- sufrió de melancolía.

Los excesos de finales de quattrocento que tanto indignaban a Savonarola, provocaron en el ánimo de Lorenzo de Medici un sentimiento de huída. El alma del Magnífico se tornó melancólica y un verano, este  mecenas, Príncipe de Florencia, se alejó del Arno, como si fuera una de aquellas lechuzas que volaban hasta Fiésole, y abandonó la ciudad.

En el ánimo de Lorenzo el Magnífico, la melancolía no fue molicie ni flojedad de espíritu sino más bien una actitud de reflexión sobre lo trágico de la condición humana.

He aquí alguno de los versos que escribió:

Quante’è bella giovinezza,
Che si fugge tutta via!
Chi vuol esser lieto sia,
Di doman non c’è certezza...


¡Qué hermosa es la juventud,
a pesar de que se escapa!
Quien quiera estar alegre que lo esté
pues del mañana no hay certidumbre...


En más de una ocasión, a lo largo de la historia, las épocas de excesos y de ostentación han dado paso a unos periodos largos de decaimiento, de postración o de melancolía.

No creo, sin embargo, que ahora, después de la era de la ostentación y del endeudamiento que hemos pasado, caigamos en una etapa de melancolía sino más bien en un largo periodo de abandono intelectual o de flojera creativa: en una larguísima miseria social.

martes, 26 de abril de 2016

Arquitectura de posguerra

Iglesia de Villanueva de Franco, (1949) arquitecto Arturo Roldán Palomo

La Guerra Civil cercenó el racionalismo y todas las vanguardias artísticas. Las cabezas pensantes fueron aniquiladas. Exilio, muerte o represión.

La arquitectura también sufrió el duro golpe de la barbarie y toda construcción o reconstrucción nacional vino marcada por la imposición de un estilo ecléctico-patriotero que recordara las “glorias hispanas”. Se interpretaron los estilos fascistas o los modelos nazis que, debidamente pasados por el cedazo del Movimiento Nacional, se convirtieron en una especie de "cosa" adocenada que ha sido calificada de arquitectura franquista.

La arquitectura de posguerra presentaba diversos matices, todos ellos opuestos a cualquier signo de modernidad, con estilos diferentes: "neoherreriano", "regionalista", "neovilanoviano", "ruralista" y con ellos, una serie de variantes que corresponderían a las diferentes facciones del poder franquista, por ejemplo, "tradicionalistas", "carlistas", "juanistas", "africanistas", "falangistas", etc.
Universidad Laboral de Gijón, (1946-1956) arquitecto Luis Moya Blanco

En Cataluña todo este retroceso se impuso con un carácter ecléctico, no exento de rechazo a todo lo moderno. Vendría a ser una especie de recreación del noucentisme tardío, pero a "lo malo". Encontramos como ejemplos los colegios mayores situados junto a la Facultad de Farmacia en Barcelona, también el Instituto de Secundaria Milà i Fontanals en la plaza Folch i Torres o la Iglesia de la Mare de Déu dels Àngels en la calle Balmes de Barcelona.

Por todas partes dominaba la reacción contra la arquitectura moderna.

La vanguardia arquitectónica de antes de la guerra representada por los arquitectos del GATPAC/GATEPAC quedó eliminada. Aquellos profesionales revolucionarios del GATPAC/GATEPAC que confiaban en las bondades de la arquitectura y que estaban convencidos que ésta es un bien cultural, una de las bellas artes que debe estar al servicio del ciudadano y que su función es resolver los problemas del habitat humano; aquellos arquitectos digo, desaparecieron: Aizpúrua fue asesinado, Sert tuvo que exiliarse, Torres Clavé murió en el frente de guerra, fueron reprimidos o silenciados grandes profesionales como Armengou, Illescas, Rodríguez Arias, etc.

Y después de la barbarie y la muerte, los arquitectos que continuaron proyectando, lo hacían en condiciones desfavorables, completamente desconectados de los movimientos de las vanguardias que se sucedían en Europa o en América. Tuvieron que someterse a las directrices de las autoridades franquistas.

Salvo honrosas excepciones, se produjo una arquitectura folclórica, roñosa, piojera, zafia y ramplona construida sobre cimientos de corrupción y favoritismos.

En la postguerra, ahora y siempre, la cultura arquitectónica depende del tono general de la cultura y de los factores históricos y sociales. Arreglar aquel desaguisado era una cuestión política y los arquitectos debían colaborar haciendo una arquitectura digna y bien construida. Ya sabemos que no corresponde a la arquitectura la solución de los problemas sociales ni de las injusticias. La arquitectura sólo puede resolver problemas de arquitectura y con esta tarea ya va bien servida. Pretender salvar cualquier otra cosa es puro engreimiento.
 Casa Agustí, (1955) arquitecto Josep M. Sostres

Surgieron, sin embargo, en aquellas décadas de precariedad, algunos buenos artistas y grandes arqutiectos que supieron renovar o recuperar el lenguaje de las vanguardias. Admiramos la obra de algunos arquitectos esforzados -Coderch, el Grup R, Fisac, etc-  que supieron recuperar la modernidad perdida. Construyeron bien, de acuerdo con los principios de la estática, de la estética y la funcionalidad y fueron conscientes de que con su labor, que hoy me atrevo a calificar de heroica, sólo pretendían solucionar problemas de arquitectura y de construcción.

viernes, 22 de abril de 2016

Las esferas del caos

La superficie de la esfera es el lugar geométrico de puntos del espacio que equidistan de un punto.

Planteado así, geométricamente, nos encontramos con una superficie ordenada, limpia y precisa.

Los puntos son infinitos, no tienen dimensión y se hallan idealmente apelotonados, unos adyacentes a otros y sin amontonarse. Ocurre sin embargo que la idealización es una cualidad que otorgamos a Dios o a la razón y que se altera con la realidad, ésta genera el caos.

Las esferas son ideales, sólo existen en nuestro intelecto. Son esferas amigas, esferas que producen música, esferas del universo, esferas que forman el eco del conocimiento, esferas inexistentes pero que son el soporte de una realidad caótica.

No existe el arte de las esferas. En el caos de la vida, el artista sólo puede expresar el caos, aunque en su imaginación y en su inteligencia exista la perfección y esta trasciende en el arte como realidad caótica.

miércoles, 20 de abril de 2016

Giacomo Leopardi

Me declaro un rendido admirador de Leopardi.

He seguido su experiencia literaria, mi fascinación por su obra me ha llevado a Recanati, donde tengo grandes amigos, he visitado su biblioteca y he intentado comprender el “Infinito”, aquel jardín desde el cual no se desdeña ninguna iluminación.

La contemplación del jardín podría explicarme la actitud de los artistas del quattrocento ante la naturaleza, sin embargo no fue ésta la mirada de Leopardi, la suya se aproximó más a lo sguardo ispirato de los románticos del sur.

Sus Canti son en mi opinión uno de los monumentos poéticos de mayor envergadura de la literatura europea.

Su “Zibaldone” es una obra colosal. Muy larga. Un dietario donde Leopardi apunta sus pensamientos sobre el mundo y sobre el drama humano, hace consideraciones sobre el suicidio, sobre la filosofía y la poesía y muy especialmente sobre la lengua.
En el Zibaldone dice cosas como esta:
en este mundo todo es una locura, excepto hacerse el loco. Todo es risible, menos reírse de todo. Todo es vanidad menos las bellas ilusiones y las frivolidades agradables...

Leopardi es un fenómeno literario capaz de explicar el romanticismo desde la más pura iluminación clásica.

Fue un hombre desgraciado, devoró literalmente su enrome biblioteca y en ella se dejó la salud, el estudio le destruyó. Su columna vertebral se le fue encorvando hasta convertirlo en un jorobado.

Salía de su casa y se reían de él. Al pasar, los niños le gritaban: gobbo fotuto.

miércoles, 13 de abril de 2016

Florilegio de las piedras. Vanitas vanitatis


Si no es para dar cobijo, la colocación de una piedra sobre otra es un principio de vanidad.

Un sillar gótico sobre otro, juntos y bien aparejados, se convierten en una vanidad teológica petrificada.

Un pedrusco civil colocado sobre otro, formando una muralla, son una vanidosa voluntad de separación.

Una piedra románica sobre otra piedra expresan con toda vanidad el dominio sobre los feligreses.

Un sillar de mampostería puesto sobre otro, formando los muros de un castillo medieval, son una voluntad vanidosa de tiranía.

Una piedra tallada en forma de moldura colocada encima de otra moldura para formar la puerta de un banco es la expresión de la vanidad del dominio económico.

La vanidad de las piedras es la petrificación de la vanidad de los hombres.

sábado, 9 de abril de 2016

Pachanga cultural

Retrato de Michael Jackson con su chimpancé.
Jeff Koons


Hace unos 10 años los responsables públicos de la política cultural se dejaban llevar por el papanatismo ante las obras de arte producidas en el extranjero, además se mostraban sensibles y caritativos con las producciones sensibleras de muchos artistas locales y se dejaban llevar por la ñoñez benéfica.

Aquellos ingredientes eran tenidos en cuenta para hacer la programación de las actividades culturales y para decidir cómo debían llenarse los museos. En uno y en otro caso la calidad artística entendida como un bien cultural de interés público brillaba por su ausencia. Con el proceder de estos gestores culturales se juntaba la banalidad con la tontería provinciana.

Hoy, el panorama cultural institucional ha bajado al hoyo más profundo de la incultura y aquellos conceptos que entonces denostábamos son actualmente incomprensibles por muchos políticos y gestores culturales. No llegan siquiera a aquel nivel. La falta de conocimiento que demuestran los responsables políticos, la frivolidad de su gestión y el desconocimiento que tienen de la función social del arte, hace que aquellos problemas de entonces sean algo que ahora ni lo pueden imaginar. No pueden imaginar ni siquiera el planteamiento del problema.

A nuestros gestores de la política cultural, aquello que entonces era criticable, ahora no les cabe en la cabeza ni forma parte del planteamiento del problema, porque para ellos no hay problema.  
Para los personajes frívolos que dirigen las instituciones no hay otro objetivo que el espectáculo, venga de donde venga, ya sea una majadería extranjera o una ordinariez local, el caso es que divierta. Que la producción artística pase por ahí sin criticar, que la transgresión desaparezca del panorama cultural y que la fiesta continúe.

Los programas culturales organizados por los servicios públicos se llenan de frivolidad, de fiesta pueril y anodina. Solamente son espectáculo, pachanga y diversión, tan lícita como se quiera pero son algo que nada tiene que ver con la cultura. Y los políticos responsables contentos, saltando y bailando, contemplan como transcurre la pachanga de la frivolidad.

miércoles, 6 de abril de 2016

Florilegio modernista


El modernismo es un estilo romántico tardío que aún suspira por las princesas que se asoman a las ventanas de los castillos y ondean sus pañuelos al viento.

Domenech i Montaner y Puig i Cadafalch, colocaron elfos y dragones en las fachadas. Los dos, además de la arquitectura, se dedicaron a la política.

La arquitectura modernista es petulante, jactanciosa, altanera y bien construida.

La pintura modernista es achulada, sensible, engreída, arrogante y muy inspirada.

La escultura modernista aunque lamida es bravucona, provocadora, genial, envalentonada y con un gran control y dominio del gesto escultórico.

Sólo un modernista genial consiguió zafarse del coup de fouet pero cayó en la locura panteista.

domingo, 3 de abril de 2016

He mirat aquesta terra



Quan la llum pujada des del fons del mar
a llevant comença just a tremolar,
he mirat aquesta terra,
he mirat aquesta terra.


Quan per la muntanya que tanca el ponent
el falcó s'enduia la claror del cel,
he mirat aquesta terra,
he mirat aquesta terra.
Salvador Espriu

     Cuando la luz subida desde el fondo del mar
     en levante comienza a temblar,
     he mirado esta tierra,
     he mirado esta tierra.
     
     Cuando por la montaña que cierra el poniente
     el halcón se llevaba la claridad del cielo,
     he mirado esta tierra,
     he mirado esta tierra.

…el poema de Salvador Espriu sigue.

Hace muchos años que leí este poema de Espriu. Como el poeta, yo también miré esta tierra y ahora continúo leyendo Espriu y continúo viendo esta tierra.

Esta tierra con ciudades sucias y con un paisaje mal urbanizado, con un litoral que ha sido pasto de la especulación inmobiliaria, un lugar donde los demás están para fastidiarme y los que mandan están para robar. Una tierra donde sé de antemano que todo lo que tengo me lo quitarán y que todo lo que digo se olvidará y que todo lo que he levantado se hundirá.

He mirat aquesta terra

y no me he echado a llorar, aunque podría haberlo hecho viendo como el halcón se llevaba la claridad del cielo.

sábado, 2 de abril de 2016

Club Cobalto 49

La cultura catalana es proclive a la formación de grupos artísticos más o menos estables y activos. Sólo basta que algunos artistas que comparten una forma de expresión artística o algo similar, se reúnan alguna vez, cambien impresiones, se muestren sus obras entre ellos y decidan alguna acción conjunta, para que busquen un nombre y formen un grupo artístico.

Con independencia de su estabilidad, generalmente estos grupos han supuesto un avance artístico cualitativo.  Han durado más o menos tiempo, han llevado a cabo acciones muy notables y finalmente se han disuelto, casi siempre como respuesta al cambio o evolución de las formas de expresión.

Entre los grupos más conocidos encontramos el surrealista Dau al Set, recordamos ADLAN, Els Quatre Gats, y Grup R. Quizás más olvidados, Gallot, Música Oberta, Grup de Taüll y el Club Cobalto 49. Este último tan activo como olvidado.

El Club Cobalto fue fundado el 28 de abril de 1949 en Barcelona por Joaquim Gomis, Sebastià Gasch, Joan Prats, Sixte Illescas y Eudald Serra que procedían de ADLAN (Amics de l’Art Nou), junto a ellos Maria Teresa Bermejo y Ramon Santos Torroella, ambos de la revista de arte Cobalto, de la que tomaron el nombre.
Aquellos intelectuales y artistas se proponían difundir el arte más avanzado del momento. Organizaron la primera gran exposición de Joan Miró, lo que supuso la reincorporación del pintor al panorama artístico de Barcelona después de su estancia en París; en Terrassa organizaron la primera Exposición Antológica de Arte Contemporáneo  donde se reunieron obras de Modest Cuixart, de Joan Ponç y de Antoni Tàpies.

No solo artes plásticas, el Club Cobalto 49 organizó sesiones de jazz, colaborando con el Hot Club. Más adelante organizaron conciertos de  música contemporánea con el grupo Música Oberta, movimiento musical de vanguardia fundado en 1960 por el compositor y miembro del grupo Josep M. Mestres i Quadreny.
 
Josep M. Mestres Quadreny y Francesc Cornadó (foto Jaume Maymó)

En medio de aquella sociedad castigada por el franquismo, el Club Cobalto 49 fue un verdadero impulsor de la vanguardia artística de Cataluña.

Gracias al mecenazgo de Joaquim Gomis, uno de los miembros del Club Cobalto 49, trajeron a Barcelona a Merce Cunningham, John Cage y todo un cuerpo de ballet con el fin de organizar una presentación de  la vanguardia artística en Barcelona. Parece que la excentricidad y atrevimiento de aquellos artistas no fue posible representarla en ninguna sala de Barcelona y se recurrió a tal efecto a una representación en la magnífica villa racionalista La Ricarda, en el Prat de Llobregat. La Ricarda se convirtió en el escenario de numerosas sesiones musicales de vanguardia.


 
La Ricarda (1949-1963) Arquitecto Antonio Bonet

Los movimientos artísticos más avanzados tenían en Barcelona un vigor extraordinario. En plástica el conceptualismo y la abstracción lírica seguían la huella de modernidad que había iniciado Dau al Set, en música, unos años después, la atonalidad de Lewin Richter, Mestres Quadreny, Gabriel Brncic y Lluís Callejo se escuchaba en el Instituto Francés y en cinematografía, la Escuela de Barcelona, con influencias de la Nouvelle Vage nos dejó unos films polémicos y muy bien dirigidos que plantaban cara al cine mesetario. Véase https://es.wikipedia.org/wiki/Escuela_de_Barcelona_%28cine%29

La gauche divine, en todo su esplendor, fue un estrépito que despertaba a la alta burguesía de su adormecimiento franquista. Sus hijos apostaron por el compromiso artístico y abanderaron la movilización universitaria.  Más adelante los Setze Jutges, el rock progresivo de Música Dispersa o de Màquina y las apuestas Pop fueron consolidando la modernidad abierta que preconizaba Gomis.
Sin embargo, en aquella efervescencia se estaba cociendo algo pernicioso: la decadencia cultural del catalanismo moderno. Una concepción cerrada y provinciana, instrumentada por una política de vuelo gallináceo, sustituía la reflexión sobre las vanguardias por una autocomplacencia dulzona.

 

Sueño dulzón que despertó un poquito con las Olimpiadas del 92 pero que luego volvió a caer en la modorra en la que todavía estamos sumidos.