viernes, 31 de enero de 2020

Del Modern al Postmodern


  
Ya ha salido de imprenta

Del Modern al Postmodern

El libro está editado por SD·Edicions en su colección Les Plaquettes.

Próximamente presentaremos este breve ensayo sobre el transcurso de las vanguardias artísticas del siglo XX a nuestros días.

Se trata de un recorrido sobre la dispersión del arte moderno y su deriva y transformación hasta el arte posmoderno.

Para hacernos una idea del contenido, ahí está el sumario:

1)    Transcurso
2)    Perversión de la razón
3)    Ataques al Movimiento Moderno
4)    Minimal Art
5)    Pop Art
6)    El manierismo del Pop-art
7)    Postmodern

miércoles, 29 de enero de 2020

Plaza de Les Glòries

En medio de un caos urbanístico espantoso, donde encontramos unas vías férreas, un mercado de objetos viejos, unas barracas, unas obras interminables, unas vías de tranvía y un desorden total de alineaciones urbanísticas, ahí, en la plaza de Les Glòries de Barcelona y en sus aledaños, nos tropezamos con algunos ejemplos muy destacables de arquitectura de autor.

No son a mi entender los mejores ejemplos de buena arquitectura. Se trata de la obra de unos muy buenos arquitectos a los que admiro, auténticas autoridades en el panorama arquitectónico mundial. 

Dado que yo no comparto el argumento de autoridad (argumentum ad verecundiam), no voy a decir que la autoridad esté presente en la totalidad de la obra de un autor ni voy a admirar, necesariamente, todas las obras de un autor admirado. Algunas son simples deposiciones de autor.

Las obras de la plaza de Les Glòries parecen interminables, ahora un túnel, antes un paso elevado, un tendido de vías de tranvía, una modificación de alineaciones de vial, etc. Recuerdo que cuando era niño jugaba a futbol en esta plaza y recuerdo haber visto la transformación de la fábrica de la Hispano Olivetti en un gran centro comercial.

El paisaje urbano de la plaza de Les Glòries ha ido cambiando, ha ganado en desorden, parece que sea la expresión del urbanismo de nuestros tiempos líquidos.

En medio del maremágnum urbanístico de esta plaza, encontramos el Auditorio de Barcelona (L’Auditori), el Teatro Nacional de Cataluña (Teatre Nacional de Catalunya), el Museo del Diseño de Barcelona (Disseny Hub Barcelona) y por allí, entre estos grandes edificios promovidos por las instituciones públicas, hallamos el conjunto de Els Encants, que es una especie de mercado de cosas viejas.


L’Auditori



El edificio del Auditorio de Barcelona se inauguró en 1999 y su autor es Rafael Moneo, arquitecto que admiro. Recuerdo sus clases en la asignatura de Proyectos de la Escuela de Arquitectura, donde nos explicaba con gran maestría los criterios para organizar el espacio interior de un edificio.

Moneo es Premio Pritzker de arquitectura (en 1996). Su prestigio mundial está de sobra reconocido. Yo comparto este reconocimiento.

Moneo ha proyectado edificios de viviendas, museos, edificios administrativos, religiosos, etc. pero no recuerdo que nunca haya proyectado un edificio industrial y no sé si esta circunstancia le ha producido alguna desazón, no lo sé, pero al ver el edificio del auditorio de Barcelona tengo la sensación que el profesor Moneo ha querido resarcirse de tal eventualidad.

L’Auditori de Barcelona parece un edificio de un polígono industrial, unas fachadas “poligoneras” que albergan una sala de conciertos magnífica. Estas fachadas planas, con unas placas de color marrón desentonan en el entorno urbano de l’Eixample barcelonés, parecen exportadas de cualquier polígono industrial de extrarradio.

Probablemente, cuando Moneo proyectaba el auditorio de Barcelona, como si de un visionario se tratara, ya imaginaba el caos arquitectónico de la plaza de Les Glòries y, con coherencia, trazaba los planos pensando en el barullo de tipologías que años más tarde habría de ser aquel entorno urbano.


 Teatre Nacional de Catalunya




El Teatre Nacional de Catalunya se inauguró con toda la pompa a finales de los años 90 del siglo pasado, no en balde se trataba de una “estructura d’estat” y por este motivo se añadió el calificativo de “Nacional de Cataluña”

El arquitecto Ricardo Bofill con su Taller de Arquitectura supo expresar la ostentación y circunstancia del asunto. Proyectó un templo griego espantoso y, para dar suntuosidad a una obra, colocó el edificio sobre a un estilóbato de 28 escalones, así ganaba todo en boato y desproporción.

Bofill proyecto una pieza extemporánea, un edificio con una doble fachada compuesta por un muro-cortina en el exterior y otra, en el interior, de piedra artificial. Como todo templo griego, el edificio se cubre a dos aguas que, en este caso, es una cubierta metálica apoyada en una columnata exterior formada por columnas desproporcionadas de orden dórico romano, son columnas chaparritas construidas de hormigón que contribuyen a dar fastuosidad al conjunto.

Ricardo Bofill es un buen arquitecto, admiro su compromiso y su trayectoria profesional. Sus obras como el Walden 7 y el Barri Gaudí de Reus me parecen sensacionales. También el edificio de la terminal del aeropuerto de Barcelona, el Sunshine Upper East de Pekín, la United Airlines Tower de Chicago, el Edificio Shiseido (Ginza, Tokio), la Paix Residentiel de Dakar, Senegal, etc. puedo incluso llegar a admirar su especulación formal a partir de los modelos clásicos, pero no así este Teatre Nacional de Catalunya que me parece espantoso, un alarde de ostentación y vanidad de aquel que hizo el encargo. 


Museu del Disseny




foto de Íñigo Bujedo


Foto de Lourdes Jansana


El edificio del Museo del Diseño de Barcelona (Disseny Hub Barcelona) se inauguró en 2013, en plena época de crisis, cuando sus efectos se hacían evidentes en las calles de nuestras ciudades, cuando una arquitectura ostentosa hería la sensibilidad de los que padecían aquella crisis.

El museo fue proyectado por el equipo MBM arquitectes con la figura de Oriol Bohigas al frente, arquitecto de referencia de la modernidad barcelonesa, ellos fueron los autores del plan urbanístico de la Barcelona Olímpica.

Se trata de un centro cultural de más de 29.000 m² de estética post-modern. Un edificio desmesurado, que se construyó con el propósito de albergar muchas cosas (moda, diseño industrial, diseño digital, artes decorativas, cerámica, arquitectura, artes gráficas, etc.), y que ahora alberga muy pocas.

En su interior todo es vacío, unos grandes vestíbulos que parecen un monumento a las escaleras mecánicas, unos espacios dobles que no contienen más que aire y ostentación espacial, una desorganización de recorridos nefasta, tal que para ir al museo, que está en la planta baja, te obligan a bajar al primer sótano a comprar las entradas y, luego volver a subir. En el recorrido encontramos una biblioteca pública, un centro de documentación, mucho espacio libre, unas salas desperdigadas, un bar con gente que toma un café y otros allí sentados que hacen calceta, todo metido en medio de la suntuosidad del espacio vacío.

Exteriormente, el museo se caracteriza por su afán de imponerse sobre la vía pública. Un gran voladizo parece engullir la calle, los tranvías y los peatones. Con un despliegue de volúmenes superpuestos el edificio contribuye al caos urbanístico de la plaza de Les Glòries.

Para mí, Bohigas es un arquitecto de referencia. Siempre he admirado su esfuerzo de racionalización, del buen uso de los materiales, su apuesta por la construcción como factor generador de una buena arquitectura y por su buen urbanismo.

Sin embargo, visto el edificio del Disseny Hub Barcelona, se diría que a Bohigas le sienta mal el post-modern. Él, mi admirado profesor, se maneja mucho mejor proyectando una buena arquitectura moderna, que una post-moderna.
 
Els Encants 
 

 

El caos urbanístico de la plaza de Les Glòries se completa con un gran mercadillo donde venden cosas viejas.

Este mercado existía desde hacía muchos años, donde los productos y cachivaches se tendían en el suelo o sobre tableros o mesas al aire libre, sin cubiertas ni protección contra la intemperie y el Ayuntamiento decidió mejorar las condiciones de compradores y vendedores y para ello, en 2008, convocó un concurso de proyectos que fue ganado por el equipo B720 del arquitecto Fermín Vázquez.

Proyectaron una cubierta a casi 25 metros de altura, aquello era un elemento de formas modernísimas que había de proteger a los usuarios de la lluvia, pero una vez inaugurado, cuando vino el primer chaparrón, aquella cubierta de planos quebrados, no sirvió de nada, todo se mojó y aquella pieza arquitectónica demostró que solo era un juego para ociosos.

La cubierta post-modern sirvió para aumentar el caos arquitectónico y urbanístico de la plaza y para satisfacer la vanidad de diseñadores y promotores.

Las barracas
 Foto cedida por Miquel Cartisano

Aquí no hay vanidad de diseñadores, aquí hay una vergüenza. 

Autoconstrucción, miseria, exclusión social, dejadez institucional, estos son los elementos de diseño que han determinado esta desgracia.