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sábado, 7 de junio de 2025

La comodidad de lo tardío

 


La evolución de los estilos artísticos discurre por momentos de desencanto y por otros de entusiasmo. Hay unos tiempos de pesimismo en los que el artista va repitiendo y reproduciendo los modelos que conoce, evitando cualquier aventura o reflexión estética que no sea reputada o acreditada. Va depurando su obra y todo parece acomodarse en estancias confortables y el estilo se hace tardío. Un arte que expresa algo que se está muriendo.

Cabe decir, sin embargo, que en "lo tardío" encontramos auténticas maravillas como los retratos de Bronzino, el "abrigo de Marcel Proust", los cantantes que con la boca cerrada acompañan a Madama Buterfly, algunas delicuescencias sublimes del Art Nouveau, etc. 

Lo tardío lo encontramos  al final de los periodos históricos que preceden a los cambios de paradigmas sociales.

Hay un arte greco-romano tardío, un románico tardío de cúpulas facetadas, un gótico tardío de formas flamígeras, un renacimiento tardío que se hace manierista, un barroco tardío que se convierte en rococó, un romanticismo tardío de lágrimas disecadas, un realismo tardío y unas vanguardias tardías que sucumben ante el espectáculo mediático..., son estilos que aparecen al final de un periodo artístico y parecen obstinarse en permanecer en él.

Los estilos tardíos complacen al poder. Mantenerse en lo conocido y oponerse al cambio es propio de las sociedades acomodadas y pusilánimes. La comodidad y el miedo complacen a los totalitarismos.

El librepensamiento, la crítica sistemática y los cambios artísticos, son factores que ponen trabas a la acción totalizadora del poder. De ahí que el poder se oponga a la evolución del arte y de las vanguardias.

Históricamente, la intolerancia y los fanatismos religiosos se han opuesto a las transformaciones formales.

El poder es totalizador y propugna el acomodo, lo complaciente, lo ñoño y lo pamplinero, se complace en un arte que se aferre a los estilos tardíos. Quiere un arte conservador que se vaya retorciendo sobre sí mismo como si fuera una hoja de acanto que, por efecto de la gravedad, se retuerce y se retuerce sobre una tumba.

No sé qué ocurrirá en el futuro, podría ser que el arte se retorciera hasta convertirse en una bolita de caramelo o en una nano-insignificancia.

Con un exceso de información, con mucha incultura y sometida al peso de la lápida mortuoria, puede suceder que la creatividad artística caiga en un sueño miserable de setecientos años de duración.

Cabe decir también que ningún arte es posible si la libertad está cautiva.

domingo, 1 de junio de 2025

Pierre Réverdy

 
Pierre Réverdy, retrato hecho por Amedeo Modigliani


Pierre Réverdy (1889-1960) era un surrealista convencido. Buen poeta y crítico de arte.

Algunos han dicho que Réverdy era un místico. No sé muy bien hasta donde alcanza "lo místico", para mí es algo que pertenece a la esfera de la exclusividad, me parece que es un estado espiritual de "alto sranding". 

Pero sí que es cierto que su profundo sentimiento religioso quedó reflejado en sus versos.

Este poeta de Narbona era admirador de cubistas, dadaístas, picapedreros, pescaderos y surrealistas, también le gustaba la poesía de Vicente Huidobro y otros creacionistas. Era amigo de Georges Braque, Juan Gris, Louis Aragon, Tristan Tzara, Apollinaire, André Breton y Matisse, entre otros. La buena amistad con todos ellos le ayudaba a sentirse acompañado por el camino de su misticismo.

Réverdy decía: "en la tierra, el hombre se aburre literalmente hasta el fondo, y estaría muerto desde ya hace mucho tiempo si el arte no lo hubiese distraído de la preocupación enloquecedora de su destino inaceptable"

Une aventure méthodique. Lithographies de Georges Braque.


El surrealista Georges Braque, impresionado por la amargura de Réverdy decía: "Hoy es imposible pintar retratos de hombre o desnudos de mujer, porque los hombres y mujeres de hoy no tienen alma"

Si aceptamos la opinión Braque, actualmente los retratistas no tendrían nada que hacer. 

domingo, 11 de mayo de 2025

Arte en los países bálticos. Pintura

Capilla del Cementerio del Bosque, Estocolmo. Arquitecto: Erik Gunnar Asplund


Mi interés por el arte de los países bálticos parte de mi admiración por la arquitectura de Alvar Aalto, al que le gustaban las corridas de toros, y por la obra neoclásica de Gunnar Asplund, que construyó un crematorio solemne y lírico a las afueras de Estocolmo. 

Y viene también, y muy especialmente, de la música del estonio Arvo Pärt. 

Son arquitectos y músicos que admiro profundamente.

Este interés me ha llevado a reflexionar sobre la pintura de aquellos países bañados por el mar Báltico, obviando, eso sí, al gran Edvard Munch, cuyo expresionismo gritó por toda Europa, ya que de él ya han hablado otras voces autorizadas que superan con creces mi humilde opinión. También cabe decir que su "Grito" se ha comercializado por todo el mundo, ya sea un grito estampado en camisetas, impreso en carteles publicitarios o utilizado como fondo de pantalla en algunos ordenadores de ejecutivos de Wall Street. 

Los pintores bálticos son crepusculares. Su arte es sereno, va de los abedules hasta los cuerpos celestes que centellean en el espacio. Cielos negros e insondables.

Es un arte para los viejos que conocen los inviernos de centellas blancas. Es un arte para los viejos.

Hablo del siglo XX. La obra pictórica que se da en los países bálticos es a veces nihilista y a veces melancólica.

¡Bah, como en todas partes y como siempre!

Schopenhauer, Kierkegaard y Freud que les queda tan lejos, una lejanía, la de Freud, que los bálticos añoran. Remedios de páginas nocturnas y divanes en la oscuridad sezessionista. Una oscuridad de interiores que los artistas bálticos sustituyen por una oscuridad de cielos y espesura forestal.

La naturaleza del Báltico es inclemente, parece escrutar los sentimientos más íntimos del alma del artista y les reclama un misticismo imposible. Allí las estigmatizadas son de leño y los iluminados son boreales.

Cuerpos abrigados que caminan entre la súplica y la desesperación, entre las campanas de la angustia y las noches largas, muy largas. 

La Parca siempre viste de blanco en las tierras que baña el mar Báltico.

Desde las ventanas pequeñas, los artistas bálticos contemplan la niebla que se extiende sobre los lagos y entre los troncos de los bosques espesos. Su mirada recorre ríos, paisajes de madera vertical, extensiones boreales y el mar, el mar Báltico... por donde navegaba el holandés errante.

El artista quiere ver en el paisaje una metafísica de las sombras que se entremezcla con su visión inicial. Son pinceladas influenciadas por el impresionismo, el expresionismo, el estrépito fauve, el misticismo nabi, el detallismo puntillista y la osadía posimpresionista: un ensamblaje perfecto entre fondo y forma.


Nec mergitur de Ferdynand Ruszczyc (1870-1936)

Buques errantes, bandeados por las olas.



Kristjian Raud (1865-1943) 

 Pintor de constelaciones y doncellas que luchaban por la supervivencia.



 Niña campesina. Janis Valters 

Janis Valters (Johann Walters) (1869-1932) letón que pintaba atmósferas desafiantes de cielos azules y grisáceos sobre figuras que vestían ropas parduzcas.



Paisaje noruego. Konrad Mägi (1878-1925) 

Pintor noruego cuyos colores que añoran la audacia cromática de las aguas meridionales.

Cabeza. Nikolai Triik

Nikolai Triik (1884-1940) pintor estonio a veces malhumorado que pintaba personajes malhumorados.

Nãve. Janis Rozentäls

Janis Rozentäls (1866-1916) pintor letón que se interesó por algunos temas bíblicos, por el paisaje, por el amor, por las pasiones, en fin, por casi todo. Su cromatismo parecía proceder de los cuatro puntos cardinales.

jueves, 1 de mayo de 2025

Noche surrealista en el boulevard

 

André Breton sumergido en la penumbra 


En la noche de los bulevares

centellea la oscuridad surrealista,

desde París a Aix-en-Provence,

una cartografía de sueños

tan real como las fachadas 

y los cipreses recorre

de Regencós a Montjuïc,

del Empordanet petit

a Empùries y a Port Lligat.


Vous qui ne voyez pas pensez à ceux qui voient.

Así de irreverentes, escupiendo

a la closca pelada del cretins,


Papasseit y Salvador Dalí

salen por ahí, pirulí pirulí,

por el Moll de la Fusta y por el azul de Cadaqués.

Venus de Milo con cajones. Salvador Dalí


Pianos oníricos y sueños blandos

como los relojes, las jirafas

y el desorden en los cajones de la Venus.


Revolución invertida entre los destellos

oscuros de Man Ray y en los ojos heridos

que se han puesto del revés delante del mar.


Claude Cahun, Hans Bellmer, Toyen

y André Masson miran para otro lado,

donde la rosa de los vientos se estremece.


Las constelaciones de Joan Miró

escriben las caligrafías más juiciosas

sobre el cielo de Mont-Roig.

Constellations. Mujer y pájaro - Joan Miró

Dora Maar contempla los colores

que se apagan en el tiempo, en la nube 

de la iniquidad y en la ventana de Max Ernst.


Sobre la arena de una elegía Sumeria,

Cirlot afirma su dodecafonismo

de símbolos y su hegemonía onírica.

Juan Eduardo Cirlot


Joan Brossa descorre el telón


Joan Brosa descorre el telón y se ríe.

René Magritte exhibe itinerarios de pipas,

de sombreros, manzanas y neblinas.

Ceci n'est pas une pipe.


Yves Tanguy puso su pie en el marchapié, 

traspasó el umbral y con Bretón se fue 

al círculo de las contemplaciones borrosas de Kay Sage.

Yves Tanguy. Todavía y siempre 

Kay Sage. Jueves inusual

Con atención miró, pero Tanguy no vio ningún 

buey en el tejado y se embarcó buscando 

a De Chirico por las calles metafísicas del Deseo.


Darius Milhaud vio el buey, él sí que lo vio,

y se embarcó rumbo a Brasil.

Scaramouche, los politonos y Le Bœuf sur le toit.


Todos bailaron. Todo siguió igual:

los prejuicios y los deseos perduran

en las noches de los bulevares.

domingo, 6 de abril de 2025

La lentitud de Vermeer

           La lechera



Mujer de azul leyendo una carta (1662-1664)

Johannes Vermeer van Delft  (¿1632? - 1675) nació en Delft donde la vida discurría tranquila y sosegada.

Hoy esta ciudad holandesa continúa con su tranquilidad y sosiego, probablemente sea la ciudad más tranquila de Holanda. Los canales de Delft discurren muy lentamente, parecen inmóviles.

                                Delft


Las casas de Delft están muy bien conservadas, al verlas se intuyen unos interiores confortables. Todo es lento en Delft, así lo vi yo. Con seguridad, esta atmósfera de lentitud ya viene de antiguo, viene de tiempo de Vermeer. Aquel ambiente influyó sin duda en la obra de Vermeer. Siempre el ambiente influye en la obra de los artistas.

Vermeer pintaba lentamente, su pincelada parece inmóvil como los canales de Delft, sus imágenes son de una amabilidad detenida que desafía los tiempos, desafía, sobre todo, el tiempo actual donde las malas maneras lo inundan todo como si fueran canales desbordados de aguas insolentes.

                 La muchacha de la perla (1660) 


La pintura de Vermeer permaneció en el olvido durante muchos años. Fue por fin, redescubierto, Théophile Thoré en 1842 se refirió a él como un genio y en 1930 André Gide escribió en el "Journal" que Johannes Vermeer van Delft se había puesto de moda, muy por encima de todos los demás pintores, decía que Vermeer era superior a Pieter de Hooch. A partir de las palabras de Gide, Vermeer salió de la oscuridad y del olvido, concitando la admiración que merecía.

             La encajera (1669)


No se sabe si Vermeer pintó mucho o poco. Además, poco sabemos de su biografía, lo cual a mí particularmente, me satisface, pues siempre he querido saber más de la obra que de la personalidad de los artistas.

        Mujer de pie tocando la espineta (1672)


Con la atmósfera de los interiores holandeses, que tanto gustaban a Joan Miró, Vermeer pintó lo intrascendente, la intimidad, lo doméstico, la vida sin adulación y sin patologías ni traumas. Pintó las formas calmadas, lentas y tranquilas sin hipérboles ni especulaciones retóricas.

Vermeer parecía pintar contra la corriente de su tiempo, era el polo opuesto al Barroco. En su obra no hallamos ni las mitologías ni los grandes dramas, ni héroes, ni cardenales, ni princesas que con su pañuelo de seda. No hallamos señales ni obsesiones religiosas de ningún tipo.

               El astrónomo


La lentitud de Vermeer es un modelo de propuesta para el milenio que se podría añadir a las Lezione americane de Italo Calvino.

           La copa de vino (1658-1660)

lunes, 24 de febrero de 2025

Una fugaz recuperación de la modernidad




La modernidad que había emergido en los años anteriores a la Guerra Civil quedó cercenada. Los postulados del Movimiento Moderno fueron arrasados, la racionalidad del GATEPAC, la literatura de vanguardia y todo atisbo artístico que supusiera un progreso estético sucumbió. Los artistas y las mentes avanzadas fueron depurados o tuvieron que exilarse.

Reanudar el camino de la modernidad fue una tarea muy difícil. Los años de posguerra eran un erial donde la cultura agonizaba y el arte sucumbía bajo la represión del régimen. Se imponía un eclecticismo monumentalista, una arquitectura desproporcionada que se inspiraba en Speer y en las formas del fascio italiano y la literatura corría por los mismos derroteros, eclecticismo y desproporción.  

Era preciso que unas mentes despiertas resolvieran que aquella cerrazón. Solo podría superarse gracias a una acción vital que pusiera la creatividad artística por encima de las ideologías. Aquellas mentes despiertas y creativas vieron que debían escaparse del anquilosamiento y apostar por la vanguardia. Recuperar el discurso estético del Movimiento Moderno anteponiendo la acción creativa a la ideología. Una vez más se comprobó que el arte es anterior a las ideologías.

La búsqueda de la expresión, la potencia creativa y la búsqueda de la belleza tienen una capacidad de transformación más profunda que los idearios o credos políticos. Resulta más subversivo leer Madame Bovary que vociferar contra los políticos de medio pelo.

Sorteando la censura -la feroz censura- artistas plásticos y literatos recurrieron a la experimentación y al humor. La sátira, la crítica inteligentísima de surrealistas y postistas y la potencia de los abstractos fueron superando escollos y recuperando la modernidad perdida.

Sin embargo, los espejismos y las luces pasajeras solo pudieron iluminar un territorio baldío durante una temporadita. Todo pasa y las luces acaban apagándose o se encienden otras más potentes, quizás el fulgor de la hoguera de las vanidades y aquella modernidad tan elaborada llegó hasta la cruel globalización que, desde Wall Street habría de acabar con todo signo moderno. 

El arte se hizo líquido como correspondía a los tiempos líquidos. Naturalmente.

miércoles, 19 de febrero de 2025

Barroco húmedo

Red neuronal


Las radiografías, las biopsias, las ecografías y otras formas de exploración de nuestro interior, sólo las podíamos ver en blanco y negro. Actualmente las imágenes nos las ofrecen a todo color, su cromatismo es extraordinario.

Las redes neuronales, las vísceras palpitantes y la maraña de los vasos sanguíneos,  captadas por unas cámaras que nos introducen en nuestro cuerpo, nos permiten contemplar un espectáculo enrevesado.


Red vasos sanguíneos 


El realismo anatómico que presentan estas imágenes podría calificarse de barroco húmedo.

El espacio se diluye entre las formas húmedas. 

La profusión cromática y el galimatías biológico y palpitante de estas imágenes suele provocar un rechazo. Oscuridades de color hemorragia, palpitaciones de vísceras húmedas, sombras de redes neuronales, paquetes quirúrgicos, etc.


Víscera palpitante

Constatamos que nos interesa más la piel que lo que se esconde detrás de ella. El interior de los cuerpos, aunque sean cuerpos enamorados, con sus secreciones y barroquismo sangriento, hace que dirijamos la mirada a otros barroquismos más o menos ensangrentados como los que podemos ver en las pinturas tenebrosas o en la imaginería sangrante de los pasos de Semana Santa.


Preferimos el tachismo y la action painting de pinturas arrojadas sobre las telas, que las coagulaciones de una biopsia, incluso me atrevo a decir que estaría dispuesto a contemplar una obra de Franz Kline o de André Masson antes que las imágenes húmedas de una ecografía 3D.


                                         Tachismo oscuro. Jordi Puig


Jackson Pollock - Composición roja

Franz Kline 


André Masson 


Georges Mathieu