jueves, 28 de junio de 2018

Abismos


Un abismo con un mar de fondo. Memorial a Walter Benjamín, obra de Dani Karavan.  

En 1930 Walter Benjamin decía:
Quien se aproxima al abismo no debe sorprenderse de saber volar

A estas palabras les siguieron dos décadas de dolor y muerte. Se abrieron en Europa unos abismos tremendos y muchas personas de buena fe se precipitaron en ellos sin que tuvieran tiempo de sorprenderse de nada, sin darse cuenta de si sabían volar o no.

El arte y la razón quedaron heridos, tampoco supieron volar. El arte tuvo que expresar el drama que se cernía sobre el suelo europeo y la razón herida replegó las alas.

Detrás de la máscara de la sinrazón no hay rostro, y si lo hay, es otra máscara de faz siniestra.

A pesar de cierta propensión al suicido, Walter Benjamin, tan materialista, fue un espíritu que aborrecía la melancolía, admiraba el vuelo de la alondra y amaba la música sin saber por qué.

sábado, 23 de junio de 2018

Remedios para huir de los mundos simbólicos


                                                                    Leandro Erlich. Nido de las Nubes


Existen muchas razones para zafarse del arte simbólico, citaré solo tres:

a)     Protegerse contra la barbarie
b)     Poder admirar la belleza que produce el frondoso desarrollo de la actividad del espíritu humano considerado en su totalidad.
c)     Gozar de la creación artística concentrada íntegramente en el concepto de libertad.

Para huir del simbolismo, a mí, particularmente, me ayudan:

1)    El retorno a los clásicos
2)    El influjo del aristotelismo
3)    El método científico
4)    El desarrollo de una técnica dulcemente humana
5)    Las imágenes que nos facilita del telescopio Hubble

Estos cinco antídotos y la poesía de Teognis de Mégara nos previenen de toda vanidad.

miércoles, 20 de junio de 2018

Cimas y valles




La guerra entre lo viejo y lo nuevo puede ser solamente una consideración aristotélica. Ocurre con la poesía y con todas las formas de expresión artística y de la sensibilidad humana: a unos periodos apolíneos siguen unos arrebatos dionisíacos, todos discurren siguiendo una línea invisible que se solapa con el antes y el después. No existe el sopetón.

Con paso lento, el arte baja del monte como hizo Zaratustra y con paso aún más lento sube a la cima del otro como si fuera un mesías apócrifo.

Un viento a veces huracanado y a veces una simple brisa ventilan las crestas y los valles.

Sí. Hay espíritus visionarios que alcanzan a ver las altas cumbres y de manera pronta, y de improviso producen una obra visionaria en medio de las hogueras de la incomprensión. Estoy pensando en Esopo, Virgilio, Locke, Descartes, Duns, Homero y también en Policleto, Miguel Ángel, Piero della Francesca, Joan Miró.

La obra de estos sabios no es el final de la batalla ni mucho menos de la guerra. Su obra es el huracán que se aproxima por oriente, por donde sale el sol que con su luz nos ilumina para que alcancemos a ver que la lucha continúa y nosotros somos parte de ella.