Un abismo con un
mar de fondo. Memorial a Walter Benjamín, obra de Dani Karavan.
En
1930 Walter Benjamin decía:
Quien se aproxima
al abismo no debe sorprenderse de saber volar
A
estas palabras les siguieron dos décadas de dolor y muerte. Se abrieron en
Europa unos abismos tremendos y muchas personas de buena fe se precipitaron en
ellos sin que tuvieran tiempo de sorprenderse de nada, sin darse cuenta de si
sabían volar o no.
El
arte y la razón quedaron heridos, tampoco supieron volar. El arte tuvo que expresar el drama que se cernía sobre el suelo europeo y la razón herida replegó las alas.
Detrás
de la máscara de la sinrazón no hay rostro, y si lo hay, es otra máscara de faz
siniestra.
A
pesar de cierta propensión al suicido, Walter Benjamin, tan materialista, fue
un espíritu que aborrecía la melancolía, admiraba el vuelo de la alondra y amaba
la música sin saber por qué.