After Pasolini, 2019. Vincent Desiderio
Los clásicos nos decían que debíamos conocernos a nosotros mismos. Lo dejaron grabado en las piedras del templo de Apolo en Delfos,
γνωθι σεαυτόν,
“Conócete a ti mismo”
Los psicólogos insisten y añaden que debemos ponernos en el lugar de los demás.
Conocerme a mí mismo me exige un gran esfuerzo, tengo que consultar los análisis clínicos, mirar radiografías y poner mucha imaginación. Al final resulta que conocerse es mirarse al espejo e ir aprendiendo el papel que nos toca representar en el gran teatro del mundo.
A duras penas puedo representar
el papel que me toca vivir y ahora resulta que me piden que sea empático y que me ponga en
el lugar del otro. Esto es un esfuerzo ingente para mí, pues tengo que entrometerme en un territorio ajeno íntimo y probablemente pantanoso.
Por otra parte, por poco que se conozca la condición de la naturaleza humana y sabiendo que el hombre es un lobo para el hombre, creo que debe ser mejor la simpatía que la empatía.
Procuraré hacer las cosas bien, permanecer en mi lugar, sin meterme en berenjenales ajenos, dejando que los demás se ocupen de sí mismos. Creo que así mejoraría la vida de los hombres y mujeres que habitamos esta esfera achatada por los polos