martes, 28 de febrero de 2023

Cuerpos y supra-cuerpos


Me parece muy difícil que alguien que pueda discernir si somos un ser individual o somos un conjunto de diferentes formas de vida.

Hay quien dice que somos un “supra-cuerpo” compuesto por células, bacterias, arqueas, hongos, protozoos y virus.

Sólo las bacterias ya son unos 30 billones, un número más o menos igual al número de células humanas. En nuestro cuerpo, que ya no sé si es nuestro, hay unos 200 millones de especies distintas de bacterias.

Como curiosidad, sepamos que las manos contienen unas 150 especies de bacterias diferentes y resulta, que las dos manos –izquierda y derecha– sólo comparten un 17% de estas especies de bacterias.

El conjunto de células y microorganismos que forman el cuerpo humano, se desplaza de aquí para allá, procurando el sustento y protegiéndose de los atraques externos. Es como si fuera un banco de sardinas: un conjunto de animalillos moviéndose por el agua sorteando el ataque de tiburones.

En cualquier caso, parece que hay una entidad o un grupo de células que dirige el movimiento del conjunto.

A este grupo de células que dirigen los movimientos, vamos a llamarle inteligencia y esperemos que nos conduzca por los caminos menos peligrosos. Los protozoos y las arqueas se lo agradecerán y nuestro cuerpo -que ya no sé si es nuestro- también se lo agradecerá.

lunes, 27 de febrero de 2023

“La nausée” renovada

 

Joseph Kosuth: À propos (réflecteur de réflecteur)

 

Pasó el romanticismo, parecía que la Europa de la modernidad se afanaba por volver a la razón, pero la historia es cíclica y después del estertor posromántico y del advenimiento del racionalismo del siglo XX, el moribundo sentimentalismo romántico se renueva y revive en el mundo de las emociones. 

La inteligencia emocional y la sensiblería se han adueñado de las aulas y de los medios de comunicación.

El individuo emocionado sufre un choque brutal contra la realidad y también contra su propia vida. Tal es la intensidad del batacazo que el individuo acaba pensando que nunca tiene razón y que todo va contra él. Encuentra que la realidad es injustificable y que el mundo exterior es demasiado denso, impenetrable para él y sus emociones.

Soportando el correspondiente dolor se convence de que las cosas inmediatas tienen una sustancia que su espíritu sensible o sensiblero no puede soportar. No es de extrañar, pues, los incontables casos de bulling, de fracaso escolar, del elevado número de suicidios y otras desgracias.

Esta situación de encontronazo con el principio de la realidad recuerda el choque contra Le mur que se opone al ser pensante; una especie de La nausée renovada.

Todo es cíclico, la angustia vital también.

sábado, 25 de febrero de 2023

Ideas, ondulaciones y pequeños vendavales

 

Benet Rossell

 

 

Un amigo transatlántico me comenta, desde el otro lado del océano, que las ideas no son intrínsecamente malas, dice que es el hombre quien las convierte en maldad y las tergiversa o las abandona.


Soy volteriano y, por lo tanto, creo que cuando una idea resulta fácil de tergiversar debe ser porque se trata de algo poco sólido.


Las ideas más consistentes, aquellas que han perdurado, suelen ser las que se refieren a la naturaleza básica del ser humano: instinto de conservación, perpetuación de la especie, capacidad de adaptación, odios, venganzas, amor, provisión del pan y muy pocas cosas más.


Casi todos los hombres y mujeres que vivimos bajo la capa del sol nos ponemos de acuerdo en la dirección y el sentido de las ideas básicas y son precisamente estas las que nadie consigue tergiversar, aunque algunos descerebrados lo intenten.


Todo lo demás suelen ser insignificancias que van cambiando de dirección como si fueran una veleta movida por los vientos de las modas. Las ideas que se vierten sobre las insignificancias serán positivas o negativas según el grado de maldad de quien las interprete, serán ondulantes o quebradas y siempre propensas a la tergiversación.

jueves, 23 de febrero de 2023

Arquitectura de papel

 

A. Viaplana


Estudio EMTB
 
 

 

Peter Eisenman

 

Los arquitectos del posmodern hacían alarde de unas geometrías delirantes y caprichosas y dibujaban unos planos impolutos y minimalistas. 


Allá por las décadas de los setenta y los ochenta del siglo pasado, más de uno quedaba embelesado con aquellas líneas que querían ser muros de blancura aséptica.


Los dibujos se prodigaban en las revistas de arquitectura y los planos se exponían en las galerías más prestigiosas, como si fueran obras de arte autónomas. Aquella expresión gráfica desvinculada de la realidaad constructiva era una arquitectura de papel.


Para materializar lo dibujado, aquellas geometrías tenían que someterse a un proceso de racionalización en el que intervenían muchos técnicos. Éstos tenían que dedicar muchas horas de cálculo, dibujo de planos ejecutivos y grandes dosis de sentido común para que aquellos delirios y caprichos pudieran construirse.


Si lo dibujado se desequilibraba, como solía ocurrir algunas veces, ya fuera por la aparición de goteras o desprendimiento de revestimientos, nadie se inmutaba, parece que al arquitecto post-modern se le admitían todas sus excentricidades.


Corría entonces la opinión de algunos críticos extasiados que decían:   

este proyecto arquitectónico es muy bueno, sin embargo, cuando se ha cargado con la funcionalidad y la definición de la estructura, se ha estropeado la idea estética.


Aquellos críticos decían que el proyecto no había soportado el peso de la realidad, pero insistían en que el proyecto arquitectónico era muy bueno.


Pues no, absolutamente no, señores críticos de los setenta, no es así; si algo no soporta el peso de la realidad tenemos que admitir que aquello es una chapuza.

 
Maqueta. Estudio EMTB