Exvot. Familia pagesa a l'interior d'una masia 1858
Actualmente, el uso del idioma
catalán está en franca decadencia.
Las autoridades que se encargan
de la cosa del idioma, que son muchas y muy bien pagadas, son
conscientes de ello y echan el grito al cielo y se conjuran para
poner remedio a la caída. Disponen de muchos recursos publicitarios,
personales y económicos, pero se encuentran que la realidad
lingüística supera cualquier acción burocrática, política o
docente.
No
es cuestión de imponer una lengua y mucho menos utilizarla como
instrumento ideológico, con esto lo que se consigue es movilizar la
reacción.
La
diversidad demográfica, las formas de diversión de la juventud, las
redes sociales, las relaciones comerciales, la globalización, la
lengua utilizada en la calle, etc. todo esto pesa muchísimo más que
el gran aparato burocrático e ideológico que imponen los políticos.
La
gente es consciente de lo insignificante que resulta el catalán en
las relaciones humanas cotidianas y se conducen como mejor saben y
como mejor se puedan entender.
Por
mucho que se esfuercen los docentes, por mucha presión que metan en
las aulas y obliguen a los niños a hablar en catalán, sólo
conseguirán que utilicen el catalán en las aulas, después en el
patio, hablarán como les dé la gana y al salir de la escuela,
todavía más, porque de puertas afuera ya no hay espías que
controlen el uso de la lengua.
El objeto de la lengua es
la expresión del pensamiento o incluso más allá: un "todo" entre
pensamiento y lenguaje.
El catalán, como los demás idiomas
romances, no son otra cosa que un latín mal hablado, diría que son
el producto de una lengua deteriorada por la pereza. Total una arida cacas que diríamos en latín.
Los
tiempos cambian y la situación de los hablantes va con ello. Cuando
de pequeños, utilizábamos el castellano en las aulas, toda la
enseñanza se hacía en la lengua de Cervantes, pero en el patio y en
la calle todos hablábamos en la lengua de Verdaguer. Ahora es al revés.
La
situación actual del catalán me recuerda aquella aria de La Griselda de
Vivaldi, una situación Agitata da due venti. La lengua catalana está Agitata
da due venti que nos llevan al naufragio. Los dos vientos son: el puritanismo lingüístico
y la imposición ideológica del idioma.
El
puritanismo lingüístico ha dado muy malos resultados; no hay más que ver la pobreza de la
lengua en el barroco catalán y soportar actualmente la impostación
amanerada de los locutores de la radio y televisión catalanas. Es
risible ver como se esfuerzan por cambiar el sonido de las oes, como
marcan la diferencia del catalán respecto al castellano utilizando
el sinónimo que mejor sirva para diferenciar o ver la imposición
machacona de las variantes lingüísticas de la Catalunya carlista,
por encima de lo que se habla en las áreas metropolitanas.
Añadamos
a las pamplinas del puritanismo lingüístico, la imposición ideológica del
catalán en la administración, en las aulas, en los
servicios públicos y las consignas que se lanzan para que los
comercios sólo atiendan en catalán.
Hay
que dejar fluir la lengua y no poner trabas a la expresión. La
Academia (el Institut d'Estudis Catalans) ha de velar por mantener un
código que nos permita entendernos y ayudar a la precisión, pero de
ningún modo ha de dictar consignas ideológicas ni poner palos a las
ruedas de la expresión.
No
debemos olvidar, sin embargo, el aspecto estético de la lengua en la
literatura, la precisión del lenguaje científico y técnico y el rigor del
lenguaje jurídico.
La
utilización de la lengua para "justificar una identidad" o
una "alucinación compartida" es una mezquindad peligrosa.
Pienso
en catalán. El catalán es mi lengua materna, mis antepasados (más
de 18 apellidos) son todos catalanes, escribo indistintamente en
catalán y en castellano. La poesía la escribo siempre en catalán y
para todo lo demás utilizo lo que más convenga, que casi siempre es
el castellano porque así la mayoría de mis amigos me pueden entender.
Soy
uno de estos catalanes que ha de soportar la imposición lingüística
y reacciono. Se diría que sigo las leyes de Newton: a toda fuerza de
acción se le opone una fuerza de reacción. Si una de las fuerzas es
superior a la otra, se produce el desequilibrio y la consecuente
ruina. Cuando la resultante de las fuerzas es igual a cero, se
consigue el equilibrio. Aspiro al cero.