Grabado en 'Iconologie oder Ideen aus dem Gebiete der Leidenschaften und Allegorien bildic. Autor desconocido
Andar por ahí pintando grafitis tiene sus riesgos, el grafitero lo sabe y se autoconvence de que en el riesgo está la gracia. Parece que sea partidario de aquella máxima nazi con la que exhortaban a los jóvenes diciéndoles, "vive peligrosamente".
El grafitero vive con la peligrosidad de un niño consentido y padece unas cuantas tribulaciones, a saber:
se gasta un dineral en pintura
respira los gases tóxicos del spray y esto le obliga a utilizar mascarillas
se ensucia la ropa con los churretes de pintura
tiene que pintar deprisa y corriendo para que no lo atrapen
se ve en la necesidad imperiosa de demostrar, a todo el mundo, que él es un niño malo
sale a pintar, principalmente, por la noche cuando los demás descansan
trepa por las fachadas asumiendo el riesgo de caer y romperse la crisma
se encarama por los vagones de los trenes y los pinta, y después, cuando ya los ha pintado, el tren se va
se enrabia cuando otro niño consentido pinta sobre su "obra maestra"
su anonimato es una forma de soledad estéril.
Pues bien, ahora, a estas diez tribulaciones se añade una más, un tormento que al grafitero le saca de quicio. Hoy, este grafitero ha de ver como los servicios públicos que pagamos entre todos empiezan a borrar sus pintadas asquerosas.
Ahora, el grafitero, aquel que tiene que demostrar a los demás que es un niño malo, ve como unos empleados borran su "obra de arte" y lo hacen vestidos con sus ropas de trabajo, a plena luz del día, utilizando unos medios limpios, sin correr ningún peligro y además cobran.
El grafitero no puede soportar esta tribulación sobrevenida y se le cae el spray al suelo como a quien se le cae el alma al suelo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario