Daniel Libeskind, “Royal Ontario Museum” (ROM) – “Michael Lee-Chin Crystal” Toronto, Ontario, Canada (2007)
La receta que expongo la han utilizado algunos arquitectos
de campanillas que suelen considerar que la arquitectura es un acto de
arrogancia.
A estos diseñadores les interesa el oropel más que la construcción,
la extravagancia más que la funcionalidad y la frivolidad más que la estática.
Frank Gehry – “Clevelend Clinic Lou Ruvo Center for Brain Health”, Las Vegas, Nevada, U.S. (2010)
Receta para proyectar un edificio neo-post-hiper-deconstruido
y super post moderno.
Ingredientes:
1) un
estudio magnífico con decoración minimalista y con muchos becarios,
2) una
gran masa de plastilina,
3) muchas
cámaras fotográficas,
4) focos
de leds y halógenos,
5) programas
informáticos de simulación gráfica y sistemas de infografía de última generación.
Procedimiento:
1) El
arquitecto de campanillas se viste de negro y toma una masa de plastilina entre
sus dedos,
2) pide
a su becario predilecto que encienda dos focos de leds cenitales y un foco muy
potente del lado izquierdo,
3) el
semi-dios moldea con cierta desgana la masa de plastilina y la coloca sobre un
panel horizontal de policarbonato de color blanco,
4) el
arquitecto hace alguna corrección sobre la masa y pide que se vayan efectuando
tomas fotográficas de la masa desde distintos ángulos y con diferentes
iluminaciones,
5) realizado lo cual exige con autoridad que las
imágenes obtenidas se pasen a los planos en forma de imágenes infográficas,
6) ordena que todo este material se envíe a otros
estudios de arquitectos eficaces, de calculistas de estructuras, de ingenieros
de instalaciones, de técnicos sensatos de construcción, para que, aplicando
muchas dosis de sentido común y muchas horas de esfuerzo, consigan que aquel
embrión de masa informe de plastilina pueda sustentarse, que tenga una
definición correcta de los espacios interiores y que pueda construirse.
Los técnicos eficaces deberán
invertir recursos y grandes cantidades de dinero para que se pueda materializar la
vanidad del arquitecto de campanillas.