En el extremo sur de la bahía hay un pino frondoso, me sentaré a su sombra y contemplaré la curva del mar.
lunes, 30 de junio de 2025
viernes, 16 de mayo de 2025
Anasztázia Psonkiva y los metales
Anasztázia Psonkiva estuvo unos días en Barcelona, cantaba en un coro que vino aquí a dar un par de conciertos. Hablé con ella medio en italiano y medio en no sé qué, el caso es que se hacía entender.
Me dijo que la música la transportaba al futuro, dijo que sería un futuro de metales.
La miré, intentando comprender lo que decía y Anasztázia continuó: nuestras células tendrán la dureza del acero y los úteros quedarán liberados. La liberación de nuestra especie se completará con las conexiones surreales y con los engranajes de la mandrágora mecánica.
Anasztázia Psonkiva dijo que cuando se restablezca el orden, construirá su casa junto al bosque, donde pueda escuchar el murmullo del viento, donde las conexiones aladas y el aroma de la primavera permanezcan inalteradas.
Anasztázia Psonkiva canta muy bien, destacan sus tonos agudos, ella aspira a la estabilidad metálica, no quiere que nada se altere.
Dice que saludará al pájaro matutino y a la materia ordenada según una proporción magnética. Esta será su razón de ser.
Yo creo que la inquietud y obcecación de Anasztázia Psonkiva por los metales le venía de la admiración que sentía por Dmitri Shostakóvich y por Penderecki (ella había cantado La Pasión según San Lucas de Krzysztof Eugeniusz Penderecki).
domingo, 30 de julio de 2023
Pausa
Un verano más,
a la sombra de un pino contemplaré,
desde un extremo,
el riguroso arco que mi bahía azul dibuja.
Sustituyo por unos meses la actividad de este blog por la
curva del mar.
Desconecto.
Os deseo a todos que el calor no os agobie demasiado y
espero que después de la canícula nuestras mentes y nuestros cuerpos estén
más esplendorosos.
jueves, 6 de julio de 2023
Inconmensurable
Casi todos los veranos de mi infancia los pasé en un pueblo de la provincia
de Lleida. En aquel pueblo había mulas, gallinas y burros. Había muchos burros,
tenían nombres muy cariñosos: Niño, Petit, Negrito, Pixopalo, Tigrat, Corredor,
Bailarín, Margarito…, no había ninguno que se llamara
Inconmensurable
viernes, 31 de marzo de 2023
Desierto de lutitas
Aparco unas semanas el blog.
Desconecto -suelo hacerlo una o dos veces al año.
Sólo me dedicaré a leer, dibujar y pasear por un paisaje árido de rocas sedimentarias.
Sin conexión, sin ordenador y ¡sin telefonillo!, viendo algunas cabras macilentas que mordisquean los pocos arbustillos que crecen entre las lutitas.
Este paisaje desértico está en España y da que pensar. Pensaré.
¡Hasta pronto amigos!
domingo, 2 de octubre de 2022
La muchacha de mirada decidida
Hace tiempo que le pedí amistad y todavía no me ha contestado.
Estoy seguro que no tiene
alma y parece ser que tiene un carácter decidido.
Un alma de color verde moco situada en la glándula pineal o en el cuerpo calloso es algo que no me atrae demasiado. Prefiero un ánimo decidido. Por esto le pedí amistad.
lunes, 14 de febrero de 2022
Un tiempo de retiro bajo el cielo clásico
Un aire clásico me ha dado la bienvenida.
-qué benévolo es el aire clásico-
Los parterres floridos anuncian la primavera.
Desde el templete, Susana me convoca al retiro.
Un receso.
Dejo el blog por un tiempo no demasiado largo.
Desconecto.
Volveré pronto.
martes, 25 de enero de 2022
Cuatro americanos
El indio patagón
El negro zumbón
El mulato guajiro
El zambo Manuel
¿Por qué sudaba madeimoselle Colette cuando se los miraba? ¡Uf, qué sofoco!
Las chicas francesas son unas fifís.
En mi libro "Doble tall" ya contaba cómo son las fifís
Las niñas francesas
ya de pequeñas son fifís,
recitan alejandrinos con un deje cursi
y con un semblante estirado otean
un mundo de cortinas y guirnaldas.
Ya creciditas se van de viaje
y entre ellas hablan con sabiduría
de las sales tonificantes de baño,
de la manicure y las crêpes ou chocolat
y muy pronto se hacen dueñas de secretos.
Entre risas poco convencidas, en los albergues,
hablan de ese garçon de piernas largas
que no las supo escandalizar
o de aquel otro, el pobre,
que hubiera sido un encanto
para sus mamás.
El amor a manos de las fifís
es un sortilegio de canciones
que suenan a media voz
entre los candelabros sinceros
de la república del deseo.
La pasión en el corazón de las fifís
es un frasco pequeño de perfume caro
que huele con la medida exacta
del soneto y la prudencia,
pues su abuso provoca
el arrebato incontrolado
y la náusea exprimida de la existencia.
lunes, 3 de enero de 2022
Regalos
Estamos en días de consumo y de regalos, desde Papá Noel, al “tió” o los Reyes Magos de Oriente.
Hay regalos y regalos. Los hay útiles, otros que son una majadería, unos engordan y otros son puras pamplinas. Los hay empalagosos y otros son pequeños detalles como los diamantes y otros que, aun siendo tangibles, no se pueden escriturar.
Wilhelm Müller regaló
a su esposa Adelheid un viaje de invierno,
ella tenía frío y siempre lo iban posponiendo. Jamás llegaron a emprender el viaje. El amor se congelaba y Wilhelm, el poeta romántico alemán, murió muy joven. Años más tarde las lágrimas del poeta alemán quedaron disecadas y Schubert emprendió el viaje.
José Ramón Martos Debón
prometió a su novia Inés Castillo que cuando esta aprobara el proyecto final de
carrera de Arquitectura le regalaría una batidora mini-pimer. La pobre Inés jamás consiguió aprobar el proyecto y no obtuvo ni la mini-pimer ni el título de arquitecto. Al
cabo de unos años se casaron. Él maestro de escuela y ella delineante.
El día de Navidad de 1870, Cósima Liszt cumplía 33 años de edad y con tal motivo Richard Wagner obsequió a su amada con la partitura de El Idilio de Sigfrido.
Cósima cuenta: Fui despertada por el sonido de una música nueva, maravillosa y desconocida tocada por un conjunto de cámara.
Después
de escuchar aquella música, Cósima lloró. No sabemos por qué lloró Cósima.
María de las Mercedes Salcedo tenía un novio que le regalaba flores, a finales de primavera solía obsequiarla con ramitos de alhelíes, ella hubiese preferido algo más práctico y así se lo decía a Rafa. El muchacho no lo comprendía demasiado y ella, cansada de un novio tan detallista, se marchó a Barcelona donde montó un negocio de carpintería de alumino.
Pedro Marín madrugaba y se iba a la playa a pasear, allí se le ocurrió el regalo que debía hacer a su querida. Rocío –dijo Pedro– te voy a regalar las olas del mar.
La joven granadina,
emocionada y contentísima le contestó decidida: cuando quieras vamos al notario
y hacemos la escritura de la donación. Pedro se encogió de hombros y regresó allí donde rompen las olas.