La
modernidad que había emergido en los años anteriores a la Guerra Civil quedó
cercenada. Los postulados del Movimiento Moderno fueron arrasados, la
racionalidad del GATEPAC, la literatura de vanguardia y todo atisbo artístico
que supusiera un progreso estético sucumbió. Los artistas y las mentes avanzadas
fueron depurados o tuvieron que exilarse.
Reanudar
el camino de la modernidad fue una tarea muy difícil. Los años de posguerra
eran un erial donde la cultura agonizaba y el arte sucumbía bajo la represión
del régimen. Se imponía un eclecticismo monumentalista, una arquitectura
desproporcionada que se inspiraba en Speer y en las formas del fascio italiano
y la literatura corría por los mismos derroteros, eclecticismo y desproporción.
Era
preciso que unas mentes despiertas resolvieran que aquella cerrazón. Solo podría
superarse gracias a una acción vital que pusiera la creatividad artística por encima
de las ideologías. Aquellas mentes despiertas y creativas vieron que debían
escaparse del anquilosamiento y apostar por la vanguardia. Recuperar el
discurso estético del Movimiento Moderno anteponiendo la acción creativa a la
ideología. Una vez más se comprobó que el arte es anterior a las ideologías.
La
búsqueda de la expresión, la potencia creativa y la búsqueda de la belleza
tienen una capacidad de transformación más profunda que los idearios o credos
políticos. Resulta más subversivo leer Madame Bovary que vociferar contra los
políticos de medio pelo.
Sorteando
la censura -la feroz censura- artistas plásticos y literatos recurrieron a la
experimentación y al humor. La sátira, la crítica inteligentísima de
surrealistas y postistas y la potencia de los abstractos fueron superando
escollos y recuperando la modernidad perdida.
Sin
embargo, los espejismos y las luces pasajeras solo pudieron iluminar un
territorio baldío durante una temporadita. Todo pasa y las luces acaban
apagándose o se encienden otras más potentes, quizás el fulgor de la hoguera de
las vanidades y aquella modernidad tan elaborada llegó hasta la cruel
globalización que, desde Wall Street habría de acabar con todo signo moderno.
El
arte se hizo líquido como correspondía a los tiempos líquidos. Naturalmente.
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