En
el Pabellón de Alemania de la Exposición Universal de 1929 de Barcelona, proyectado por los
arquitectos Ludwig Mies van der Rohe y Lilly Reich, podemos contemplar la
escultura “Amanecer” realizada por Georg Kolbe, artista contemporáneo de los mencionados
arquitectos.
Esta
escultura, rodeada de paredes de mármoles, está colocada en un
pequeño estanque donde la figura se refleja en el agua.
¡Tantas
veces he visto esta escultura y tantas veces me ha inquietado!
Si
bien se trata de una escultura formalmente clásica, resulta que la figura y su
reflejo producen un efecto de simetrías verticales que aleja al espectador del espacio centelleante del mar clásico, el mar antiguo donde se encuentran sumergidas las
estatuas de Afrodita y Artemisa.
No
quiero ver en esos reflejos la reverberación de las obras clásicas que
inspiraron a los escultores del Noucentisme
catalán, contemporáneos de Mies y de Kolbe; pero sí que advierto en el Noucentisme unas concomitancias estéticas
muy evidentes con el vigor germánico del Tercer Reich que inspiraba las obras de Georg Kolbe.
Al pie de la montaña de Montjuïc,
junto a las cuatro columnas jónicas de Puig i Cadafalch, al lado de la fuente
rutilante de aguas retorcidas, metida dentro de uno de los mejores edificios
racionalistas del mundo, encontramos la escultura de Georg Kolbe.
Georg Kolbe
Georg
Kolbe (1877-1947) fue un artista formado en la Escuela de Artes Aplicadas de Dresde
que se dio a conocer como pintor con un lenguaje Art Nouveau. Miembro de la Secesion
berlinesa, equivalente, salvando distancias, a nuestro modernisme.
En
Alemania, el modernismo tomó la denominación de Jungdstil. Georg Kolbe como Otto Greiner, Richard Riemerschmid, Hermann Obrist, Ernst Haeckel, Josef Maria Olbrich, August Endell o Max Klinger son considerados artistas
pertenecientes al Jungdstil. Con su
lenguaje simbolista pretendían reaccionar contra el positivismo nacido de la
industrialización.
El
Jungdstil atrajo la curiosidad y el
gusto de las clases adineradas, tal como ocurría en Cataluña con el modernisme, donde la burguesía se
encandilaba con los castillos de dragones de Domenech i Montaner o con las
pinturas de Rusiñol o Brull.
En
Alemania se entusiasmaban con unas imaginarias mitologías con Valquirias
y en Cataluña se empecinaban por encontrar una épica nacional ficticia sustentada
en un conjunto de historias de condes asilvestrados y princesitas pánfilas.
A
pesar de su pesimismo, los artistas del Jungdstil
produjeron una cantidad de obras admirables que se presentaban con el
entusiasmo propio de aquel que sueña que alcanzará una Arcadia ubérrima, pero
que, frente a la realidad del dolor producido por la Gran Guerra de 1914, el sueño se convirtió en un erial de frustración.
El
sufrimiento acabó con el entusiasmo del Jungdstil.
Artistas como Max Klinger, Otto Greiner y el propio Georg Kolbe dejaron atrás su frenesí modernista, uniéndose a ellos Sascha Schneider, Richard Müller, Hans Unger, Oskar Zwintscher que pertenecían
al grupo llamado la falange de los
fuertes. Todos se empecinaban en
hallar una mística del cuerpo humano, una sacralidad del tipo ario. La
gimnasia, el culto al cuerpo, la desnudez creativa, el vigor, la fuerza, el
ejercicio físico al aire libre, el embadurnamiento de la piel con aceites, etc.
formaban parte del ideal estético que infundían en sus obras.
Poco
a poco, el estilo de Kolbe fue depurándose, transcurriendo desde un discurso simbolista
y romántico, hasta llegar al clasicismo. Él también andaba en pos de la
sacralidad del tipo ario.
En
1934 firmó la declaración de los artistas alemanes que proclamaban su lealtad
al Führer. Esta “Llamada de los trabajadores culturales” a favor de Hitler
también fue suscrita por el escultor, escritor y diseñador Ernst Barlach, el
pintor expresionista Emil Nolde, el compositor Richard Strauss y el arquitecto
Mies van der Rohe.
¡¡¡uf, cómo se os queda el
cuerpo después de leer estos nombres!!!
Georg
Kolbe diseñó estatuas para el Estadio Olímpico de las Olimpiadas de Berlin 36 y
algunas de sus obras engrosaron la colección personal de Adolf Hitler.
En
1939, Kolbe, realizó un busto del dictador Francisco Franco que le fue regalado
a Adolf Hitler por su cumpleaños.
Es una entrada más que interesante.
ResponderEliminarLo curioso, lo que me llama la atención, es que estos artistas, anti-positivistas, pasaron a trabajar para poderes cercanos al positivismo. Estos poderes (Tercer Reich) sólo pensaban en números, en simetrías, en promedios, en estadísticas, en cánones que habrían de cumplirse con exactitud, o sea, en la antítesis de lo que era su deseo como artistas.
Y es eso lo que me ha llamado la atención.
¿Qué explicación?, si es que no voy equivocado en el planteamiento, ¿se le podría dar?.
Un abrazo muy grande y garcias. La entrada la pienso imprimir y guardar en el Diccionario de los Istmos, de Juan Eduardo Cirlot.
Salut
Miquel, los "anti-positivistas" fueron los artistas que iniciaron los modernismos en Europa, principalmente en Inglaterra, los vinculados al movimiento Arts & Crafts, aquellos se oponían a la voraz industrialización. Entre estos antipositivistas y los artistas de los que hablo, media el drama de la 1ª Guerra Mundial, aquella desgracia trastocó el mundo y, naturalmente cambió el arte; el romanticismo de los modernismos quedó tocado de muerte y surgieron "ismos" anti-románticos: el primitivismo musical, el futurismo italiano, el noucentisme, el constructivismo, el racionalismo, y este vigor espantoso de los artistas de la Alemania nazi; es aquí donde se encuentran los artistas que he citado(Sascha Schneider, Richard Müller, Hans Unger, Oskar Zwintscher que pertenecían al grupo llamado la falange de los fuertes, Max Klinger, Otto Greiner y el propio Georg Kolbe.
EliminarSalud
Gracias por tu explicación, el arte es un representación que requiere una mirada interior que se alimenta de lo que nos llega del exterior. La evolución de Kolbe, como la de tantos artistas, implica una sensibilidad permeable, el conocimiento,la experiencia y las emociones son las tres herramientas para crear, a veces sale algo notable y otras, una fruslería, la segunda no parece ser el caso de Kolbe.
ResponderEliminarAbrazo y guarda salud.
Sí, Marga, el arte es eso, la visión de la realidad interpretada bajo la sensibilidad del artista.
EliminarKolbe fue un buen artista y en su obra colocada en el Pabellón Mies lo demuestra.
Estoy en lo de siempre, prefiero conocer la obra más que al autor.
Abrazos
Saludos, Francesc.
ResponderEliminarComo estoy seguro de que el libro que a continuación mencionaré está en tu estantería, me ahorraré la traslación aquí de uno de sus capítulos a mi juicio más interesantes y que guarda estrecha relación con esta reflexión tuya.
Se trata de "De los espejos y otros ensayos", de Umberto Eco, (Editorial Lumen, 1988) y de su capítulo "De la pintura mala" (página 79).
Si bien Eco, en dicho capítulo, hace referencia a la pintura, gran parte de su crítica o análisis conceptual y estético bien puede aplicarse al resto de las artes fieles al nazismo. Crítica que, como es usual en Eco, está colmada de conocimiento, sensibilidad y un sutil sentido del humor que hace de su lectura un enriquecedor placer.
Salud
Amigo Loam, conozco bien "De los espejos y otros ensayos", de U.Eco. Hay en su crítica un sentido del humor extraordinario, inteligentísimo. Coincido con Eco.
EliminarSalud
A ver quién tenía redaños para no firmar el manifiesto en el 34 de guardar lealtad al hombre del bigotito.
ResponderEliminarUn saludo.
Amigo Cayetano, "primum vivere", si no firmabas, no comías.
EliminarAbrazos
Es que el movimiento de la escultura Amanecer o el de Dancer las desliga de una tradición clásica sin duda. Formalmente nada que ver. Ignoro si este tipo de trabajos gustaría mucho a los filonazis, pero si Kolbe evolucionó hacia el gusto de estos habría que preguntarse qué fue primero si el huevo o la gallina. Desde luego tu información es magnífica, no sabía nada de esto. Cuando mencionas los nombres de los personajes firmantes de la adhesión uno puede hacerse muchas preguntas. O el arte iba por mal camino, o el arte se presta a cualquier cosa, o hay una afinidad ideológica que cuestiona al artista o saca a relucir sus sustratos o no entiendo nada. Acaso querían vender su idea de que el Arte es siempre apolítico y acabaron haciéndolo cómplice de una clase de política nefasta y criminal. Uf, complicado, el tema nos llevaría por derroteros nada fáciles de expresar.
ResponderEliminarAmigo Fackel, está claro que la obra de Kolbe, como la de muchos artistas alemanes de la “falange de los fuertes” tiene una movilidad que parece contradecir el “estaticismo” del periodo clásico griego, aunque en el helenismo también encontramos muchas obras que expresan una gran movilidad, así como otras del Renacimiento italiano. Contemporáneo de Kolbe y de estos artistas filonazis estaban los futuristas italianos que estos hicieron del movimiento el componente esencial de su estética. Por cierto, estos futuristas Eran “filo-fascio”
EliminarCreo que Georg Kolbe, su admirado Max Klinger, Otto Greiner y sobre todo Richard Müller, , Oskar Zwintscher, Sascha Schneider e incluso Hans Unger expresaron el signo de su tiempo y de la sociedad que les tocó vivir. El arte expresa precisamente esto.
¿Qué es antes, el huevo o la gallina? No lo sabremos nunca, el caso es que el artista es sensible a lo que ve y lo expresa según su sensibilidad. Estos artistas conocieron el rigor de la guerra y pusieron sus esperanzas en un nuevo orden. ¿Fueron responsables del futuro que les esperaba? ¿Contribuyeron con su arte al advenimiento de las desgracias posteriores? No sé si estas respuestas nos las proporcionaría algún existencialista.
Nos hacemos muchas preguntas sobre la actitud de aquellos artistas, y de muchos de los nuestros ¿Qué pasó con Coderch o con Le Corbusier?, ¿y con tantos otros que tuvieron que aguantar la represión de un lado y de otro? ¿Cómo se utilizó su arte en manos de un poder totalitario?
El arte se prestó y fue utilizado con finalidades ideológicas y muchas veces fue creado para cumplir estas finalidades. ¿Fue así bajo presiones?
El arte no es apolítico. Lo hacen cómplice y la historia casi siempre lo explica mal, juzgan actitudes de ayer con unos preceptos morales de hoy; esto no vale, como tampoco vale el “quítate tú para ponerme yo”, que nadie tiene la autoridad para exigirlo.
Saludos
es la guinda del pastel, en el paseo del pabellón, con sus manos que protegen del sol mañanero. Qué bien la colocó Mies, como una deidad del templo.
ResponderEliminarEstá perfectamente colocada, yo creo que la decisión fue cosa de Lilly Reich, esta señora arquitecta que tanto se empeñan en obviarla.
EliminarEs la diosa de los mármoles, la reina del estanque, la que mira el ónix, la que levanta los brazos para abrazar a la Aurora, la que nos enseña dónde está el punto exacto, la diosa de los reflejos, la guardiana del detalle, la que sentencia el orden ortogonal, la del espacio que fluye, la guinda racionalista, la que atrae los pasos...
A veces tengo la sensación de que me falta sensibilidad para apreciar estas obras de arte.
ResponderEliminarUn abrazo
No, amigo mío, yo creo que eres sensible y aprecias la calidad de las obras de arte.
EliminarLas obras de este periodo del que he hablado son endiabladas, llevaban la carga de la tragedia del siglo XX y pretendían situarse por encima del dolor.
Los alemanes que habían salido de su modernismo, el Jungdstil, y los artistas del "noucentisme" que parecían unos 'divinos' de la forma, se maravillaban con Horacio, mientras el pueblo iba metiéndose en guerras Tanto los artistas alemanes como los noucentistas pecaban de altanería.
Abrazos
¿"Mientras el pueblo iba metiéndose en guerras"?... No, mientras al pueblo era sacrificado en las guerras que la ávida burguesía llevaba a cabo para enriquecerse. Que no es lo mismo.
EliminarSalud
Tienes razón, Loam, debería decir: al pueblo lo iban metiendo en guerras o como tú dices el pueblo era sacrificado en las guerras...
EliminarQueda entendido. Asumido el error.
Salud