El ombligo es la marca que nos recuerda el vínculo
maternal. Es la cicatriz del primer desastre anatómico. En todo caso, es el pellizco,
más o menos preciso, de una comadrona.
Sin embargo y a pesar de su insignificancia, hay quien
busca en su ombligo un punto trascendental y concluye que su cicatriz es el
centro del universo, el ombelico del
mondo, el punto donde Dios apoyó el pincho del compás para trazar la
redonda del planeta.
Otros, aficionados a la mitología, se preguntan dónde
tienen el ombligo los centauros, si en la parte humana o si en la parte
caballar. Muchas preguntas y muchas reflexiones ha suscitado este botoncito.
Creo que un autor checo asegura que los ángeles no tienen ombligo, pues siendo
de naturaleza divina, no han nacido de madre y por lo tanto no hay pellizco de
comadrona. Aunque Durero se lo pintó, yo creo que tampoco debían tener ombligo Adán y Eva.
El ombligo ha sido la inspiración de muchos artistas.
Observan su protuberancia y redondez y crean una obra de arte. Es un punto que
atrae la atracción de los engreídos.
El ombligo es el centro de gravedad del cuerpo humano, se
entiende de un cuerpo bien proporcionado. Es considerado, pues, el punto apolíneo
de la sección áurea del cuerpo humano.
Le Corbusier desarrolló las escalas de su “Modulor” a
partir del ombligo de un hombre con el brazo en alto que él había dibujado.
También Leonardo da Vinci había dibujado el “hombre de
Vitrubio”, esta imagen mil veces representada en la que podemos ver un sistema
de proporciones que parte del ombligo.
En ambos casos, Le Corbusier y Da Vinci, toman el ombligo
como referencia o punto de partida. No son actos de autocontemplación, ni siquiera
de manierismo, pero sí de reflexión estética.
No lo había pensado. Aunque es cierto, y se observa sin problemas en las monedas de euro italianas, el dibujo que en su momento hizo el genial artista de la ciudad de Vinci.
ResponderEliminarAhora recuerdo, gracias a esta entrada, una obra de teatro de Alvaro de Laiglesia, director que fue de La Codorniz, la mejor revista de humor de todos los tiempos, y hoy denostado, que se titulaba "Todos los ombligos son redondos" y que me hizo reír lo suyo.
Me viene al pensamiento que no hay ninguna especialidad médica que trate sólo del ombligo, y que si la hubiera se debería llamar "Ombligatología".
Un abrazote
Miquel, el ombligo es algo insignificante, es poca cosa y algunos se empeñan en darle importancia a las pequeñas cosas.
EliminarAbrazos
Quien más o quien menos se ombliga. No existe de iure como verbo pero está de hecho en vigor. Se conjuga a veces conscientemente, otras veces sin nombrarlo. Pero existe el término ombligada, que es esa zona de la piel, al borde del abdomen que además de ser inevitable nos recuerda que algo nunca muta del todo en nosotros. Eso más tangible de lo que nos pensamos llamado procedencia. Qué triste debe ponerse el ombligo cuando un cuerpo expira.
ResponderEliminarSí, Fackel, algunos están acostumbrados a conjugar verbos que satisfacen su vanagloria. Creo que la ombligada es un cuero bastante apreciado.
EliminarSalud.
Cuando las madres tienen a sus bebés desnuditos, después del baño, su instinto es besarle en el ombliguito, el bebé sonríe feliz. Será que también es el centro de la sensibilidad.
ResponderEliminarSaludos
Amigo Car res, no conocía esta costumbre, me parece una muestra de ternura. Probablemente sea el ombligo un centro de sensibilidad como tú dices.
EliminarSaludos.
Recuerdo el paralelismo que establecíashace unos meses entre "El Profeta" de Pablo Gargallo y "El Modulor" de Le Corbusier. Los dos alzan su brazo, profetizan y gritan. Lo que uno hacía por la mañana (esculpir y dibujar) el otro lo hacía por la tarde (pintar y proyectar) y viceversa.
ResponderEliminarNo intervine entonces porque estaba en la presunta "isla mágica", pero me llamó la atención aquello. Y, en efecto, el ombligo del mundo era, para Corbu, el ombligo humano (y el suyo), ese punto respecto al que establecía sus comparativas mediciones.
Un abrazo.
Hace aproximadamente un año que puse aquí, en el blog la comparación entre el Modulor de Le Corbusier y el Grito de Gargallo. En ambas obras el ombligo tiene un protagonismo bastante expresivo.
EliminarCiertamente Le Corbusier era uno de estos artistas que se miran bastante el ombligo.
Abrazos
Sí, Francesc, a esa entrada me refería, de 13 de septiembre del año pasado.
EliminarHice hace unos cuantos años (cuando lo explicaba en Bachillerato) el cociente entre mi altura (H) y la altura entre pies y ombligo (h) y daba bastante exacto A/h=1,618. Pasados los años, ya no. Se ve que no enconjo proporcionalmente en todas mis partes. Sin embargo, como explicaba en ¿Le Corbusier tiene la culpa de todo? (2), el cromo de Uribe (si situé adecuadamente la posición del ombligo, tapado por la samarreta) sí que sigue cumpliendo: era un atleta, aunque quizá no lo parezca.
Un saludo.
Cuerpo apolíneo, amigo GranUribe, cuerpo apolíneo.
EliminarSaludos
Ciertamente algunos no hacen más que mirarse el ombligo y por eso es una parte de la anatomía humana que nunca me ha inspirado grandes simpatías, pero todo esto que nos cuentas es de lo más interesante. No cabe duda que las proporciones y los puntos referenciales y de equilibrio marcan la pauta de lo que nos resulta agradable a la vista y siendo así, gracias a ti lo mirare de otro modo .. bueno y a CAR RES, que es precioso eso que cuenta y además, absolutamente cierto
ResponderEliminarMuchos besos y buen finde!
María, te propongo un ejercicio de mediciones. Divides tu altura (de la cabeza al suelo) por la altura de tu ombligo al suelo y si el resultado se aproxima a 1,618, podrás asegurar que tienes una proporción como la Venus de Milo. Es decir una proporción perfecta, la proporción áurea.
EliminarAbrazos y buenas mediciones.