lunes, 30 de septiembre de 2024

Futuristas



Filippo Tommaso Marinetti (1876-1944) era un espíritu arrebatado, un poeta de retórica desenfrenada que quería asombrar al mundo con sus gestos extravagantes y quería comunicar a tutti quanti su visión acelerada del futuro, quería comunicar la velocidad y el futurismo.

Su automóvil se estrelló de un topetazo y aquel coche flamante y extraordinario que conducía fue a parar a la cuneta. Inmediatamente el poeta reaccionó de manera arrebatada y proclamó el futurismo, su visión profética la decretó en estos cinco puntos:

1. Queremos cantar el amor, el peligro, el hábito de la energía y de la temeridad.

2. El coraje, la audacia y la rebeldía serán elementos esenciales de nuestra poesía.

3. La literatura ha magnificado hasta hoy la inmovilidad del pensamiento, el éxtasis y el sueño; nosotros queremos exaltar el movimiento agresivo, el insomnio febril, la carrera, el salto mortal, la bofetada y el puñetazo.

4. Afirmamos que el esplendor del mundo se ha enriquecido con una belleza nueva: la belleza de la velocidad. Un coche de carreras con su capó adornado con grandes tubos parecidos a serpientes de aliento explosivo; un automóvil rugiente que parece correr sobre la metralla es más bello que la Victoria de Samotracia,

5. Queremos alabar al hombre que tiene el volante, cuya lanza ideal atraviesa la Tierra, lanzada ella misma por el circuito de su órbita.

Este manifiesto lo difundió a través de la prensa y encandiló a los futuros fascistas y a aquellos que veían en la guerra un remedio y una forma de evolución humana, los que creían que la guerra era un catalizador del progreso de la civilización.

No se quedó callado Marinetti, creía que el mundo se reactivaría súbitamente y quedaría avivado por una limpieza extraordinaria y viril, y "dale que te pego", Marinetti continuó:

Queremos glorificar la guerra -única higiene del mundo-, el militarismo, el patriotismo, el gesto destructor de los anarquistas, las bellas ideas por las cuales se muere y el desprecio a la mujer. De hecho, el arte no puede ser sino violencia, crueldad e injusticia.

Estas palabras demenciales se publicaron en Le Figaró el 20 de febrero de 1909. Marinetti no quería meterse en política, pero algunos políticos se metieron de lleno en su discurso.


Avanzaron los días a la velocidad que entusiasmaba a los futuristas y llegó el estallido, el choque de 1914, la desgracia y el dolor.


2 comentarios:

  1. Si te digo la verdad, sabía de Marinetti y de sus manifiestos futuristas; hasta sabía de la existencia de un libro que no leeré: La cocina futurista: Una comida que evitó un suicidio. También conocía esa famosa frase en la que afirma que un coche a toda velocidad que es más bello que la Victoria de Samotracia (no lo comparto).

    Pero hasta que has publicado tu entrada no me había puesto a leerlos. Y reconozco que tampoco comparto casi nada de lo que dice. En particular, es un gran enemigo de los museos, que los compara con cementerios, una equiparación que algunos ministros, dinamizadores culturales y directores de museos (gente peligrosa toda ella) han hecho suya y, por ello, tratan de "hacer de las suyas" con los pobres museos, quizá para justificar sus cargos.

    Extraigo algunas de las frases que me han llamado la atención (hay muchas más):

    «Museos, cementerios! ¡Tan idénticos en su siniestro acodamiento de cuerpos que no se distinguen! Dormitorios públicos donde se duerme siempre junto a seres odiados o desconocidos. Ferocidad recíproca de pintores y escultores matándose a golpes de línea y de color en el mismo museo.[...] ¡Prended fuego en las estanterías de las bibliotecas! ¡Desarraigad el curso de los canales para inundar los sótanos de los museos! ¡Oh! ¡Que naden a la deriva los cuadros gloriosos! ¡Sean nuestros los azadones y los martillos! ¡Minemos los cimientos de las ciudades venerables!»

    Muy interesante tu escrito, con su retranca correspondiente.
    Un abrazo

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    1. Amigo Gran Uribe, los futuristas, con Marinetti al frente, eran unos exaltados que buscaban la causa de su exaltación y no encontraban otro camino que arremeter contra la estatuaria griega, contra los museos, contra las bibliotecas... Les parecía que el saber acumulado durante tantos siglos era un juguete con el que podían jugar, una pelota a la que pegar patadas, también creían que se podían pegar patadas a las mujeres y permitirse otras bestialidades. De aquellos exaltados vinieron los fascismos meridionales, Mussolini, su Giovinezza y los descerebrados que clamaban "Mussolini ho due coglioni cosí".
      Salud

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