Sin título (1982). Benet Rossell
Ocurre a la mayoría de los mortales, que cuando algo no nos conviene o no está de acuerdo con nuestras creencias, tendemos a olvidarlo, apartarlo de nuestra vista, cancelarlo.
Este rechazo, que muchas veces es una cuestión de intolerancia, sólo podemos corregirlo con la observación directa y sin la carga
de los prejuicios. Así procede el método científico y así debería proceder todo
aquel que intenta relativizar.
Pisamos el presente y desde él juzgamos y cancelamos. Es
difícil sustraerse de esta visión presentista.
La educación y los medios de comunicación limitan una necesaria reflexión
crítica del tiempo histórico.
El
puritanismo, la exagerada influencia de la inteligencia emocional y lo
políticamente correcto han ido sustituyendo el pensamiento racional y la
crítica sistemática propia del librepensamiento.
Actualmente, el discurso presentista se ha convertido en tendencia general, recurre al prejuicio
y cancela las opiniones y acciones que no concuerdan con los valores morales
presentes, los predominantes y, porque no decirlo, acciones e ideas que no
concuerdan con los intereses del poder establecido.
Juzgamos a autores y a artistas del pasado según
la moral actual: Caravaggio y Benvenuto Cellini eran unos pendencieros, Picasso
un machista, Cervantes era un ludópata, Wagner un antisemita, Carlo
Gesualdo un asesino, etc.
Según la moral actual, ninguno de ellos era
políticamente correcto, seguramente hoy, algunos puritanos –sobre todo de
izquierdas– les montarían un escrache a las puertas de sus casas.
La historia siempre es contemporánea, decía Benedeto
Croce. En efecto, siempre contemplamos el pasado con nuestra mirada actual. El
pasado se deposita en nuestra mente como una historia contemporánea.
Con este presentismo
juzgamos y cancelamos. Ya no se debate, cuando algo no nos gusta,
se cancela y ya está. Todo intercambio de ideas, toda discusión o duda
sistemática se cancela.
La
cancelación levanta hogueras digitales donde se queman los textos clásicos,
desde la Odisea hasta Dante y queman todo lo que la sensiblería y el
puritanismo actuales consideran moralmente equivocado.
La
cancelación ha empezado con las obras del pasado y se prepara para cancelar el
futuro. Ya están en estado de alerta ante cualquier idea o propuesta educativa
que pueda incomodar a los alumnos que acuden a las aulas dispuestos a someterse
a la manipulación de maestrillos canceladores.
Recordando aquel "Prohibido prohibir", ahora el lema más revolucionario sería: "Cancelado el cancelar".
ResponderEliminarSaludos.
Sí, Julio, creo que alguien ya está hablando de la "cultura de la cancelación". El caso es prohibir, ya sea llamándolo de una manera u otra.
EliminarUn saludo.
No te digo nada,cuando con ojos del presente establecido,se analizan actos y comportamientos de una religión o de Dante,en cuanto su infierno.Incluso lo que representó el tribunal para la Fé (Inquisición).El presentismo, es cómodo,fácil, porque es dogmático, es lo que dicta las normas actuales que hay que seguir a rajatabla si no quieres estar fuera de juego.
ResponderEliminarSaludos
Amigo Car res, están practicando una censura tremenda, son los nuevos Torquemada. Lo malo es que su intolerancia se difunde en los medios de comunicación que incluso llegan a aplaudirlos. Se está estableciendo una especie de puritanismo infantiloide que produce monstruos.
EliminarSaludos.
És el triomf dels mediocres, no és aquest l'estat d'alerta que es demanava per a l'home nou.
ResponderEliminarAmic Puigcarbó, dir mediocre ja es atorgar-los un bri de coneixement, jo crec que de mediocres res de res, un mediocre és algú de qualitat mitja o de poc mèrit, però aquests no arriben ni a la més mínima qualitat, son pura mesquinesa de la més baixa estofa.
EliminarEls qui clamaven per un home nou sempre els notava un tuf d’encens.
Salut.
Muy buena, mucho, esta reflexión, amic Francesc.
ResponderEliminarCon tu permiso añadiría otra cosilla más, que creo importante, "el presentismo de juzgar sin conocimientos", anteponiendo antes la firma del creador a aquello creado, porque en el fondo, lo que les importa es quien ha efectuado la obra y no el concepto de la misma.
Un abrazo
Amic Miquel, sí, añadamos esta muestra de incultura que practican algunos de juzgar sin conocimientos. Hemos visto barbaridades que se han cometido sin que el irresponsable de turno supiera ni lo que estaba haciendo. Cancelan, prejuzgan, manipulan y al final acaban derribando.
EliminarSalud.
Yo es que no creo en lo que se denomina ahora "inteligencia emocional", creo más bien que es una moda al uso que se verá relegada al olvido por su falta de utilidad práctica para resolver problema alguno y solo como una forma de lucirse de los promotores, creo yo.
ResponderEliminarUn saludo
Amigo Daniel, tengo la sensación que esto que denominan "inteligencia emocional" es algo que va muy bien para llenar páginas de tratados de psicología de salón. En mi opinión la "inteligencia emocional" es un lastre que entorpece, que sirve para muy poca cosa.
EliminarSalud