sábado, 5 de febrero de 2011

Venganza

Las formas de venganza han cambiado con el tiempo. Mutan, modifican las formas de aplicación y su aspecto estético.

Donde veíamos un puñal en tiempo de Cicerón o un escalpelo con Séneca, vemos ahora ingeniería financiera.

Estos materiales, puñales, dagas o cimitarras, gas mostaza o manipulación de precios son manejados y administrados por los que mandan.

Repartieron tortas, trazaron las líneas aciagas de las fronteras y ahora las multinacionales pactan el valor de las materias primas y la energía. Las formas cambian y cambian también los modales, pero, como dice la poeta polaca, el gesto de los brazos protegiéndose la cabeza, este, permanece.

En la Historia de las Malas Ideas, Eduardo Gil Bera escribe:

La sociedad se basa en la venganza. Dondequiera y siempre, naciones, pueblos, tribus, imperios, religiones, culturas o clases se definen por el establecimiento de un espacio-tiempo donde aquella, la innombrable, se regula y garantiza. Cada ámbito comunitario facilita e impone a sus socios los plazos, tasaciones y eufemismos para la venganza. De este modo nacen, pululan y caducan las voces más famosas: justicia, derecho, castigo, paraíso, dios, trascendencia, revolución, fe, amor, arte, inmortalidad... Y todas significan lo mismo.

4 comentarios:

  1. Pero es por todos conocido que la venganza ya no nos pertenece, a nosotros, los hombres: se ha adueñado de ella el Estado, que la administra con una venda que apenas vela los ojos.

    Un abrazo.

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  2. Sí, Javier, la administración de la venganza es la actividad que mejor gestiona el estado. Parece que esta su única actividad.
    Salud

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  3. Por eso los teóricos del Estado lo definieron de tal guisa: el estado detenta el monopolio de la violencia.
    Ahora habría que añadir que ese monopolio está compartido por el poder finaciero, en todas sus ramificaciones, legales e ilegales.

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  4. En efecto, Amaltea, ahora la venganza ya no es patrimonio exclusivo del Estado. Los mercados, actualmente, administran la venganza de manera más sutil que los estados.
    Salud

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