De lejos llegan gritos que amenazan la piel.
Los alaridos de los sátiros agrietan la oscuridad
y los dioses despiadados traen el espanto.
Los rayos encendidos son una espada de fuego.
No es la violencia un capricho de nadie,
es, sin remedio, una fatalidad para todos
que deja en el recuerdo un poso de sangre
que cuaja en la memoria y en el tiempo persiste.
Para saciar el hambre y secuestrar hembras,
con las herramientas pulidas de sílex afilado,
los antepasados mataron con rectitud. Como es debido.
Tú y yo, aún, tenemos presentes sus alaridos
y somos los hijos de los dioses inclementes de la noche.
Juntos perfeccionamos la muerte y la barbarie.
domingo, 31 de octubre de 2010
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Vaya poemazo gótico amigo Cornadó.
ResponderEliminarEse sílex afilado va da mucho juego.
Besos.
Carmen, el juego del sílex afilado perdura y se perfeciona en formas cada vez más sutiles, espadas, espadines y herramientas digitales de doble filo.
ResponderEliminarSalud
Parece que no hay límite en lo que se refiere a perfeccionar. y la barbarie recibe muchísima entrega y dedicación.
ResponderEliminarSalud, Francesc
Sí, Pedro, avanza la historia y la barbarie se va perfeccionando.
ResponderEliminarSalud