La patria está cercada por muros de granito. Son más altos que las zarzas y las pitas de hojas puntiagudas. Su color es cenizo y salvaje.
- Tú, pájaro negro de plumas blancas, puedes volar alto, posarte en las almenas y desde arriba otear todas las insidias. Dentro de la muralla se concentran los reclusos infelices que no cesan de gritar como unos endemoniados. El sol luce con la misma intensidad a ambos lados de la muralla y, sin embargo, las sombras de dentro son más negras que las de afuera.
- Chac, chac, chac, chac, chac.
- Detén tu graznar, tanto graznido me atolondra. Sí, ya sé que prefieres matorrales a callejuelas. No quieres acercarte a la ciudad, pero calla y sigamos. Muros de ignominia.
¿Piensas que no llegaremos? Pues sí, llegaremos aunque tropecemos con un muro.
Hay tantos tropiezos. Y después de cada caída volvemos a levantarnos.
Hay tantos muros. Y tras ellos, tantos territorios brillantes que desconocemos. Aunque bien mirado las Indias ansiadas no son más que un faro inconsistente.
lunes, 11 de octubre de 2010
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De muros está el mundo lleno, y ya no sé si defienden o agreden, porque quizá no sea su finalidad impedir que alguien entre, sino que nadie salga. ¿Cómo saberlo, si sólo estamos a un lado del muro?
ResponderEliminarUn abrazo.
Las urracas que volaron más allá de las almenas podrían contarnos la realidad que hay a extramuros. Estos artistas que con su sensibilidad nos muestran aquello que no vemos o lo que queda oculto por las sombras de la muralla.
ResponderEliminarMe preocupa que todo lo que está encerrado acaba pudriéndose.
Salud
Francesc Cornadó