Ni subido a lo alto del acantilado, como hacían los románticos empedernidos, he podido atisbar finalidad alguna. No veo finalidad ni en la humanidad ni en la naturaleza.
Pequeños paliativos para ir marchando:
-- la belleza, sobre todo si es de piedra,
-- la buena comida, la sencilla, hay que dejarse de delicatessen,
-- el paisaje con figuras,
-- los versos de Dante,
-- la música compuesta con la cabeza.
Esta feria no lo salva nadie.
A la sombra del mirabolano, levanto la copa intacta del vino joven como hizo el viejo Horacio:
Aetas parentum, peior avis, tulit nos nequiores, mox daturos progeniem vitiosiorem.
La edad de los padres, peor que la de los abuelos, nos engendró a nosotros, aún más malvados y destinados a tener una descendencia más degenerada.
Horacio, Odas, 3,6,46
miércoles, 20 de octubre de 2010
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Hola Francesc, gracias por tu coemntario, por tu agradable visita, he regresado para quedarme, dónde mejor...? pasa buena tarde,gracias,besos.
ResponderEliminarMe gustaría brindar, Francesc, por esta reflexión ya que "el vino siembra poesía en los corazones" como escribió Dante. La feria no merece siquiera un gesto de desprecio. Comparto la receta.
ResponderEliminarUn abrazo
Don Vito ya sabes que estás invitado a levantar la copa intacta del viejo Horacio.
ResponderEliminarSalud
Bien, bien, bien, tres veces bien, Guillermo.
ResponderEliminarEn el brindis nos encontraremos los amigos con Dante, Virgilio y Horacio, si por allí pasa Safo y algún otro vesánico le dejaremos que también levante la copa.
Salud
¡Habla, lira divina, y de cantar no dejes...!
ResponderEliminarKova, hablarà la lira divina o humana y nosotros cantaremos con la copa en alto, tú, naturalmente, estarás entre los amigos de la farra horaciana.
ResponderEliminarSalud