Un muro de contención es una construcción no demasiado estable.
Por más muros o murallas históricas que se conserven, te puedo asegurar, urraca querida, que ninguna de estas construcciones anteriores a 1950 puede considerarse sólida desde el punto de vista empírico.
Las teorías de la mecánica del suelo conocidas hasta bien entrado el siglo XX no permitían una exactitud de cálculo para el dimensionado de los muros de contención. Se construía a tanteo, a ojo de buen cubero, dando más o menos grosor a la pared o a la muralla, haciendo más o menos profundos sus cimientos y procurando que el muro de marras, no contuviera más de lo que se había previsto. Para conseguirlo se debía expulsar aquellos cuerpos o materias que provocaran empujes indeseables. Por esta razón se practicaban en la superficie exterior del muro unos agujeritos triangulares, llamados mechinales, que servían de desagüe, para que saliera por ellos el agua acumulada en el intradós del muro. También salían ratas.
Vaya lección de ingeniería civil te estoy dando. Ya sé que piensas que esto no va contigo, que a ti poco te importa si el muro es más o menos sólido, con levantar el vuelo tienes suficiente.
Aquellos muros construidos según las técnicas del ojo del buen cubero se podían partir, desplazar o volcar, es decir, perder la estabilidad en las formas más elementales.
Para evitar que la muralla se rompiera se construía la pared más gruesa, acumulando pedruscos y argamasas.
Para evitar que el muro se desplazara se le construía un cimiento con talón de manera que quedara anclado en el estrato firme del terreno. Y, finalmente, para evitar que el muro volcara se construían los cimientos con mucha masa, con mucha piedra y se construían, además, contrafuertes en forma de pilastras trapeciales adosadas.
Teniendo en cuenta, pues, los conocimientos teóricos de la mecánica del suelo y la resistencia de materiales y, conociendo las técnicas de construcción de los muros de contención, podemos asegurar que los muros levantados hasta la segunda Guerra Mundial se sustentan sobre incertidumbres matemáticas.
Esta incertidumbre hace que una idea maligna anide en nuestro magín. La azarosa estática del muro nos induce a pensar en causas inmateriales que probablemente también contribuyen a la estabilidad de la estructura.
Puede que en algún momento alguien utilizara esta contribución metafísica y con ella levantó muros sólidos para contener voluntades y anhelos y, para construirlos, además de grandes piedras tomadas con mortero bastardo, puso cantidades ingentes de miedo en sus cimientos.
Los muros cada vez más altos y gruesos cortaron la visión de otros paisajes. Taparon las vistas del horizonte con sillarejos de granito o piedras calcáreas. Construcciones bastante zafias, toscas, chapuceras y desmañadas edificadas con masonería de odio, barro y pasta de cal.
Confiaron la estática de los paños de muralla a algunas hiladas de piedra tallada colocadas entre la mampostería ordinaria y unido con argamasas de iniquidad mezclada con cementos puzolánicos o escorias de gredas volcánicas.
Las esquinas de la muralla las resolvieron, para dar mayor estabilidad, con aristas de sillares tallados de granito salvaje y maldad.
Para expulsar los cuerpos indeseables, no practicaron mechinales en los paños del muro, no se podía poner en riesgo la inexpugnable muralla con agujeritos y desagües. Para eliminar los cuerpos no deseados utilizaron métodos innombrables que no tienen nada que ver con las técnicas de construcción.
Cumplida la función principal de contener la tierra, la propiedad o la patria, añadieron otros elementos para satisfacer vanidades, soberbias y otras funciones secundarias.
En la parte superior de la muralla construyeron almenas para esconderse tras de ellas y disparar al enemigo. En los paños de los muros, de forma estratégica, practicaron aspilleras por donde lanzar flechas contra aquel que se acercara. Encima de las puertas construyeron voladizos desde donde verter aceite hirviendo encima de quien osara penetrar o irrumpir a intramuros sin licencia.
Los constructores no tuvieron que hacer demasiados cálculos. Amontonaban más y más piedras y odios contra lo desconocido y hacían los cimientos más profundos hasta hincarlos en los estratos más duros del resentimiento.
Estas paredes que aprisionaban voluntades permanecen aún en pie, cortando la brisa que hace ondear los gallardetes y pendones que los constructores de muros colocaron en lo alto de las almenas.
lunes, 4 de octubre de 2010
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
"cantidades ingentes de miedo en sus cimientos"
ResponderEliminaren algún sitio leí que siempre han sido el miedo y el misterio los principales ingredientes de la ideología dominante.
Quizás por eso el saber siempre "intramuros" y las gentes siempre "extramuros".
La urraca sabrá.
Muy ilustrativo, Francesc.
Un saludo
Muros de miedo que dan miedo.
ResponderEliminarA pesar de los pesares,
no de dejo de pensar
puedo imaginar,
esa grieta desafiante
en el muro
Saludos!
Los muros, querido Luis, se levantan sobre el miedo al otro, este es el cimiento más eficaz, el que no contiene cemento aluminoso y permanece y permanece...
ResponderEliminarSalud
Por la grieta, Kova d Onga, también pueden entrar ratas.
ResponderEliminarSalud
Las ratas... las había pasado por alto?
ResponderEliminarLos muros derribados hasta ahora sólo han sido un espejismo. Un gran espectáculo, puro teatro. Un producto lujosamente empaquetado fruto de este sistema caótico que hemos legitimado.
Así que, a pesar de verme rodeada de ratas por doquier, persevero con el poder de la imaginación y con la voz: provocar fisuras, abrir grietas, aberturas por donde corra el aire; los muros indecentes y las violentas alambradas están por caer y serán desmantelados con rigor.
Bona nit Francesc
Admiro, Kova d Onga, tu optimismo y tu fe en la fuerza de la imaginación y la voz, o sea la poesía.
ResponderEliminarCierto es que la poesía nos ofrece bellas imágenes para ir tirando, pero los muros siguen ahí, altos impenetrables, con gallardetes fijados en las almenas
Yo creo que estoy apuntado en la lista de los hombres más pesimistas del mundo.
Por deformación profesional, para mí una grieta es una patología constructiva. Creo que los muros que separan tienen sus cimientos sobre los estratos más duros de nuestra inteligencia.
Salud
"...contener tierra, propiedad, patria"
ResponderEliminarEl muro es, supongo, una estructura para preservar su contenido, como la piel o las membranas celulares.
Pero sólo una controlada permeabilidad aseguraría su éxito.
No es sólo la estructura sino su vulnerabilidad lo que garantiza, paradójicamente su fortaleza.
Pero, más optimista, creo que el tiempo siempre derriba las murallas, o las hace inservibles, aunque sólo sea para construir otras nuevas.
(He aprendido mucho con esta entrada)
Gracias, Francesc.
Resulta, Ranstom, que los muros son inestables pero solo como estructuras físicas, sin embargo, sus cimientos hundidos en la tierra y apoyados en los estrados más firmes del subsuelo permanecen, por esta razón los volvemos a levantar, porque la razón de su construcción está muy bien cimentada en la iniquidad del hombre.
ResponderEliminarSalud