El marrazo tiene el filo doble, a diestro y siniestro endosa
impiedad y venganza, que en forma de herida
o cabeza decapitada va resolviendo la historia
a punta de batalla, sin ningún miramiento.
El marrazo se pringa de sangre,
no se oxida el acero y tampoco pierde el filo.
Y después de una guerra y después de un combate
el marrazo continua funcionando con eficacia.
Hay, sin embargo, velos de seda difíciles de cortar
que el marrazo jamás podrá, con la fuerza de su golpe,
detener su destello ni rasgar su color.
pues la fuerza no detiene el alado vuelo de un deseo
resplandeciente como la seda bajo la luz solar
y el arma debe ceder a la finura del sueño.
sábado, 8 de enero de 2011
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Hola, magnificas palabras un saludo desde Cuautitlán, México.
ResponderEliminarMuchas gracias.
EliminarSaludos