La experiencia que tenemos del mundo es ilusoria. El mundo es un desvarío, no tiene nada que ver con el orden, es más bien un caos carente de toda lógica.
La naturaleza no es sabia y nada de ella obedece a la razón ni a la moral. Es puro capricho.
La consciencia que tenemos del mundo es un delirio y si algún conocimiento tenemos del mismo es algo baldío, pues el conocimiento humano no significa indefectiblemente bienestar humano.
El conocimiento que tengamos del mundo puede no valer la pena, ni siquiera la verdad puede valerla, pues para la nutrición, la supervivencia y la reproducción no se precisa la verdad. El ser humano está al servicio del éxito evolutivo y no de la verdad.
En la lucha por la vida,
--el gusto por la verdad es solamente un lujo
--el conocimiento es algo para ir tirando y
--la cultura es un carruaje más o menos barroco.
martes, 4 de enero de 2011
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
Y, sin embargo, Francesc, seguimos concediendo a todos esos principios axiomáticos tan alto valor que desdeñamos lo único que logra mantenernos con vida sobre el planeta, la experiencia. De ella, residente en nuestra memoria, surgen todos los recursos posibilistas como especie, y eso, unido a nuestra posición dominante en tanto depredador indiscutible, garantiza, de momento, la vida humana.
ResponderEliminarUn abrazo
Javier, coincido contigo. La experiencia nos ayuda además a relativizar, temo, sin embargo, que nuestra condición de depredador no sea garantía de casi nada.
ResponderEliminarSalud