TÁCET, tres veces.
Cómo me gustaría que se entendiera.
La partitura debería colocarse en las puertas de todas las aulas.
Hay demasiado charlatán.
A ver si los niños aprenden a callarse y lo practican durante toda su vida.
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Dice Gabriel Marcel que, cuando las palabras no mejoran el silencio, es mejor no pronunciarlas.
ResponderEliminarUn abrazo
Sí, Miquel, el silencio es virtud. Callarse es más productivo que el discurso de los alienados.
EliminarAbrazos
Yo no gusto callar.
ResponderEliminarEl silencio es una locura para mí.
La vida es bella.
Saludo
Sí, Andri, la vida es bella, tanto como el silencio y las hermosas canciones de amor (sólo las hermosas, las otras no)
EliminarAbrazos
La música callada, la soledad sonora, que decía el oxímoron de Juan de la Cruz.
ResponderEliminarAlgunos padecen de verborrea y no se callan ni debajo del agua. Lo malo es que son muchos los que hablan sin parar y no dicen más que memeces.
Saludos.
Sí los charlatanes se callaran, se produciría un silencio tal que nos permitiría estudiar con tranquilidad.
EliminarSaludos
¿Los niños? ¿Por qué los niños?
ResponderEliminarA veces los niños razonan y hablan mejor, hacen preguntas pertinentes y en cambio otros no niños, deberían practicar el TÁCET sin lugar a dudas. Deseo no ser ahora yo uno de esos.
Saludos, Francesc.
Anna, creo que debemos enseñar a los niños a que no alboroten y que no griten, una buena educación en la infancia es indispensable para que cuando ya no sean tan niños les vayan mejor las cosas.
EliminarNo me cabe duda de que muchos niños hablan mejor y se cuestionan las cosas con más juicio que muchos adultos. Solo tenemos que fijarnos en el entorno para darnos cuenta de la mala educación de muchos mayores. Ah, en el entorno también veo muchos niños asilvestrados y padres y madres bobalicones y pánfilos.
Saludos