Para tener una eficacia totalmente mortal,
la afilada hoja plana de la herramienta
debe tener una hendidura no muy honda.
Es posible hacerlo en el robusto sable,
en el alfanje curvado, también en la daga,
la gumia del moro, la cimitarra
y el puñal del traidor, ya que lo admite,
con gran facilidad, la anchura de su hoja.
La hendidura deja pasar un hilo de aire
al corazón de la herida y como un aliento,
el oxígeno provoca una necrosis
que corrompe los tejidos poco a poco
y entonces, tu carne se va deshaciendo
en purulenta y mórbida gangrena.
lunes, 6 de septiembre de 2010
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Heridas que no sólo las provoca una afilada hoja (pese a tu escepticismo..je)
ResponderEliminarExcepcional.
Un abrazo amigo.
Estimado amigo Experimentosenruido, además de las hendiduras que dejan pasar hilos de aire al corazón de la herida, también ciertas portuberancias adheridas a la hoja afilada provocan la destrucción de los tejidos. Los sables con remaches, así como la sonrisa del amor fingido, las lenguas de doble filo y las palabras que contienen excrecencias vulgares todos, todos, son armas que producen la necrosis del ánimo.
ResponderEliminarSalud
Francesc Cornadó