Extramuros
Excavaron las tumbas más allá de los muros y plantaron un mar de cipreses para detener los pasos de aquella que siempre tiene la última palabra.
Aparece al fondo del cuadro, con la guadaña en ristre y acaba entrando en la ciudad a pesar de las murallas y cipreses.
- Chac, chac, chac, chac, chac.
-¿Tiemblas? ¿Se erizan tus plumas?
- Chac, chac, chac, chac, chac.
- Ya sabes que aunque caminemos hasta los confines más lejanos, siempre nos encontraremos rodeados por el profundo Tártaro.
Después de andar por tantos senderos, de viajar por muchas tierras diremos: estuvimos aquí y allá, y sin querer detener los pasos, aún, pediremos que nos entierren cuanto antes, buscando, quizás, un paraíso sin fronteras.
Intramuros
Aquello que queda encerrado, tarde o temprano, acaba pudriéndose.
- Mueve las alas, urraca querida. Hay que orear.
De "El caminante y la urraca"
jueves, 2 de septiembre de 2010
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