A finales de la década de los años 50 del siglo pasado,
circulaban por Barcelona unos autobuses de la marca Chausson. En aquellos años
comencé a interesarme por la llamada música clásica.
Al principio escuchaba música de Albéniz, Granados, Salvador
Bacarisse y algunos románticos franceses, entre ellos Ernest Chausson (1855-1899).
Encontraba muy interesante poder escuchar un Poema para violín y orquesta de un compositor que se llamaba igual
que el autobús que pasaba por delante de casa.
Recuerdo
el Poema del amor y del mar que
Chausson compuso en 1890, sobre un poema de Maurice Bouchor, donde el músico,
que tenía nombre de autobús, demostró una gran sensibilidad. En esta obra nos
presenta unas notas apabullantes que van evolucionando de forma muy monótona. No quiero pensar en aquellos autobuses que, si hacías un recorrido largo
acababas mareado, sobre todo si estabas sentado en la parte de atrás.
Lo del mareo se lo comenté a mi maestro del colegio, don Pedro Escudier,
que era francés, pero aborrecía todo lo francés y me dijo que dejara de escuchar
estas músicas de Chausson y que me gustaría mucho más Haydn y Mozart y
principalmente Bach y Pergolessi. Hice caso a Don Pedro y me dejé de músicas románticas
francesas.
Así que quedaron aparcados el Poème de l’amour et de la mer, el Concerto op. 21 para piano, violín y cuarteto de cuerdas, La légende de Sainte-Cécile y la Symphonie op. 20, mientras los autobuses
Chausson continuaban circulando por mi calle.
Nota aclaratoria.- En aquellos años de posguerra puede parecer raro que un niño tuviera acceso a la música clásica. En mi caso se dio la circunstancia que una vecina me regaló unas cajas de discos que a ella no le interesaban, allí estaban Chausson, Saint-Saëns, Bach, Tartini y muchas obras para violín, por otra parte, escuchaba la emisora musical de Radio Nacional de España, donde transmitían obras de Isaac Albéniz, Salvador Bacarisse, Reveriano Soutullo, Frederic Mompou que tanto gustaba a mi padre, etc. En este ambiente y con estas escuchas creció mi afición por la música.
Que bueno ¡¡¡ el 20 subía desde el Paral lel por la calle Urgell hasta doblar por Mallorca, y allí, pasado Enrique Granados, tenía una parada. Lo cogía cuando había posibles, para ir al trabajo, pues valía dos con cincuenta y aquello era dinero.
ResponderEliminarEn la época, corta por cierto, que estuvo mi hermano, el hijo de mi madre, en casa, allí en Tamarit, había un piano de pared. Él aprendió a tocarlo a los cuatro años, y después tuvo la fortuna de que le pagaron una academia, no sé quién ni como, pero sí sé que a la postre estudió en el Liceo y acabó la carrera. En alguna ocasión tocaba a Albéniz, lo recuerdo, hasta que volvió a marchar para vernos unas horas con años de intervalos.
De él mi afición por el jazz.
No sé si es cierto que la música son matemáticas, pero observo que a las personas que les gustan los números, y conozco varias, son grandes melómanos.
Salut
Miquel, aquellos autobuses eran bonitos y mareaban un poco, como ciertas músicas. Otras, sin embargo, son muy feas y marean mucho más.
EliminarLa música tiene una componente matemática muy marcada. No es extraño que haya muchos matemáticos aficionados a la música.
Salud
Recuerdo los programas de música de Radio Nacional,tanto que me construir una radio galena,por poco dinero,que no necesitaba red,ni pilas.Me gustaba Mozart.
ResponderEliminarTambién me está gustando,el estilo que está tomando tu blog,siguiendo lo que dijistes,fuera de políticas ,más intimista.
Saludos
Amigo Car res, Radio Nacional -Radio Clásica- hizo y está haciendo una gran labor de difusión de la llamada música clásica, sintonizo esta emisora desde que era niño.
EliminarEste blog lo empecé en 2010 y siempre he procurado distanciarme de la actualidad política y desde luego alejarme de la insignificancia de ciertas ideologías, creo que estas quedan muy por debajo del arte, de la belleza, de la razón y de otras categorías.
Cuando, en algún escrito, he rozado la política, he acabado arrepintiéndome.
Saludos.
Tus recuerdos han avivado los míos. Afortunadamente, la memoria es sabia y almacena, sobre todo, los buenos.
ResponderEliminarGracias por tu clase magistral, Francesc
Mi querido FRANDESC, siempre suscitas mi curiosidad y me he ido a escuchar ESTE poema de Chaussond a quien no conocía y sí, aunque puede que tengas razón que es un tanto grandilocuente, no está mal, me gusta el piano, el violín y el chelo.. la viola y el chelo le dan un toque excesivamente serio y dramático, cierto. Mira, salvando las distancias tiene un cierto aire -sobre todo el piano- a los Reflets dans l'eau de Debussy en todas esas escalas arpegiadas aunque DEBUSSY resulta ágil y ligero y Chaussond un tanto agotador.. como que arrastra algo muy pesado... ( es que te escribo, mientras lo escucho ; ) pero pobrecito.. ¿ relamido? jajaja en fin no sé, desde luego te agradezco mucho que me lo mostraras como a estos autobuses .. qué poco me gustan, los he usado poco pero me gusta muchísimo más el tren y eso que nunca he subido a uno de estos tan antiguos… segurísimo me mareo, ahora menos pero hubo una época que me moría cada vez que me subía a un coche, mi abuelo siempre me decía… María, no vales para la exportación jajaja Un beso grande!!
ResponderEliminarQuerida María, este compositor es machacón y muchas veces monótono. La grandilocuencia que observo en sus obras parece que venga de su admiración por Wagner pero es como si Cesar Frank la hubiese limado un poco. Debussy es otra cosa, mucho más sutil y más moderno, es muy bueno de verdad.
EliminarAquellos autobuses Chausson eran rápidos y mareantes.
Abrazos mil
Es curioso. No eran de aquella marca, pero recuerdo con mucha nitidez los autobuses urbanos de mi infancia.
ResponderEliminarLos autobuses Chausson fueron una novedad, se integraron al paisaje urbano de Barcelona con gran efecto.
EliminarSaludos
No conozco al músico Chausson. Mi afición a la música clásica no nació en mi casa, por influencia de mis padres. No rotundo. Nació cuando yo tenía catorce años, a través de un amigo en el colegio y también del novio de mi hermana (y después cuñado), que estudiaba arquitectura. Éste me llevaba ocho años, era gran aficionado, y trajo al lugar donde pasábamos el verano un par de grandes cajas de LP´s de la Deutsche Grammophon, con sinfonías y obras orquestales de los grandes (entre los que no estaba el susodicho Chausson, por cierto), dirigidas por Von Karajan. Los escuchábamos en el modesto tocadiscos que teníamos allí (en él también poníamos rock y música popular francesa e inglesa, con infiltraciones de José Guardiola o el Dúo Dinámico, en discos de 45 rpm —los llamaban microsurcos—). Y me interesó todo eso. Por si fuera poco, empecé a ir con él a las matinales del domingo en el Palau. En ese sacrosanto lugar lo primero que vi y oí fue el concierto "Emperador" de Beethoven, con Joaquín Achúcarro al piano y Ros Marbà a la batuta. Me quedé alucinado, claro, por la música y por el lugar. Empecé a sintonizar Radio Clásica y lo hice durante muchos años, hasta que han empezado a hablar mucho y a poner poca música, o muy poco "clásica". Mis cinco años en la claca de los conciertos de la "Asociación de Cultura Musical" hicieron el resto. Y así hasta hoy. Pero con la música contemporánea sigo sin poder asimilarla, por más que lo he intentado.
ResponderEliminarMi padre trabajaba como ingeniero en la empresa "Tranvías de Barcelona" (después Transportes de ídem), abriendo vías a los nuevos barrios que nacían por entonces, Guineueta, Prosperitat, etc., una actividad que le gustaba mucho. Para él fue una pequeña catástrofe y le deprimió bastante cuando vio que eso de los tranvías declinaba en aras de los autobuses, que empezaba a ser "lo moderno". Uno de los primeros ejemplares de esos autobuses fue precisamente el "Chausson". Mi madre, como era francesa, estaba entusiasmada con ese modelo, lo citaba a todas horas, pronunciado con excelente acento, y lo tomábamos muy a menudo y muy contentos (el Nº 14). Y su hermano en más de una ocasión tuvo que gritar con voz tonante al conductor «¡No corra tanto. Qué prisa hay!», ya que los conductores estaban entusiasmados, iban muy rápido y una vez se había caído al suelo en una curva, en mi presencia. En fin, son recuerdos en plan "abuelo Cebolleta", que alguna vez expliqué a mis sobrinos cuando eran pequeños...
Un abrazo.
Amigo Gran Uribe. Magníficas experiencias. Yo también iba a las matinales del Palau y a unas audiciones en la Biblioteca Central donde escuchaba mucha música del Barroco interpretada por "Amics dels Clàssics"
EliminarAquellos autobuses se integraron muy bien el el paisaje urbano. Me gustaban.
Salud