Unperspectivat 2020, F.C
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Después de unas centurias sin apenas música, en Inglaterra, algunos
compositores sensibles se esforzaron en sacar la Gran Bretaña del
erial musical en que se encontraba. En ello se empeñaron, entre
otros, Vaughan Williams, Arthur Bliss, Frank Bridge, Gustav Holst,
John Ireland, Arthur Sullivan, Edward Elgar y Frederick Delius.
Quizá el más conocido de ellos sea Gustav Holst (1874-1934) y su
obra más popular “Los Planetas”.
Cuando Holst compuso “Los Planetas”, corría un debate
intelectual que ponía en cuestión la posibilidad de explicar el
mundo y las esferas celestes de forma racional. Naturalmente el
debate se extendía a lo musical, allí estaban las propuestas
dodecafónicas de Schönberg, las formas evanescentes de Debussy y las formas irracionales de Stravinski.
Gustav Holst, participaba de las reflexiones sobre la racionalidad y
la irracionalidad. Era un hombre de su tiempo que, fuera
de toda racionalidad, lanzaba su mirada sobre ciertas filosofías
esotéricas que provenían de la India o de algunas reminiscencias
protocristianas.
Opino que “Los Planetas” es una obra más metafísica que astronómica.
Ante “Los Planetas”, más de uno -yo entre ellos- puede pensar
que su carácter musical está en concordancia con el esoterismo de la
astrología.
El compositor no pensaba tanto en Astronomía como en Astrología. No
pensaba en los cuerpos celestes sino en descripciones astrológicas o cuestiones que van más allá de la física:
Marte, el portador de la guerra
Venus, la portadora de la paz
Mercurio, el mensajero alado
Júpiter, el portador de la tragedia
Saturno, el portador de la vejez
Urano, el mago
Neptuno, el místico
“Los Planetas” comienza con una marcha amenazadora, es Marte,
compás 5/4 para el portador de la guerra. Sigue
Venus con un contraste total de ritmo e instrumentación, aquí, el
compositor emplea el arpa, la celesta y los instrumentos de
viento-madera. Después vuela
Mercurio con
un compás de 6/8 en un
scherzo alado. A continuación, llega Júpiter con un allegro giocoso
que luego deviene un andante maestoso
que se transforma en himno. !Menudos recorridos que llega a tener la tragedia!
A Holst, el que más le gustaba era
Saturno. El
compositor reflexionaba a menudo sobre el paso del tiempo, sobre la
vejez y los días que van discurriendo
entre las nieblas británicas. Le gustaba, especialmente el adagio.
A continuación llega
el mago, Urano, con un allegro
veloz, que parece eludir la lentitud de sus órbitas.
Al final, Holst recurre a la mística
de Neptuno, con un andante
fluido y con unas voces femeninas que cantan sin palabras.
Los Planetas de Gustav Holst se
estrenó en 1918 en Londres por la Orquesta del Queen’s Hall
dirigida por sir Adrian Boult.
Hace muchos años que me gustaba
esta obra de Holst, después, poco a poco, aquellos planetas ya
parecían orbitar por un espacio distinto de mis preferencias. Tengo,
sin embargo,
un buen recuerdo de
aquella música.