Caricatura realizada por Neale Osborne
Siempre he creído que debemos disociar la obra artística del carácter y de la moral del artista. Encontramos a lo largo de la historia del arte a grandes artistas que en lo personal fueron maniáticos, unos desequilibrados, unos esotéricos y otros, unos auténticos crápulas. Algunos fueron asesinos, otros fueron ladrones o pendencieros que nos han legado una obra magnífica.
En el caso de Alexander Scriabin (1872-1915), conocí su música antes de conocer su biografía. Encontraba su obra pesada, repleta de compases desalentadores, una música que presenta una languidez sin sentido. Había escuchado su interminable serie de Preludios y en ellos sólo encontraba extravagancias que me resultaban desagradables. Escuchando este panorama perturbado no podía comprender al compositor Francisco Guerrero cuando me decía que los preludios de Scriabin le gustaban, a Francisco le interesaba el álgebra y el equilibrio. ¡Qué raro es todo!
Busqué algún aliciente más en Scriabin, pero nada me complacía, definitivamente me dije: no me gusta la música de Alexander Scriabin.
Acudí a su biografía y entonces la cosa se complicó. Scriabin era un esotérico, seguía la teosofía de Madame Blavatsky. Scriabin consideraba que su destino personal era aportar al mundo una luz nueva.
Hacía referencias a Kandinsky. El músico decía que los colores convergen. Parece ser que tenía una percepción sinestésica; puede ser, esto a mí se me escapa, no sé nada ni opino sobre la sinestesia.
Me desagradó la música de Scriabin antes de conocer su personalidad. Yo creo que toda su obra es el reflejo de unas ideas marcadamente supersticiosas y esto se nota en cada compás y, seguramente, esta debe ser la razón de mi rechazo de su música.
Detallo unas opiniones personales sobre algunas obras de Alexander Scriabin.
Poema del éxtasis
Llamado también Poème orgiaque. Hay quien dice que es una música erótica, algunos opinan que es un "deseo lánguido". La obra tiene unos veinte minutos de duración, en el que suenan unos instrumentos de viento madera y las cuerdas de una manera obstinada y con un esfuerzo ascendente la trompeta llama a la "Victoria".
El Poème fue compuesto en 1908. era entonces un tiempo desquiciado, eran años de vértigo como los ha calificado Philipp Blom.
Scriabin pretendía crear un Mysterium, una especie de happening de una semana de duración al pie del Himalaya que afectaría a todos los sentidos y provocaría el fin del mundo en el que todos morirían en un estado de solemne beatitud.
Cuando Rimski-Korsakov escuchó en París el "Poema del éxtasis" comentó en voz alta: Este compositor, cada vez está más cerca del manicomio, ¿no creéis?
Preludios
Son 90 piezas diminutas, dispersas, compuestas a lo largo de veintiséis años (1888-1914). En estos preludios podemos encontrar ensoñaciones, pesadillas, visiones maníacas de febril intensidad, sonoridades vaporosas que se condensan formando unos distintos tipos de neurosis. Cabe recordar que en aquellos "años de vértigo" se hablaba mucho de neurastenia y en su tratamiento se esmeraron sabios como Freud. Algunos llegaron a decir que eso de la neurastenia era cosa de "pijos".
Sinfonía nº 3
Según Scriabin, esta sinfonía sería la primera proclamación de mi nueva doctrina. La subtituló "El poema divino". Esta fue su última sinfonía -es de 1905- después vino un par de poemas sinfónicos: "Il Poema dell'estasi" (1908) y "Prométhée, Le Poème du Feu" (1910).
Poco puedo opinar, lo desconocía, no a si a la madame esotérica, muy famosa, por cierto.
ResponderEliminarHay músicas que se me hacen complejas, otras son asimilables a lo que yo denomino mi entendimiento y otras que, sin entenderlas, me agradan por su composición.
He escuchado el Pr 5 Ops 11 y el 24, en Spotify , son muy cortos, y decirte que ninguno de los dos me ha desagradado, ya ves, pero no he escuchado ninguna sinfonía.
Un abrazote
Miquel, comencé a interesarme por la música de Scriabin en 1972 por recomendación de Francisco Guerrero, compositor con el que hablamos mucho sobre este músico ruso. He puesto bastante atención a la música de Scriabin y creo que sólo me ha gustado un poquitín su sonata-fantasía OP. 19, por lo demás casi nada.
EliminarSalud.
Reconozco que no conozco, valga la redundancia, nada de Scriabin, aunque tu texto no me anima mucho a sumergirme en su música. Yo también soy refractario a desechar la obra de un artista porque me desagrade su ideología, su carácter, las filias y fobias que tenga, si es simpático o no, si es un crápula o un asesino u otras cosas poco recomendables. Pero también es posible que me desagrade la obra de ese autor porque en ella quede reflejado algo de todo eso, como parece ser que te ocurre con Scriabin.
ResponderEliminarUn abrazo
Amigo Gran Uribe, conocí la obra de Scriabin antes de conocer su biografía. He ido escuchando su música y he puesto atención intentando meterme en ella, pero no ha habido manera.
EliminarAhora, no tengo demasiadas ganas de escuchar su música.
Abrazos
Hola, Francesc:
ResponderEliminarGracias por presentarme a Alexander Scriabin. No sé si habré escuchado de forma accidental algún fragmente de sus composiciones, pero no lo conocía.
Tras haber leído este texto tan sugerente, me lo he apuntado y estoy escuchando sin desagrado su “Fantasy in B minor, Op. 28” mientras te escucho.
Es siempre un estímulo intelectual leerte; y también conlleva una sensación de sosiego, dada la afabilidad que usas para reflexionar incluso sobre lo que no te es afable,
Al igual que tú intento separar el personaje y la persona en un creador. Máxime cuando han nacido en otra época o han creado en entornos sociales distantes. Pero… si he llegado a tratar personalmente con ese creador, me cuesta disociar a la persona y al personaje.
Mis mejores deseos para estas Navidades, Francesc
Amigo Nino, siempre me intereso más por la obra que por el artista y en el caso de Scriabin no he querido dejarme influenciar por su carácter, evidentemente nunca voy a juzgar un determinado comportamiento de una persona que no conozco y menos juzgar con criterios actuales unos comportamientos del pasado.
EliminarMe refiero sólo a la obra musical de Scriabin y concluyo que no me gusta.
Te deseo que tengas una Navidad muy feliz.
Salud.
No conocía la música, ni siquiera la existencia de este músico pero creo que tienes razón, al margen de ideas o comportamiento personal que tenga un artista, del tipo que sea, al igual que a cualquier otro profesional, creo hay que valorarlo por su obra o trabajo, al margen totalmente de su trayectoria humana, cosa distinta son los políticos o altos cargos que entiendo por su puesto relevante, se les debe exigir un plus de ejemplaridad. Para poder opinar sobre su música he escuchado el poema del éxtasis que aunque me gustó en su inicio, es más, tiene cierta semejanza con Debussy e incluso al Sheherazade de Rimski-Kórsakov.. peeero..ciertamente, de la mitad en adelante se hizo muy ampuloso, tienes razón, esa trompeta se hace muy obstinada y absolutamente excesiva .. Sin embargo, continué escuchando cosas de él –desde que he visto tu entrada trabajo con su música, gracias a ti- y escuché ESTO que me gustó, no sé a ti, porque es intenso y con regusto a Chopin, que como romántico sé a ti no te hará ninguna gracia, pero lo he disfrutado.. Todo, excepto el final del primer tiempo y del tercero, donde de nuevo se pone loco con la percusión y el viento volviendo a resultar excesivo .. se ve que cuando le ataca su vena exotérica se le va la mano y como decía Korsakov, se vuelve un poco loco : ) Mil gracias por enseñarme a este músico, un beso FRANCESC!
ResponderEliminarQuerida María, Scriabin es un músico raro, yo creo que raro de verdad.
EliminarYa has visto que muchas veces he insistido en eso de disociar la obra artística de su creador y desde luego, jamás juzgar comportamientos de otros tiempos con criterios de actuales.
Conocí la obra de Scriabin antes de saber cómo era el personaje. No me gustó su música. El "Poema del éxtasis" me pareció un despropósito, algo así como un poema sinfónico, más o menos programático e incidental, que atendía a cosas muy raras y luego supe que se refería a cuestiones esotéricas que ocurrirían al pie del Himalaya -yo qué sé-
Parece que su obra tiene influencias de distintas procedencias, pero, en mi opinión, todo es como un galimatías orquestal de percusiones, trompetería y ensoñaciones heladas.
Abrazos mil.
Considerado,el
ResponderEliminarel exponente
del atonalismo
libre.
Amigo Orlando, yo no sé si Scriabin era consciente del atonalismo.
EliminarSaludos
Qué interesante y compleja reseña sobre el músico, Francesc, no de los muy conocidos por estos lares, pero parece que de gran influencia en su momento como exponente del postromanticismo, gran pianista y compositor también.
ResponderEliminarMe meteré en Youtube a conocerlo, pues creo que no haber escuchado nada, que sea consciente, de él y creo que merece la pena pues parece interesante.
Gracias por estos estímulos culturales, por tu atractiva manera de ponernos en situación ante la obra de alguien, más interesante siempre por ella misma que por lo que hizo o fuera hacer con su vida él.
Escuchándole ahora, me ha resultado extraño, con resabios retóricos y a veces algo altisonantes.
Un fuerte abrazo prenavideño.
Amigo Teo, la personalidad y la obra de Scriabin son complejas, yo añadiría que además son complicadas. Un compositor que desarrolló su obra en aquellos "años de vértigo" como los definió Blom, unos años que precedieron a la Gran Guerra, unos años en que la teosofía, el espiritismo y otras "ciencias brujas" se desarrollaban e influían en la obra de muchos artistas.
EliminarEl romanticismo tardío pesaba como una losa. Además de formas musicales febriles y primitivistas, se desarrollaban otras formas musicales nacionalistas -posrománticas también- que anticipaban un futuro terrible.
Te deseo que tengas una Navidad muy feliz.
Abrazos.
Francesc:
ResponderEliminarinteresante estos análisis musicales, aunque, honradamente, no entiendo ni jota.
Lo leo con admiración, en serio. Me gustaría llegar a esos niveles de comprensión de la música, pero soy totalmente incapaz y negado. Escucho algo y ya está.
Gracias.
Salu2
Amigo Dyhego, la música de Scriabin es difícil, está cargada de complicaciones.
EliminarSaludos.
Muchas gracias por traer aquí a Alexander Scriabin no conocía nada de este señor. Desde Pasatiempo te deseo Feliz Navidad . Un abrazo
ResponderEliminarMuchas gracias, Chelo. Yo también te deseo que tengas una Navidad muy feliz y que todo te vaya muy bien.
EliminarAbrazos.
No puedo estar más de acuerdo con la primera frase de tu entrada. La comparto, la subrayo y la aplaudo.
ResponderEliminarAbrazos
Sí, Luis Antonio, creo que es indispensable disociar la obra artística de la moral y el carácter de su autor.
EliminarContemplamos las obras de arte y no las personalidades.
Un abrazo.
Muchas gracias, amigo, por desasnarme respecto de Scriabin. Obviamente ya estoy en youtube valorando su obra. Me interesa y mucho su vida y obra, digo.
ResponderEliminarAbrazo agradecido.
Amigo Carlos. La obra de Scriabin es compleja, requiere mucha atención, yo se la puse y luego preferí andar por otros berenjenales.
EliminarUn fuerte abrazo.
Estimado Francesc Cornadó,
ResponderEliminarHe leído con interés tus reflexiones sobre Alexander Scriabin y la relación entre la obra artística y la personalidad del creador. Tu rechazo hacia su música, que calificas de pesada, extravagante y marcada por un trasfondo esotérico, me invita a compartir contigo algunas reflexiones personales, tanto desde mi experiencia como amante de las artes como desde mi perspectiva de docente.
Coincido contigo en que a lo largo de la historia del arte encontramos figuras cuya vida personal resulta cuestionable o excéntrica. Sin embargo, me pregunto si es posible —o incluso deseable— disociar completamente la obra del carácter del artista. En el caso de Scriabin, su música no puede entenderse sin su filosofía mística y su visión trascendental. Su obra no es solo un conjunto de sonidos; es una expresión de su intento por conectar lo humano con lo divino, por alcanzar una experiencia espiritual a través del arte.
Me parece interesante que tu rechazo hacia Scriabin surgiera inicialmente de su música antes de conocer su biografía. Esto pone de manifiesto cómo ciertos lenguajes artísticos pueden provocar reacciones viscerales, incluso antes de comprender los contextos que los originaron. Pero ¿no es precisamente esta capacidad para incomodar y desafiar lo que hace valiosa a una obra? La música de Scriabin, con sus "ensoñaciones, pesadillas y visiones maníacas", como bien describes, no busca agradar; busca transformar.
Entiendo tu incomodidad frente al esoterismo que impregna la obra de Scriabin. Su adhesión a la teosofía y sus ideas grandilocuentes, como el proyecto inacabado del *Mysterium*, pueden parecer delirantes desde una perspectiva racionalista. Sin embargo, creo que estas aspiraciones reflejan algo profundamente humano: el deseo de trascender los límites de nuestra existencia. Scriabin veía en la música un vehículo para alcanzar esta trascendencia, un medio para unir humanidad y cosmos en un estado de éxtasis.
Quizás aquí radique una clave para acercarse a su obra: no desde el juicio moral o estético inmediato, sino desde la curiosidad por comprender qué buscaba expresar. Obras como *El Poema del Éxtasis* o *Prometeo: El Poema del Fuego* son intentos audaces por romper con las convenciones musicales y explorar nuevas dimensiones emocionales y espirituales. Puede que no sean del gusto de todos —y claramente no lo son del tuyo—, pero representan un esfuerzo genuino por expandir los límites del arte.
Tu análisis me parece valioso porque pone sobre la mesa preguntas esenciales: ¿qué esperamos del arte? ¿Debe este ser necesariamente placentero o accesible? ¿O puede también ser incómodo, perturbador y desafiante? En mi experiencia como profesor, he aprendido que las obras más difíciles son a menudo las que abren nuevas perspectivas en quienes se atreven a enfrentarlas.
Por eso, Francesc, aunque entiendo tu rechazo hacia Scriabin, te invitaría a reconsiderarlo desde otro ángulo. No para cambiar tu opinión —que es tan válida como cualquier otra—, sino para explorar qué puede enseñarnos este compositor sobre los límites de la creatividad humana. Tal vez en sus "extravagancias" encontremos algo que nos hable no solo de él, sino también de nosotros mismos.
Con admiración por tu reflexión crítica,
Amigo Joselu, siempre he procurado disociar la personalidad del artista de su obra. Parecen cosas indisolubles y disociarlas requiere un cierto esfuerzo. No suelo ahorar el esfuerzo, pero ocurre que en muchas ocasiones, el conocimiento del carácter del autor acaba decepcionando e influyendo de manera negativa la percepción que tengamos de su obra. Afortunadamente esto no ocurre siempre, hay gloriosas excepciones que muestran la bondad de la obra en correspondencia con una bella moral del autor.
EliminarOtra cosa es el juicio de valor que podamos hacer tanto de la obra. como del carácter de su creador.
Para mí, aquí la cosa está clara. Mi juicio de valor sobre la obra es más clásico que romántico, atiendo a la composición, al equilibrio, a las proporciones y procuro moderar la influencia emocional. En cuanto al juicio de valor de la conducta del artista, me guardaré muy, mucho, de hacerlo. Yo no soy nadie, sólo un pobre arquitecto que ha trabajado mucho y no voy a juzgar personalidades sino obras y mucho menos utilizaré criterios actuales para sancionar comportamientos del pasado.
Naturalmente, la obra es producto de la personalidad del autor, de su mirada, de su capacidad de expresión y de su fuerza creativa.
Tal como he dicho conocí casi toda su obra y presté mucha atención sobre todo en el "Poema del éxtasis" y en los "Preludios" que tanto me recomendaba el compositor Francisco Guerrero (1951-1997). Después conocí la biografía de Scriabin y esto ayudó a entender su obra. Aquella biografía ensombrecía una obra que ya conocía como oscura, compleja y hasta cierto punto delirante, e incluso diría, que en sus acordes presentía, antes de saber cómo era Scriabin, ese engreimiento que tienen aquellos que creen poseer la suprema capacidad de cambiar el mundo.
Para mí, es una música incómoda que busca una trascendencia crepuscular, unas sombras largas que no llevan más que a la muerte. Una muerte al pie del Himalaya como pensaba Scriabin.
Me acerco al arte porque creo que en él se guardan las más hermosas realizaciones y la expresión más bella que ha construido el ser humano. Mi juicio es estético y esto no quiere decir que sea exclusivamente placentero y además tampoco creo que debamos esperar que nos suministre unas golosinas insustanciales. Aplaudo la belleza clásica y el arte como expresión del signo de los tiempos. Tengo mis contradicciones románticas, ¡cómo no rendirse ante Schubert o Brahms!, sí. Y entiendo la obra tremendamente trágica de los compositores que expresaron el dolor del siglo XX, Scriabin fue uno de ellos, pero su expresión se dirigió más hacia una grandilocuencia esotérica.
No creo que Scriabin pensara demasiado en los límites del arte, creo que su pensamiento se preocupaba más por el misticismo teosófico que por una indagación sobre los límites.
Me ha gustado mucho tu reflexión sobre mi humilde escrito, este que me he atrevido a colocar en este blog. Agradezco mucho tus comentarios.
Un abrazo.
El hombre creador es un misterio. Para desentrañarlo sus espectadores recurren a la confesión, la correspondencia privada, las fotos y retratos, el análisis psicológico, el recuerdo de quienes lo frecuentaron, como si conocer al mago nos permitiese entender su magia.
ResponderEliminarDecía Borges que "los rusos y los discípulos de los rusos nos han demostrado hasta el hastío que nadie es imposible: suicidas por felicidad, asesinos por benevolencia, personas que se adoran hasta el punto de separarse para siempre...".
Un abrazo.
Amigo Pitt, el hombre es una incógnita, y a esto añadimos el arte, entonces la mesa ya está servida. Tenemos delante los mejores y más trascendentes manjares.
EliminarNos podemos esperar de todo, Borges ya pone unos ejemplos de ello.
Abrazos.