Abanico. Pepe Dámaso
Miro hacia siroco, de allí llegan muchos dolores de cabeza. El viento barre la superficie de esta tierra mía que tanto admiro -admiro su superficialidad. Creo que en el subsuelo se esconden fantasmas y por encima, un suelo de espejismos.
Levantado el telón, se representa una comedia de sátiros y locos que conviven en una heterotopía con bambalinas bien iluminadas.
Procuro evitar las modas y no confundir la seriedad con la monotonía del hábito profesional. Con toda probabilidad, moda, seriedad y hábitos son elementos de una puesta en escena.
Miro hacia siroco otra vez, hoy sin embargo, la mirada es crepuscular, en cierto modo críptica y busco en el cielo una estrella danzante, pero está demasiado lejos de la superficie de esta tierra mía y de la superficialidad de mi pensamiento.
No estoy de acuerdo. Tu pensamiento no es, ni por mucho, superficial, otra cosa es que mires las cosas con superficialidad, con aquella relatividad equidistante que dan los "tempos" para poder hacerte una compaginación.
ResponderEliminarLas modas, creo, no son más que producto de las propagandas, y estas están hechas sólo para vender.
PD: Voy a buscar más del pintor que nos has puesto. Me ha gustado.
Salut
Miquel
Amic Miquel, me ha ocurrido muchas veces que cuando he intentado profundizar me he llevado alguna sorpresa desagradable, sobre todo cuando se trataba de profundizaciones humanas.
EliminarAbrazos
Sí, mejor no confrontar los fantasmas del sótano, ni evadirse por espejismos celestiales. Sí, mejor dejarse acunar por la superficialidad.
ResponderEliminarPor cierto el abanico es un grito precioso.
Amigo Julio, al fin y al cabo, la piel es lo más profundo que tenemos.
EliminarSeguramente el grito de la imagen es de alguien que quería profundizar.
Saludos
jajaja está claro que en el único lugar donde no hay sorpresas extrañas o desilusiones profundizando, es en la olla ...¿ ves? ya me estoy volviendo como tú me sale pensar en comida cuando me da la risa y eso que como poco ; ) No sé, este siroco que nos azota me temo que nos tiene a todos medio enloquecidos, a lo mejor tienes razón y en ciertos ámbitos, mejor quedarse en la superficie.
ResponderEliminarMuchos besos
Querida María, en la olla encontramos un universo tangible, degustable, sabroso. Los ingredientes se combinan y dan un resultado que es mejor que cada uno de los componentes por separado, ahí está la gracia, ocurre al revés que con las masas cuyo comportamiento, en conjunto, es peor que cada uno de sus componentes.
EliminarLa realidad es riquísima, infinitamente superior a lo que podemos elucubrar y creo que profundizar es muy complicado y además, en mi caso, tal profundización me supera puesto que con la superficie ya tengo mucho por apreciar y gozar, así que me quedo con la superficie.
Abrazos mil.
"Una estrella danzante". ¿Quién la pillará?
ResponderEliminarAmigo Luis Antonio, no estoy muy seguro, pero creo recordar que esta expresión, "una estrella danzante", se la escuché a mi admirado profesor de la asignatura de Estética, don Eugenio Trías, cuando nos explicaba Nietzsche. Seguramente el propio Nietzsche utilizó la expresión.
ResponderEliminarAbrazos
El abanico o la máscara,recuerda al cuadro "el grito".
ResponderEliminarCuando estuve en Ceuta, el "siroco",era tema de culpabilidad,de aquello y de lo otro que sucedía,ahora es "el calentamiento global".Siempre hay un culpable,para echarle todas las culpas.
Hoy has escrito, en poesía muy intimista, en fin no digo ná.
Saludos.
Amigo Car Res, en muchos lugares de la costa mediterránea solemos culpar al siroco de nuestros males. Parece que es un viento que causa dolores de cabeza. Lo que sí que es seguro es que nos trae mucha arena en suspensión.
ResponderEliminarYa puse algo del siroco en mi libro "Jardí ardent"
Saludos
Hay que bajar a los sótanos de las sociedades para ventilarlos...
ResponderEliminarSí, Pedro, ventilar, echar los aires contaminados, orear para que no se pudran ni las cosas ni las ideas.
EliminarSaludos