Siempre he mirado el paisaje de una forma bastante
superficial. Contemplo el color, la luminosidad, intento fijarme en la gran
variedad de matices que me ofrece el paisaje natural, pero nunca he intentado
profundizar.
El paisaje es la cara superficial de la Naturaleza y no pretendo
ir más adentro de esta superficialidad.
Pensar en la Naturaleza me infunde un terror telúrico. La
Gran Bestia de la Naturaleza tiene
cien mil garras de uñas afiladas, fuertes y agudas dispuestas al ataque: terremotos,
huracanes, aludes, tsunamis, inundaciones sequías y otras agresiones que, en un
momento de euforia geológica, cambian el paisaje de repente y, si nos encuentra
por delante, ninguno de nosotros podrá contarlo.
Tampoco podrán contarlo todos aquellos que dicen que la
Naturaleza es sabia y mirando el paisaje convocan a la Pachamama.
Esta advocación es una cuestión esotérica. La Naturaleza
no es sabia, no tiene objetivo ni moral y cuando revienta se lo lleva todo por
delante, hasta los semáforos.
En Miami cuando hay huracanes los semáforos funcionan. En mi barrio, caen cuatro gotas y ya no funcionan. La naturaleza no es sabia, pero el hombre aún lo es menos y los animales le van a la zaga.
ResponderEliminar- La Naturalesa, evidentment, no produeix jardins. ¿Hi ha res més artificial que un Jardí? - JOAN FUSTER i ORTELLS
Sí, Puigcarbó, en Miami funcionan los semáforos, aquello es un territorio raro, he visto señoras con abrigos de pieles paseando bajo el sol. Lo que más me gustó de aquella ciudad fueron precisamente los semáforos y el aeropuerto el día que me marchaba.
EliminarEls jardins els construeix l'home, és un artifici bellíssim, soc un fervent admirador de l'art i l'arquitectura dels jardins, he escrit sobre això i em queda tant per aprendre, que no s'acaba mai.
Salut
La naturaleza ni es sabia ni es tonta, ni pobre ni rica, ni buena ni mala, ni blanca ni negra. Los conceptos y categorías humanos han querido definir a la naturaleza según sus intereses oportunistas. Intereses impulsados por la necesidad, sin duda. Así que los ingenuos, no menos oportunistas, que necesitan creer en la existencia de paraísos pretéritos, de edenes lujosísimos y apacibles, de jardines en que los animales y los humanos se acariciaban lo tienen difícil. Cuesta aceptar el orden del caos que, al fin y al cabo si pudiéramos definir a la naturaleza, la sideral y la próxima del planeta, sería lo más aproximado. Digan que la naturaleza es caprichosa, si quieren. Pues no faltaba más, que hubiera que decir a lo natural cómo debe comportarse para provecho de esta especie que llegó la última (o la penúltima) Por cierto, me temo que ni las procesiones de rogativas sirven para que la atmósfera se decida a traer la lluvia (aquel dios azteca ya se plantó hace tiempo y el cristiano ni sabe ni contesta)
ResponderEliminarAmigo Fackel, viene un 7'6 en la escala de Richter y todo se cae. En esto no ni moral natural ni conocimiento racional que los soporte.
EliminarEn mi opinión, la creencia en la bondad de la naturaleza es algo esotérico.
Salud
No deberíamos olvidarnos que nosotros somos también naturaleza. De ahí, quizá, nuestros miedos o nuestro afán por dominarla.
ResponderEliminarSí, Pedro, somos naturaleza y sometidos al desgaste natural.
EliminarSaludos
No sabría que contestar, pero me consta, esto es puramente empírico, que si calentamos el planeta, de rebote, todo el sistema vegetal, y por ende el animal, lo que llamamos Naturaleza, se hará con las consecuencias. Que aquello traerá como consecuencias el esto.
ResponderEliminarPor lo que dicen, ahora hay una cosa que se llama I.A. que se hará con todos los problemas de las urbes, políticos incluidos, y además soliviantará miles de puestos de trabajo, con lo que los problemas de la Naturaleza quedarán olvidados pensando en los nuevos problemas que traerá esta aplicación.
Todo, como bien dices, es relativo.
Mil abrazos y un achuchón.
Buscamos el confort, aire acondicionado para todos, aviones a todos los destinos, cruceros con todas las horteradas comerciales, comodidades insostenibles, construcción de edificios por todos los litorales, todo es una despropósito insostenible e irracional, estas cosas son una agresión a la Naturales que excede los límites de la razón y la maldad de todas estas agresiones habrán de sufrirla las generaciones futuras. Es una desgracia.
EliminarAbrazos.
La Pachamama, es violenta, en su interior corren ríos de fuego. Irascible, con vientos y relámpagos. Claro, que sus hijos, nosotros, no es que seamos buenos, la maltratamos, la humillamos, incluso la amenazamos con su destrucción definitiva.
ResponderEliminarSaludos.
Amigo Car res, esta bola del mundo sobre la que vivimos es un hervidero de fuego y violencia telúrica. Los que paseamos sobre la superficie nos empeñamos en dejar una huella de irracionalidad.
EliminarSalud
Hasta nuestra naturaleza nos puede dejar desprovistos de moral en ese momento en que ocurre la explosión que arrasa con casi todo.
ResponderEliminarAndri Alba
Querida Andrí, ¡Qué ilusión que estés otra vez por aquí!
EliminarLa naturaleza se porta mal y nos lanza unos ataques tremendos, es capaz de acabar con toda la insignificancia que hemos construido.
Abrazos
Brillante entrada Francesc, tienes toda la razón
ResponderEliminarsobre la naturaleza, es cruel por encima de ser sabia.
Un abrazo enorme.
Javier, la naturaleza no es sabia, es una amenaza cruel capaz de desatarse en cualquier momento.
EliminarAbrazos
Celebro tu visita y tu comentario.
EliminarSalud
No me atraen mucho los acantilados ni los picos de montaña, nevados o no, aunque ver el mar siempre me relaja. Prefiero los llanos a los montes. Creo que, en realidad, el paisaje que más me atrae es el que está un poco domesticado por la mano del hombre. Las tierras de cultivo, los campos en que hay trigales, alfalfa, olivos, almendros, higueras o incluso algarrobos, siempre que estén bien cuidados y bien organizados, todo bajo control. La naturaleza salvaje me provoca un poco de inquietud.
ResponderEliminarHe dado una vuelta esta tarde por ciertas zonas de la isla de Ibiza por las que antes daba gusto pasear. Ahora todo son malas hierbas y pinchos, ya que los payeses se han hecho mayores y han ido abandonando sus tareas, quizá en espera de que en esos terrenos algún tipo adinerado se quiera hacer una casa, un hotel rural con encanto o montar un "resort". Y en esas estamos.
Amigo GranUribe, los acantilados son para Caspar David Friedrich y los picos de las montañas son para los excursionistas y montañeros. A mí dame un paseíto junto al mar y si puede ser a la sombra, que el sol quema mucho, esta es otra manifestación implacable de la naturaleza inclemente.
EliminarMe gusta el paisaje cuando puede ver en el la mano y el trabajo del hombre. ¡ah, sí, pero que no se pase!
Seguro que en Ibiza aún puedes encontrar algún rinconcito amable.
Salud,
Yo creo, mi querido FRANCESC que una cosa es mirar, como dices tú, superficialmente en genérico, así, como a un cuadro impresionista, desde lejos con los ojos entornados, sin rozarte con ella, otra, asustarte de su capacidad destructiva que por supuesto es enorme y otra, que es la que a mi me gusta enfocándola desde de cerca, como si la cámara hiciera un plano corto apreciando cómo una pequeña gota de rocío resbala despacito sobre una brizna de hierba verde, percibiendo en la palma de la mano la rugosidad de un tronco, el sonido de un arrollo brincando entre las piedras o el viento haciendo danzar las hojas en un bosque, esta es la cara amable de la naturaleza que se puede apreciar y disfrutar sin necesidad de invocar a ninguna deidad, ni chamán, ni hechicero raro. Mucho mejor perderte y mezclarte dentro con el paisaje, que mirarlo desde lejos.. eso sí, siempre que no esté cabreada ; )
ResponderEliminarMuchos besos!
Querida María, podemos mirar el paisaje buscando la huella humana, con la naturaleza salvaje corremos el peligro de asalvajarnos.
EliminarSólo pensar en el mal que puede producir la fuerza telúrica de la naturaleza ya me aleja y hace que la contemple con mucha prevención.
Las gotas de rocío, las briznas de hierba, el tacto delicado las cortezas rugosas de los árboles, el rumor de los arroyos..., todo esto me parecen imágenes poéticas agradables de leer sentado en una terracita degustando unas anchoas. Cuando voy al campo me molestan los mosquitos que vuelan sobre mi calva, los arbustos me pinchan, los troncos de los pinos me manchan con su resina, las piedras del camino se me meten en los zapatos y como que no consigo ver la cara amable, me marcho al cabo de un cuarto de hora.
Abrazos.
La Naturaleza se rige por sus tiempos y sus formas. Términos como crueldad no existen para ella, una araña consume viva a su presa, un milano se come casi vivo a un ratón, los lobos se comen a los más débiles de sus presas. Ese concepto del "buenismo" de la Naturaleza es de los que no están informados de nada y tienen sobredosis de Bambi. Somos fruto de la Evolución, el más fuerte o él que mejor se adapta prevalece, sin más.
ResponderEliminarUn saludo.
Sí, Daniel, coincido contigo, la Naturaleza no tiene ni moral ni objetivo, no es la personificación de nada y funciona según un orden cósmico -o quizá un caos- que escapa a nuestro conocimiento.
EliminarTodo esto del "buenismo" natural es una mandanga que satisface a los psicólogos de saloncito. La evolución es la que determina la marcha de la vida en la tierra, prevalece el más fuerte.
Saludos
Lo que dices es indiscutible, pero hay muchos paisajes en este mundo que seducen y su recuerdo nos hace soñar...De los otros, mejor no hablar ni escribir.
ResponderEliminarUn abrazo
Amigo Luis Antonio, los paisajes que ha mí me han gustado son aquellos en los que puedo ver la presencia humana.
EliminarUn abrazo