Claude Monet 1840-1926
Nenúfares (Las nubes) 1903
Mejillones al vapor
Deben degustarse a la sombra de una sombrilla de colores claros. Mejor en
horas soleadas, servidos con vajilla blanca en mesa de madera. El aroma del
mejillón debe llegar al olfato de forma muy suave, por lo que deberemos
situarnos al sesgo de tramontana. Las vistas del comensal deben ser extensas,
por ejemplo mirando al mar, nunca nuestra visión debe quedar interrumpida por
grandes masas (montañas, edificios, etc.). Con el mejillón se toleran los vinos
suaves y las vistas a pinares añejos.
Huevo frito
El aceite debe ser de poca acidez, mejor de aceituna arbequina, la que a
buena hora llegó de Palestina. Los bordes de la clara deben quedar levemente
churruscaditos.
Se acompañará el huevo con pan tierno pero nunca recién salido del horno. No
importa degustar el huevo frito tras unos cristales empañados y regado con un
gracioso Chavignol, imaginando al otro lado de la ventana la mirada adormecida
de Marlene.
Filete de anchoa
Debe presentarse dispuesto sobre una rebanada de pan
con tomate. La anchoa debe proceder de una salazón caramelizada, sometida a la
presión adecuada durante el tiempo mínimo de tres solsticios.
El vino que acompañe la anchoa debe ser joven.
La mesa tendrá mantel con dibujos geométricos no
demasiado grandes (pequeños cuadros, listas estrechas poco contrastadas,
cenefas sencillas, nunca arabescos)
Jamón
Un levísimo cambio de temperatura, un vientecillo a destiempo, un cambio a
veces imperceptible de la humedad del aire, o el rumor de las golondrinas afectan
al proceso de curado del jamón. Es vianda sensible como el corazón de una
doncella, como el de Ofelia o el de Laura.
La loncha de jamón no será más gruesa que una cortina de terciopelo, pero
nunca más fina que la oreja de un gato.
Con el jamón, livianas rebanas de pan con aceite y un champagne cuvée,
puede ser un Laurent Perrier.
Jardín botánico
Su mejor ubicación es mirando al mar, con suaves
desniveles. Es de suma importancia que las plantas grasas se reúnan en pequeños
parterres.
Lo dicho y alguna otra destilación
de la sensibilidad humana, eso sí, sin caer nunca en exclusividades o
sofisticadas delicatessen.
Tus recomendaciones te definen, nada pasa inadvertido. Una excelencia que te lleva a preferir un mantel con un dibujo determinado y la elección de una poesía medida y mil veces tamizada. Un artefacto literario nada común.
Un abrazo.
Querida Amaltea, ya sabes: puro materialismo.
EliminarSalud
Esos toques que nos hacen diferente aunque la materia prima sea la mísma...Porque no?. De vez en cuando va bien dar rienda suelta a toda nuestra sensibilidad-Yo abogaría siempre por la delicadeza sin sofisticaciones.Lo encorsetado no es mí estilo.
ResponderEliminarUn abrazo Francesc.
PS: se me ha desatado unas ganas enormes de comer;)
Amiga Bertha, la sofisticación nunca, solo buena materia prima y degustación pausada.
EliminarSalud
si...y no del dialéctico hegeliano, no ¡¡ salut
ResponderEliminarMiquel, yo creo que Hegel jamás degustó estas viandas. Me parece que cuando este filosofo fue a París y la ciudad se le cayó encima, le entró un dolor de cabeza insoportable y la dueña de la casa donde se hospedaba le ofreció un caldo de gallina y un pedazo de tocino. El calorcillo que esto le produjo pareció calmarle los dolores que su fenomenología le causaba.
EliminarSalud
me voy a cenar, me haré unos huevos Fritos con bacon.
ResponderEliminar¡QUE ME APROVECHE!
Que aproveche, Francesc, pero ¿no será demasiado? esta mezcla de proteinas (jamón y huevo) puede ser una bomba para cenar y para nuestra sensibilidad meridional, esto, en todo caso, lo dejaría para la sensibilidad anglosajona.
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Exquisita degustación de nuevo!
ResponderEliminarLeyéndote me hago pequeñito, pequeñito.
Un placer Francesc.
Abrazos.
Amigo Ursus Polaris, es muy importante comer bien, respirar un aire agradable y degustar el paso del tiempo, carpe diem.
EliminarMuchas gracias.
Bueno, casi coincidimos, los mejillones cocidos al vapor con la pinaza ardiendo sobre una roca, sin viento, acompañados de baños, los huevos fritos con mezcla de agua y aceite, blancos, planos con vino blanco frío, las anchoas con paté en tostada, el jamón caliente en pan blanco y blando mantecoso y el jardín botánico aterrazado con grandes mimosas en cascada, lo único que me sobra son las plantas grasas. Muchos saludos.
ResponderEliminarLamarée, ya veo que "casi" coincidimos, yo nunca, por el jamás de los jamases, comería un jamón calentito. En cuanto a las plantas grasas, me refiero a los cactus, a las euphorbiaceas, a las aizoaceas y sobre todo a los cirsium eriophorum o eryngium campestre o sea a los cardos borriqueros, todas estas plantas las pondría recluidas en pequeños parterres sólo para que nos recuerden que el placer es breve.
EliminarSalud
Igual me he pasado con las mimosas en cascada pero lo del placer breve cuando las grasas son un prodigio de supervivencia es una exageración, son puros almacenes de agua, realmente cuando vegetan, no saben hacer otra cosa, se arrastran por los parterres, a la espera de su dosis, sí, mejor recluirlas. Lo de los manteles tengo teorías varias que solo confieso en el momento de la puesta a punto. Gracias.
EliminarSí, Lamarée, mejor reducirlas para evitar los pinchos.
EliminarSalud
Hola Francesc:
ResponderEliminartus consejos los podría firmar el mismísimo Cunqueiro su amigo Fernández del Riego o el otro desaparecido que nos caía un pco más cerca,Néstor Luján.
ahora bien, tu texto, más allá de lo puramente grastronómico, le exige a la sensibilidad que se comporte como una gitana legítima y a la lectura que ponga algo de su parte, pues me he puesto en el asunto y propongo una lectura no sólo en el orden formal en que es presentado el texto, sino que una vez llegado al final se vuelva sobre los propios pasos, se desande las palabras de la primera lectura del texto, parecerá extraño, pero no se llevan nada mal el mejillón que perturba el olfato y el Nenúfar de Monet que le abre los ojos a la imaginación, por supuesto esas son tareas nos facilita siempre la poesía y para esos menesteres nada mejor que usté, don Francesc.
nos seguimos leyendo y escribiendo
fortabraçada
salut,
hugo
Amigo Hugo, estos hombres -Luján, Cunqueiro, etc.- y otros como ellos cargados de buena voluntad, saldrán un día con el tenedor en ristre para salvar el mundo, nos enseñarán cómo es la mesa sencilla que proponía Homero y dirán al mundo que las galletas de almendra son mejores que el índice Nikkei.
EliminarMira que me lo pones difícil, amigo Hugo, eso de componer el poema del mejillón y el nenúfar es endiablado, procuraré hacer algunos tercetos encadenados con el nenúfar inhodoro y el mejillón perfumado.
Salud
Divertidísimo contraste el que hace el refinamiento materialista del buen gourmet con la ausencia de delicatessen espirituales. Todas estas exquisiteces han de comerse sin ansiedad, aspirando con energía el viento serrano.
ResponderEliminarSalud
Manuel Marcos
Sí, Manuel, hay que comer tranquilamente, sin prisas y ensalibando bien.
EliminarSalud
Excelente!!!
ResponderEliminar"Lo dicho y alguna otra destilación de la sensibilidad humana, eso sí, sin caer nunca en exclusividades o sofisticadas delicatessen".
Salut.
Andri
Hola amiga Andri, después de estas comidas sencillas y exquisitas se pueden certificar unos momentos de gran felicidad.
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