I
Llueve.
Las gotas contra los muros
no diluyen el achaque
de molduras y azulejos
y tu barroco decrépito
persiste bajo el orvallo.
Venusto Oporto.
Sobre rúas empinadas
aún guardas el recuerdo
de marineros valientes
y tesoros importados
que arribaron de ultramar.
Poniente.
Se fueron tus navegantes
por las rutas del océano
y un silencio dejó el fado
en la voz de tus mujeres
y en el gris de tus fachadas.
La ciudad es bella.
Aromas de vinho verde
y lavanda sobre el Duero
ahora arriba, ahora abajo,
perfuman el acarreo
de la memoria hasta el mar.
junto a estos versos agradezco la mirada del sur
que me ha proporcionado Manuel Marcos
Hasta este paraje de secano surcado por la vega del Guadalquivir, llega el aire fresco de estos versos, Francesc, que llevan el Atlántico y la saudade, el salitre y la leve melancolía de una ciudad que cada día despierta en una ensoñación de antiguos fulgores ultramarinos y se encuentra con la cruda realidad de estos días. Espero que vuelvas, querido amigo, queda mucho por hacer. Estos aromas que perfuman el trasiego de la vida en Oporto son de una hermosura excepcional, para mi gusto.
ResponderEliminarSalud y un abrazo.
Manuel Marcos
Manuel, un río que siempre es el mismo con el eterno fluir de unas aguas que nunca son las mismas, y los aires húmedos que traspasan las fronteras del túetano y la palabra.
EliminarAl final el acarreo substituyó al trasiego, pura cuestión de sílabas.
Salud
Preciosos versos; en este triptico describe Oporto perfectamente.
ResponderEliminarVinos, fados, Océano: dónde muere su río Dourado.
Portugal, es un país de raza(chiquitito pero con personalidad).
Abrazos Francesc.
Bertha, en Oporto parece haberse petrificado el fado en la voz de sus mujeres. Las fachadas son decrépitas y hermosas.
EliminarSalud
Ahh Oporto...
ResponderEliminarMiquel, tierra de nieblas, no ví por allí ningún reloj de sol.
EliminarSalud
precioso!
ResponderEliminarCòssima, tu has tenido la ocasión de comprobarlo.
EliminarPetonets