La felicidad asoma por una
rendija y desaparece. Sólo un breve instante, un paso fugaz, y luego la huída.
Si la felicidad llega, lo hace
por el sendero de mi circunstancia y ésta es para mí incontrolable. No domino
los senderos que configuran el mapa por donde ando metido.
Ya nos lo advirtieron: yo soy yo y mi circunstancia.
El yo lo tengo muy cerca, parece algo más controlado que la
circunstancia y, con ciertas dosis de voluntad, puedo dotarlo de buen humor. Basta con echarle la picada de almendras al
guiso de merluza y el conjunto adquiere una calidad notable.
El buen humor provee de goce
cercano, de satisfacción controlada, de ventura inmediata, de dicha íntima, de
bonanza y de bienestar.
La circunstancia es otra cosa, es
externa y envolvente, casi siempre es difícil de controlar y con poca
posibilidad de ser sometida. De ella soy un simple inspector.
Otros, controlan los caminos y
los peajes, determinan el tránsito. Si estos controladores lo permiten, y sólo
si lo permiten, la felicidad puede pasar como un halo cercano.
Así las cosas, prefiero hablar de
buen humor más que de felicidad. Ésta desaparece con el soplo de un angelote,
pero mi buen humor, si yo quiero, no se lo salta ni un torero. Mi buen humor es
controlable.
Siguiendo tu receta podríamos echarle la picada de almendras a los políticos y al gobierno, a ver si mejora la calidad y se los quieren comer los leones del Conqueso de los Disputados.
ResponderEliminarNo Kuto, amigo mío, estos políticos no se merecen una salsita tan buena, se estropearía la salsa y en caso de que los leones se lo comieran, morirían irremisiblemente con tanto veneno.
EliminarSalud
Pues si, Ortega y su hermano Gasset, lo dijieron hace mucho, mucho tiempo...salut
ResponderEliminarSí Miquel, a lo de Ortega añado el buen humor.
EliminarSalud
el buen humor puede ayudar a acercarse a un estado de felicidad, o quizás proviene de ella.
ResponderEliminarSí
Eliminarla felicidad puede ser inmensa como el éter, pequeña como un grano de azafrán, pero regocijará tal como nuestro imaginario crea que es,
ResponderEliminarel buen humor
es patrimonio de una especie de ser en peligro de extinción
salut amic
Mi querido Omar, la felicidad se desvanece después de haber pasado el puente. Dante, sin embargo, retuvo aquel instante durante toda una vida.
EliminarSalud
El buen humor puede estar presente hasta en los momentos menos felices...
ResponderEliminarUn saludo Francesc
Sí Bertha, doy fe de ello. En momentos de amargura es un antídoto, en momentos de dolor es un analgésico, en momentos de ira contenida es un carminativo, ante los ataques es un antiséptico, el humor es un desintoxicante, es un cicratizante de las heridas que producen los amores incomprendidos, ante la acumulación agresiones actua como barrera protectora, el humor estimula y tonifica y ante la dureza de la realidad actúa como emoliente, el humor fomenta la creatividad, es, en fin, el mejor protector de los muebles. (me refiero al amueblamiento cerebral.
EliminarSalud
Es que la felicidad puede ser sólo circunstancial. Y cuando te haces mayor comprendes que quizá por eso vale más; hay que saber capturarla. Aunque en efecto tienes razón: el buen humor no es circunstancial y resulta más meritorio. Por eso prospera sólo en determinado tipo de carácter. Llamémoslo... disciplinado, si te parece. Yo también procuro preparar mucha "salsa de almendras". Abrazos.
ResponderEliminarQuerida Salomé, la felicidad es un rayo que pasa fugaz. El buen humor contribuye a que nos sintamos mejor, nosotros y los amigos que nos rodean.
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Qué sabrosa diferencia, la felicidad no dura sino un momento y el buen humor está siempre ahí, depende de uno. Un majadito genial.
ResponderEliminarSalud
Manuel un majadito de buen humor, de belleza y de ironía. El perejil de la vida.
EliminarSalud.
La fórmula de la felicidad es volátil, un visto y no visto, por eso la perseguimos, paradoja de la que nadie se libra. Muy pocos se atreven a renunciar a ella, tú lo has logrado.El buen humor es un sustituto perfecto, y si se acompaña de un plato apetecible y una conversación inteligente, poco más necesitamos para dar gracias a la vida.
ResponderEliminarUn abrazo
Querida Amaltea, es como un soplo. En efecto la paradoja existe y no renunciaremos a la búsqueda de la felicidad.
EliminarSalud
Inconscientemente a la felicidad le damos de comer todos los días, hay que alimentarla pero si el ánimo no está tranquilo, será mejor que no lo invitemos a la mesa no vaya a ser que en vez de acuerdos pacíficos surjan desavenencias. Una vez que la merluza y su salsa lleguen al estómago verás como nos sentimos más conciliadores.
ResponderEliminarBuen día Francesc
Querida Loli, después de la degustación de una suculenta merluza bien guisadita, certificamos unos momentos de felicidad memorables.
EliminarSalud