Para atraer y seducir, fue creada, para provocar el mal, para envenenar. Aquí está para haceros desgraciados y asesinaros antes de que seáis conscientes de su atractivo.
Su belleza es alevosa. Su encanto es pérfido, su hermosura es traidora y funesta. Su gracia es fría y acomete con premeditación.
Aquí tenéis a la bestia, la que no conoce el bien, la que no tiene moral ni sentimiento alguno.
Aquí, en la casa de las fieras, se encuentra la criatura desprovista de alma.
Pasad, vosotros que ya habéis comido y que ya habéis saciado vuestra sed con el vino joven.
Lo sorprendente de esta mujer barbuda es que no es una mujer: es un hombre. O no, mejor dicho, es un macho cabrío de peligrosa cornamenta.
Aquí contemplareis cómo el virtuoso lucha contra la fiera peligrosa. ¿Será un combate desigual? ¿Quién de los dos acometerá primero? ¿Vencerá el listo o será el fuerte quien venza?
Ambos contemplan la yugular del rival. ¿Quién será el primero en doblegar el espinazo?
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Querido Francesc:
ResponderEliminarLas flores del mal son hermosas pero muestran siempre "el ala aleve del leve abanico". Ocurre lo mismo con las sirenas de Ulises, sucumbes a su encanto antes de ser consciente de él, ¡ah! y entonces no hay remedio. Aquel que se ve inmerso en el combate es sabedor de que lo ha perdido sin remedio. ¿Es así?
¿O aún existe la posibilidad de hacerle doblegar el espinazo? No será sin que una parte íntima se pierda en la batalla.
Un abrazo, querido escritor.
Estimada Elena, entre Escila y Caribdis podemos llegar a perder nuestros bienes -el arte y la razon- disponemos, sin embargo, de la cera para taparnos los oídos y de las fuertes cuerdas para atarnos al palo de mesana.
ResponderEliminarSi te metes en combate tal como tu dices, irremediablemente sucumbes, pues la belleza conoce dónde tenemos la yugular.
Salud
Por no herir, no luchar. Mas si peleas, cabe la opción de triunfar. Si aun así desistes, mejor adoptar la catoblépica postura.
ResponderEliminarUn abrazo.
Estimado Javier, Rimbaud, bajó a los infiernos, se la sentó sobre sus rodillas y la insultó.
ResponderEliminarValiente, este poeta maldito.
Salud
Querido Francesc, la belleza pura es diabólica.
ResponderEliminarQuien se resiste a ella no goza de sus encantos y pasiones. Prefiero seguir adorando a la Bestia y dejar mi yugular expuesta.
Hola Francecs , a la bestia no hay yugular que se les resista,dura lucha entre el bien y el mal el yin y el yang. Deseo que el bien reine siempre sobre el mal.
ResponderEliminarUn abrazo de MA para ti y mil gracias por tu huella bloguera.
Carmen, ahora en otoño, voy a contemplar la belleza tras los cristales empañados de la ventana que da al jardín escondido mientras me tomo un cafetito, y si puedo me protegeré la yugular con una bufanda de seda y de buen humor.
ResponderEliminarSalud
Dura lucha, MA. Deberemos usar las mismas armas que para el amor.
ResponderEliminarAl final ambos, belleza y amor, dejan sus huellas indelebles, a saber: riachuelos de lágrimas, señales en la piel, cierto sabor acre y algún insomnio maléfico.
Salud