sábado, 5 de abril de 2014

Normas de urbanidad según Leonardo da Vinci

Banquete - Escena. 1595
Leandro da Ponte, Basano. (1557-1622)

Con el tiempo todo cambia. Poco a poco nos vamos adaptando a las nuevas formas y adaptamos las normas de convivencia y de urbanidad al signo de los tiempos.

En el Renacimiento también se redactaron unas normas de urbanidad claras y muy precisas y, como no podía ser de otra manera, quisieron hacerlo según la perfección que caracterizaba a aquel periodo. Para ello encargaron a Leonardo da Vinci que pusiera las cosas en claro, no podían admitirse las formas montaraces y asalvajadas que habían heredado de la Edad Media. 

Leonardo da Vinci respondió así:
Prima di tutto ¡Non mettere le dita nel naso!
y después prosiguió con su redactado de “Modales y usos en la mesa” donde decía:

“Hay ciertos procederes indecorosos que debe evitar todo invitado, y para esto me baso en las observaciones que realicé a lo largo de los últimos años:…”

Ningún invitado debe poner la pierna sobre la mesa.

Ningún invitado ha de sentarse sobre la mesa, ni de espaldas a la mesa, ni sobre el regazo de cualquier otro invitado. Tampoco ha de sentarse bajo la mesa ni cuando come ni cuando está esperando a que le sirvan.

No debe poner la cabeza sobre el plato para comer.

No ha de pellizcar ni golpear a su vecino de mesa.

Ningún invitado ha de poner trozos de su propia comida de aspecto desagradable o a medio masticar sobre el plato de sus vecinos sin antes preguntárselo.

No ha de enjugar su cuchillo en las vestiduras de su vecino de mesa.

No ha de morder la fruta de la fuente de frutas y después retornarla mordida a esa misma fuente.

No ha de escupir sobre la mesa. Ni tampoco de lado, ni al de al lado.

No ha de hacer ruidos ni se permitirá dar codazos. Y si ha de vomitar, entonces debe abandonar la mesa.

No ha de poner los ojos en blanco ni poner caras horribles.

No ha de poner el dedo en la nariz o en la oreja mientras está comiendo.

No ha de prender fuegos, ni adiestrarse en hacer nudos en la mesa (a menos que mi señor así se lo pida).

No ha de dejar sueltas sus aves en la mesa. Ni tampoco serpientes ni escarabajos.

No ha de tocar el laúd o cualquier otro instrumento que pueda ir en perjuicio de su vecino de mesa (a menos que mi señor así se lo requiera).


No ha de cantar, ni hacer discursos, ni vociferar improperios ni tampoco proponer acertijos obscenos si está sentado junto a una dama.

No ha de hacer insinuaciones impúdicas a los pajes de mi señor ni juguetear con sus cuerpos. Tampoco ha de prender fuego a su compañero mientras permanezca en la mesa.

No ha de golpear a los sirvientes (a menos que sea en defensa propia).

Este redactado les pareció correcto a los Sforza de Milán.

15 comentarios:

  1. "Prohibido cantar y blasfemar". Toda la vida igual. ¿Dónde están los verdaderos buenos modales, Francesc? A mí no me importaría prenderle fuego... a todo, no solo al de al lado. En fin, que no somos nada...

    Un abrazo

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    1. Los buenos modales se van adaptando al nivel de hipocresía, de tolerancia, de higiene, de educación y cultura de cada época. Coincido Javier, estoy de acuerdo que no somos nada, probablemente así lo entendió en mismo Leonardo.
      Salud

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  2. Bueno, yo en lo que estoy de acuerdo es en lo de soltar serpientes. Los escarabajos ya vienen directos de la cocina, eso no me preocupa.
    Un abrazo

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    1. Miquel, yo creo que no está nada bien soltar serpientes en la mesa, tampoco está bien vomitar los spaghetti y las opiniones intolerantes.
      Salud

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  3. Una joya todas y cada una de las normas a seguir. Aunque no deja de ser una lástima que algunas de las actuales estén cayendo en el olvido por "el todo vale".

    No ha de prender fuegos, ni adiestrarse en hacer nudos en la mesa (a menos que mi señor así se lo pida).

    Saludos

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    1. Pilar, te doy la bienvenida como seguidora de mi blog, es un placer contar con tus opiniones.
      Con "el todo vale" se omite el matiz, se minimiza la sensibilidad, es un reduccionismo.
      Salud

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  4. A mí me ha encantado la prohibición de prender fuego a su compañero "mientras permanezca en la mesa". Después de comer, ya se puede: hay que ver qué desconsiderados eran aquellos milaneses, que ni respetaban la hora del ágape. En cuanto a la prohibición de "hacer discursos" en la mesa, estaría bien recuperar ese buen consejo. Gracias!

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    1. Amigo KRT, eso de prohibir prender fuego al compañero mientras se come es algo importante, pues la fogata podría provocar la indigestión de muchos comensales. Después acabado el banquete y en un aparte se puede pasar el rato con hogueras. Lo de hacer discursos está muy mal.
      Salud

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  5. Un testimonio valioso de lo que era la cultura en aquella época, es del libro Notas de cocina de Leonardo da Vinci?

    Debe de ser una joya...

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    1. Querida Gemma, encontré estas notas en unos apuntes que aún conservo de tercer curso de carrera, los tenía medio olvidados y ahora que los he recuperado estoy encontrando verdades joyas.
      Salud

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  6. Pero estos consejos parecen solo para hombres por lo que se ve?.-Le dita nel naso; lo llevo muy mal.

    -(El Menanger de París): publicado en el s.XIV:hay un apartado donde un marido de la nobleza le recomienda a su flamante esposa pleveya consejos útiles para mantener el decoro en la mesa.

    Un abrazo.

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    1. Querida Bertha, ciertamente estas normas de urbanidad parecen dirigidas sólo a hombres, puede ser que las mujeres tuvieran más buenos modadles y no necesitaran estos consejos o puede ser que se tratara de un manual mechista que pretendiera que sólo los hombres tuvieran buena educación, no lo sé.
      No conozco El Menanger de París, sería interesante hacer la comparación entre estos dos escritos.
      Salud

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  7. A mi me inquieta la de dejar las aves sueltas por la mesa...

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    1. Sí, Còssima, el vuelo gallináceo está muy mal visto, también está mal visto el cacareo a destiempo, los andares patosos y el revoloteo de los pollos.
      Petons

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