miércoles, 8 de enero de 2025

Los humanos que se creían dioses

Libación. Lekythos de Eretria ca. 460-450 a.C.



104

Los humanos que se creían dioses

fueron convocados entre las columnas

para entrar a la nave central, 

para proclamarse dioses de sí mismos

y soñar en figuras humanas,

más o menos evanescentes.

                         ***

Las figuras humanas 

fueron cinceladas con el vigor del cortafríos 

para mostrar en cada atardecer,

cuál es el orden de las columnas.


102

Señalaron con la plomada

la verticalidad de las horas

y de los muros de granito.


Practicaron amplios vanos y sobre ellos

dispusieron unos dinteles de pórfido

para sustentar el ocaso. 


Como una saeta de cedro,

el centelleo de Venus atravesó el umbral

e hirió a Orfeo, dejando que las estatuas

permanecieran impasibles sobre sus pedestales.


16 comentarios:

  1. Siguen, a pesar de saber, que no pasarán de una centuria, creyéndose dioses.
    No hay nada peor que la ambición.
    Me viene a la mente una serie de personajes que se creen dominar el mundo, cuando no dominan ni sus pasiones.
    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Miquel, alguien ya nos habló de "la erótica del poder". Es así, una erótica colmada de privilegios y popularidad que les hacen creerse dioses y exigen que les levantemos estatuas. ¡Vana ilusión! al cabo de cien años todos calvos y las estatuas embadurnadas por los excrementos de las palomas.
      Abrazos.

      Eliminar
  2. En realidad, el ser humano es un dios, pero de andar por casa... Algunos sí consiguen elevar edificios y estatuas que nos representan: esos son mejores.

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigo Pedro, con frecuencia, algunos confunden vanidad con transcendencia y quieren petrificarla.
      Saludos

      Eliminar
  3. Al menos antes lo hacían entre las columnatas de lugares mágicos como la estoa de Atalo donde convivían los humanos y seres mitológicos mientras el sol del atardecer se ocultaba por la ladera norte de la Acrópolis, hoy, herido de muerte Orfeo, la música no suena a música, cambiamos los dinteles de piedra por escayola y la grandiosidad de los edificios eternos por tramoya.. Ahí, aupados sobre taburetes oxidados recubiertos de pan de oro, se eleva a los dioses que Youtube y Tik Tok coronan en su cutre Olimpo para ser adorados durante un tiempo tan efímero que nadie recordará nada de su fútil existencia. Realmente precioso este escrito FRANCESC, mi gracias un beso!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida María el panorama está en continua transformación. Me sabe muy mal que Orfeo esté herido de muerte y que la oxidación deteriore sin contemplación los metales, la vida y la memoria.
      Abrazos mil.

      Eliminar
  4. Francesc, el poema y la imagen adjunta evocan una reflexión profunda sobre el lugar del ser humano en el cosmos, su capacidad creativa y su deseo de trascendencia. El texto, cargado de simbolismo arquitectónico y celestial, dialoga con la representación clásica de la cerámica griega, donde los dioses y humanos comparten un espacio común, aunque diferenciado por jerarquías y roles.

    La figura femenina en la cerámica, vestida con túnica y coronada por un tocado, parece estar realizando un acto ritual o simbólico junto a un animal (quizás un caballo), que podría aludir a la domesticación de fuerzas naturales o al vínculo entre lo humano y lo divino. Este gesto ritual conecta con tu idea de los humanos que "se creían dioses" y se proclamaron como tales en el espacio sagrado de las columnas. En ambos casos, se evidencia una búsqueda de orden y significado: ya sea a través del arte, la arquitectura o los rituales.

    Tu verso "Señalaron con la plomada / la verticalidad de las horas" resuena con la precisión y armonía que los antiguos griegos buscaban en sus obras. La plomada y los muros de granito son metáforas poderosas del intento humano por erigir estructuras que desafíen el caos del tiempo. De igual forma, las columnas dóricas o jónicas que sostenían templos no solo eran funcionales, sino símbolos de una aspiración a lo eterno.

    Por otro lado, el centelleo de Venus que hiere a Orfeo en tu poema introduce un elemento trágico: la imposibilidad de alcanzar plenamente lo divino o lo absoluto. Esto contrasta con la serenidad que transmite la escena pintada en el vaso griego. Allí, el equilibrio entre lo humano y lo animal parece alcanzarse en una quietud atemporal.

    Ambos discursos —el visual y el poético— coinciden en situar al ser humano como centro del universo creativo, no como dueño absoluto, sino como intérprete sensible de las fuerzas que lo rodean. Tu texto nos recuerda que ese centro es frágil, siempre oscilando entre el sueño de ser dioses y la certeza de nuestra mortalidad.

    Un cordial saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigo Joselu, elegí sin demasiada reflexión, la imagen que iba a poner como cabecera de estos versos. Después de tu análisis inteligentísimo, creo que ya estuvo bien la elección de esta imagen de la cerámica griega.
      Los dos versos que citas "Señalaron con la plomada / la verticalidad de las horas" los escribí pensando en el rigor que debe presidir toda construcción humana, sin precisión no es posible el equilibrio, no hay estructura o poema que se aguante.
      Y lo de la herida a Orfeo es algo que me duele, es una agresión a la música y me sabe mal que proceda de Venus.
      Saludos.

      Eliminar
  5. Con desprecio,amor o alegría, quién sabe,el humano derrama el vino,creyéndose un dios espléndido,de la fertilidad,de la abundancia.Ahora lo hace buscando maquinas eternas.
    Saludos

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Sí, Car res, creo que con demasiada frivolidad, algunos se creen dioses de no sé qué, el caso es que lo celebran.
      Saludos

      Eliminar
  6. Muy hermoso escrito, que suena muy bien. Supongo que pertenece a "Órdenes clásicos". Ya que habláis de la ambición para conseguir poder y la "erótica del poder" consiguiente, que de eso trata, creo que existen en cualquier lugar, por mísero que sea; en oficinitas del tres al cuarto, instituciones, centros de enseñanza, siempre encontraremos a que el sujeto que está por encima de otros se llega a creer un dios.

    Por poner un ejemplo un poco casolano. Me contaba una amiga que cuando la nombraron "Jefa de Estudios" de su instituto (después de trepar y dejarse ver lo suficiente para conseguirlo, todo sea dicho) pasó de ser un personaje anónimo al que nadie saludaba a recibir todo tipo de lisonjas por parte de sus antiguos compañeros, ahora súbditos. Se convirtió en un personaje muy popular, al que todo el mundo saludaba, respetaba y rendía pleitesía. Como eso duró varios años, llegó a creerse alguien y que ese era su estado natural: la más graciosa y la más querida. Pero acabó el mandato y volvió a su puesto de soldado raso, a dar 18 o 21 horas de clase (con las correspondientes faltas de respeto de los alumnos, ya que no era nadie), a chuparse guardias de patio infames, etc., y con un sueldo notablemente reducido. Y lo que es peor: volvió a su situación inicial, un ser anónimo al que todo el mundo empezó a ignorar de nuevo. Pero, como personaje lúcido y sincero que es, me contaba que al principio se había deprimido, porque pensaba que ese prestigio era para siempre, pero que luego todo OK, una vez asumida su nueva condición.

    Aquí está desplegado el abanico; el que emerge con mando sobre los demás, los pelotillas que le lisonjan para obtener algo y los que quedan epatados por el poder, que de todo hay en la viña del señor.

    Me ha gustado mucho también el comentario que acabo de leer de María, muy inspirado, y el fragmento de vaso que encabeza la entrada.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigo Gran Uribe, sí, estos dos poemas -el 104 y el 102- pertenecen a la colección que he denominado "Órdenes clásicos".
      Estos dos poemas son una breve impresión sobre el ansia de petrificación que tienen algunos que andan buscando la vanagloria.
      El caso que citas es, diría yo, un ejemplo de la fragilidad de algunas situaciones personales que pueden proporcionar momentos de gloria efímera. Después todo se acaba y todo sigue teniendo la cara de siempre.

      Sí, Gran Uribe, nuestra amiga María siempre hace unos comentarios inteligentes y muy acertados.
      Abrazos

      Eliminar
  7. Los dioses no necesitan catedrales, ni monumentos, ni oraciones, ni sacrificios, los humanos si. Ahí está la gran falacia de las religiones llenas de ornamentos y pomposidad con la excusa de sus dioses necesitados de ser complacidos y puestos en pedestales, cuando los que buscan notoriedad son los hombres incapaces de ver su grandiosidad. Hoy buscan "likes y followers", al igual que ayer cuando se hacían construir pirámides y monumentos...
    Un saludo

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Amigo Dean, los que necesitan catedrales y monumentos son los que tienen ganas de glorificar y para hacerlo disponen de un arsenal de piedras y de ornamentos.
      Con todo construyen unos monumentos que algunas veces alcanzan un nivel de belleza notoria.
      Es evidente que ni los "likes" ni los "followers" alcanzan el nivel del betún.
      Saludos.

      Eliminar
  8. Hola Francesc, me gustan estos fragmentos que nos pones de Órdenes clásicos. Le añades poesía a la Arquitectura y además entre líneas se aprenden cosas. He conocido el Pórfido, curiosa roca y también de rebote, he sabido del orfismo. Es de agradecer que des a conocer estos escritos.

    Buen día, un besito!!

    ResponderEliminar
    Respuestas
    1. Querida Ana, siempre he estado convencido de que uno de los principales cimientos de la arquitectura es la poesía.
      Celebro que estos versos te gusten. Suelo utilizar palabras que, por mi profesión, las uso con mucha frecuencia.
      Un gran abrazo.

      Eliminar