domingo, 12 de enero de 2025

Las golosinas de la sinrazón

El rapto de Europa, 1910. Valentin Aleksandrovich Serov


Mantener la razón despierta, ya sea como forma de vida o como una manera de interpretar la realidad, requiere un esfuerzo continuado. 

Es cuestión de aplicar la duda razonable, la crítica sistemática, el método científico de análisis y aplicar una economía intelectual que elimine todo el lastre de lo superfluo. 

Lo fácil es el eludir todo esfuerzo y acomodarse en la sinrazón.

El método científico funciona mediante la observación sistemática de la realidad, la medición y el análisis, y a continuación, después de un concienzudo proceso de prueba-error- corrección, poder deducir. 

Hay errores y de ellos vamos aprendiendo y seguimos.

Nos embarga la duda y seguimos.

Nos esforzamos y seguimos.

Nos asalta la sospecha y seguimos...

Todo esto puede llevarnos a una desconfianza en el futuro y entonces, nos cuestionamos la eficacia de la razón: la percepción y el lenguaje flaquean y trastocamos la realidad por una ficción o acudimos a un "ejercito móvil de metáforas" que diría Nietzsche. 

Quienes ceden, se sujetan a la tabla de salvación que les proporciona el instinto. Es, sin embargo, una tabla a la deriva que flota sobre las aguas tempestuosas de la sinrazón. Kant decía que la razón es una isla rodeada de aguas tempestuosas.

Acuarela. 1910 Kandinsky 


La sinrazón pone a nuestro alcance una batería de golosinas intelectuales que atraen y, con su dulzor, atrapan y crean adicción.

Madame Blavatsky con su compañero Henry Steel Olcott ambos de la Sociedad Teosófica


Caricatura de Rudolf Steiner (1925). Dibujo de Thomas Theodor Heine 


En el armario de las golosinas irracionales encontramos la Flor Azul del romanticismo, la inteligencia emocional, las ciencias brujas, lo esotérico, la magia, la superstición, los misticismos religiosos y los misticismos redivivos de Rudolf Steiner o Madame Blavatsky, la teosofía, el espiritismo, las fuerzas primitivas, el arrebato irracional, lo inconsciente, el psicoanálisis, la celebración de la violencia, los nacionalismos, el supremacismo y la eugenesia y los sueños del opio...

Todos estos señuelos son instrumentos de enajenación que el poder utiliza para dominar y mantener sus privilegios.

Y son también unas golosinas que tienen un sabor y un color que nutre a un tipo de arte que se ha deja seducir por las estéticas primitivas, preindustriales o protocristianas cuyos resultados carecen de voluntad de arte y sólo son una expresión acultural a la que acude el artista extenuado por el malestar de la cultura del que nos habla Freud cuando hace alusión a determinadas formas de sensibilidad patológica y de los límites de la racionalidad.

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